La Tercera
Opinión

Polizontes del feminismo

Sylvia Eyzaguirre T..

La verdad es que Chile no es un país feminista. Después de un 2018 movido por la causa feminista miro alrededor y pareciera que nada ha cambiado mucho. Leo los diarios regularmente y no veo más mujeres escribiendo.

¡El feminismo triunfó! Ahora todos somos feministas. Reviso twitter y prácticamente todos los partidos políticos conmemoran este día y se suben al carro del feminismo, escucho a los gremios empresariales alabar la contribución que hacen las mujeres al desarrollo del país, escucho a los rectores resaltando las políticas que tienen en sus universidades para incluir a más mujeres en la vida académica, los periódicos se llenaron este viernes de columnas escritas por mujeres, la Alameda se repletó como nunca antes y Chile entero conmemoró este día. Pero si somos todos feministas, ¿por qué se mantienen las desigualdades?

La verdad es que Chile no es un país feminista. Después de un 2018 movido por la causa feminista miro alrededor y pareciera que nada ha cambiado mucho. Leo los diarios regularmente y no veo más mujeres escribiendo. Una vez un editor me dijo que contrataría mujeres columnistas, siempre y cuando fueran buenas. Toda la razón, nadie exige algo distinto, pero ¿por qué el estándar es más bajo para los hombres? Conozco a muchas mujeres que escriben mejor que varios columnistas y no les dan la oportunidad. Veo el número de mujeres gerentes o directoras de empresas, decanas de facultad o rectoras universitarias y no parece haberse movido la aguja. Algunos dicen que no hay suficientes mujeres preparadas, que habrá que esperar a las nuevas generaciones, pero ¿será que no las hay o será que no las están viendo? Según la OCDE, las mujeres en Chile ganan 21% menos que los hombres en igualdad de posición, ¿a cuántas mujeres les subieron el sueldo el año pasado para igualar salario? Miremos lo que ha pasado en la política, el Gobierno presentó un proyecto de ley que establece sala cuna universal, que facilita la inserción laboral femenina (una de las más bajas de Latinoamérica) y reduce el costo de contratar mujeres. Gran avance, pero no se ve a la clase política preocupada por tramitarlo. Se puede argüir que las diferencias ideológicas entre Oposición y Gobierno tienen entrampado al proyecto. Pero seamos francos, el proyecto beneficia a la gran mayoría de las mujeres, por lo tanto echarle la culpa a las diferencias para no avanzar refleja la poca importancia que nuestros políticos le dan a temas como este. El costo de tener un hijo es asumido todavía mayoritariamente por las mujeres y se ve expresado en sus pensiones, en planes de salud más caros, en barreras de acceso al mercado laboral, castigo en su salario, obstáculos para progresar y mayores tareas domésticas. Mientras persista la desigualdad de poder entre hombres y mujeres, difícilmente disminuirá el acoso y el abuso que es una de sus consecuencias.

La izquierda más dura ha querido lucrar políticamente con la causa de las mujeres (actitud propia del capitalismo), usurpando nuestra causa para usarla en contra de las AFP, Isapres, de la economía extractiva, por una vivienda justa y vamos agregando pelos a la sopa. ¿Son el problema las AFP o el problema es más complejo y tiene que ver con los roles al interior de la familia y cómo el costo de algunos roles es asumido sólo por unos y no por la sociedad en su conjunto? ¿Podría existir un modelo de Isapres que no discrimine a las mujeres? Obviamente que sí, un fondo de compensación de riesgo permite planes iguales en función del género y la edad, por lo tanto el problema no es el seguro privado, sino su regulación y estructura. ¿Es el capitalismo el culpable de las desigualdades de género imperantes o estas han trascendido al capitalismo? Una somera revisión histórica nos muestra cuánto hemos avanzado en estos 200 años y ello tiende a coincidir con el avance del capitalismo, pero eso no permite decir que dicho progreso sea gracias a él.

La causa del feminismo es transversal y no monopolio de un sector político. Agregar otras causas sólo nos divide y nos debilita. Todavía queda mucho por avanzar, aun cuando nos hagan creer que todos somos feministas. En el barco del feminismo hay varios polizontes. No permitamos que nos dividan antes de llegar a puerto.