El espectacular resultado ha sido un premio a la moderación de la campaña que hizo Piñera.
Antes de la primera vuelta, con Piñera arrasando según las encuestas, parecía cuestionado el diagnóstico de «malestar» con que gobernaba la Nueva Mayoría. Por tanto, parecían cuestionadas las reformas radicales del Gobierno, no solo por improvisadas -que lo eran-, sino por inadecuadas. Cuestionado en general el espíritu de la retroexcavadora. La noche de la elección todo cambió, porque el voto de Piñera fue un tanto menor al esperado. Ahora el Gobierno parecía vindicado. Salió la Presidenta, triunfante, a recalcarlo. Por dos o tres semanas nos dirían que una «inmensa mayoría de chilenos» apoyaba las reformas. Nos dirían también que, después de todo, en Chile había una mayoría cultural de izquierda. La segunda vuelta iba a ser el plebiscito que comprobaría todo esto de una vez.
No había más remedio que esperarla, entonces. Bueno, el veredicto ha sido contundente. La segunda vuelta ha sido como la primera al revés. Esta vez la votación de Piñera, en vez de defraudar, superó todas las expectativas. Se desmoronaron las cuentas alegres que le daban a Guillier todos los votos de Sánchez, ME-O y Goic. Se ha demostrado que los chilenos tenemos, felizmente, cabezas mucho más complejas de lo que creen los expertos. No votamos solamente en función de esquemas ideológicos. Votamos también por la persona. Por eso es perfectamente factible que alguien vote primero por Sánchez y después por Piñera, por ejemplo.
El espectacular resultado ha sido un premio a la moderación de la campaña que hizo Piñera. A pesar de que trataron de demonizarlo diciendo que se había «derechizado», a pesar del odio que se desplegaba contra la «derecha», Piñera nunca cejó en insistir en la unidad de los chilenos. Habló sin odiosidades. Exhibió siempre la muy particular transversalidad que tiene. Nos sabía cansados -lo estaba también él- de la cultura de conflicto que habían desplegado el Gobierno, la Nueva Mayoría y el Frente Amplio. Todo lo cual no le era difícil, porque él mismo tiene una mente poco sectaria. Tiene una mente muy abierta. Por algo exclamó en su primer discurso como Presidente electo: «¡Viva el pluralismo de ideas!».
Es muy importante que la mantenga así desde La Moneda. Porque para gobernar necesita el apoyo de parlamentarios de la Nueva Mayoría y -por qué no- del Frente Amplio. Para conseguirlo, tiene que ser magnánimo. Por ejemplo, compartir el poder con gente de la vieja Concertación que piensa parecido a él. No hay mejor momento para mostrar grandeza que este, el de su tremendo triunfo. A Piñera esa grandeza le va a ser natural. Ya la empezó a exhibir en su primer discurso. El tema es que les sea natural también a los partidos de Chile Vamos. Es mucho pedir, lo sé. Es difícil, justo en el momento de un triunfo por el que se ha trabajado tanto, sacrificar cargos para que los ocupen quienes siempre han sido oponentes.
Unas palabras sobre el candidato triunfante. ¿Cuántas veces se dijo, sobre todo después de la primera vuelta, que Piñera era bueno para ser Presidente pero malo como candidato? ¿Que ojalá no hablara tanto? ¿Que se escondiera casi, para no meter la pata? Para qué hablar -ay- de los «negocios». Bueno, la verdad es la misma que en 2009: no había nadie, absolutamente nadie en la derecha que podría haber ganado como él esos casi 3,8 millones de votos. ¿Eso es ser mal candidato? Intuyo -espero- que en 2021 sí haya alternativas, pero para esta, simplemente no había. Por lo cual los que no queremos vivir amenazados por retroexcavadoras, los que pensamos como Piñera, o como pensaba la Concertación en sus buenos tiempos, tenemos mucho que agradecerle, sobre todo si nos detenemos en los costos de oportunidad que él tiene.
Unas palabras sobre nuestras tradiciones republicanas. El lápiz, el papelito, el sello para mantenerlo doblado: una maravilla. Ojalá nunca vayamos a votación digital. Después, el llamado de la Presidenta, los teléfonos antiguos, la conversación un poco torpe, la visita de Guillier con su señora. Con razón a todos nos han llovido mensajes de admiración de amigos latinoamericanos.