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¿Quienes pagan la cuenta del cierre de colegios?

María José Abud S..

¿Quienes pagan la cuenta del cierre de colegios?

Con la ausencia de enfoque de género y la improvisación en esta medida, no solo pagan la cuenta del actual brote las niñas, niños y adolescentes, sino también las mujeres.

“Los colegios serán los primeros en abrir y los últimos en cerrar”, aunque parece no creíble, está fue una de las promesas del Presidente Boric hace tan solo meses, totalmente contradictorio al anuncio que extiende a 25 días las vacaciones de invierno en los colegios públicos y privados, incluyendo jardines infantiles y sala cunas.

La medida sorprende por varias razones. Lo primero, es porque el panorama educacional es desolador, las secuelas de la pandemia no solo son a nivel de aprendizajes sino también en salud mental, y en vez de recuperar el tiempo perdido, lo que se hace es continuar alimentando esta dura realidad y retrocediendo en lo complejo que ha sido retomar la rutina escolar. Según la última Encuesta CEP el 84% de los chilenos que viven con niños y niñas en el hogar considera que el impacto fue negativo en la salud mental de los estudiantes chilenos y un 85% considera que también fue negativo en términos de aprendizaje. 

Segundo, el Gobierno ha reiterado la importancia del dialogo para la toma de decisiones, y este anuncio fue definido sin una previa consulta a las comunidades educativas, y más grave aún, es que no responde a las recomendaciones realizadas por la Comisión Nacional de Respuesta Pandémica, instancia compuesta por expertos tanto del ejecutivo como externos, que concluyó que existe incertidumbre en el impacto de esta medida.

Sin duda es necesario una estrategia para enfrentar esta nueva ola de virus respiratorios, pero antes de tomar está definición, existen distintas acciones que se podrían haber desarrollado tanto preventivas como también para descomprimir el sector de la salud. También, dado que esta medida no se acompaña de otras restricciones, es incierto el real impacto que tendrá porque las niñas y niños no estarán precisamente confinados en sus hogares durante las vacaciones, y nada garantiza que estén en menos expuestos a los virus respiratorios. Estos virus se concentran en su mayoría en niños menores de 5 años, cabe preguntarse tambien porque no se tomó esta medida por grupo etario.

Finalmente, y no menos importante, es el negativo impacto que esto puede tener en el empleo de las mujeres. Aún no logramos recuperar los 10 años de retroceso en empleo femenino producto de la pandemia y lo estamos arriesgando nuevamente. Porque ante la desigual carga de las tareas de cuidados, son las mujeres son las que arriesgan sus trabajos. Según las Casen 2020, son más de 1 millón 200 mil los hogares que son liderados por una mujer en ausencia de una pareja, siendo el 73% de estos del 60% más vulnerable, hogares que probablemente no tengan una alternativa de cuidado ante esta medida, y el teletrabajo no sea una solución factible, dado que gran parte de los empleos no se pueden realizar desde el hogar. Con la ausencia de enfoque de género y la improvisación en esta medida, no solo pagan la cuenta del actual brote las niñas, niños y adolecentes, sino también las mujeres.