Glen Weyl, investigador principal de Microsoft explicó las bases de su libro sobre los mercados radicales, el que fue comentado por Andrea Butelmann y Harald Beyer.
«¿Cómo es posible que la forma más extrema de socialismo sea también el libre mercado más completo? Esa es la paradoja a la que pretende responder Glen Weyl, en su libro Radical markets: Uprooting capitalism and democracy for a just society, que escribió junto a Eric Posner y que se transformó en uno de los títulos que The Economist, calificó entre los mejores de 2018.
Weyl, investigador principal de Microsoft y fundador del movimiento RadicalxChange, expuso en el seminario «Mercados Radicales: cómo remecer la democracia y el capitalismo», que organizó el Centro de Estudios Públicos en conjunto con Espacio Público (EP). En el texto, los autores plantean que toda propiedad privada es un monopolio y sugieren para mejorar la competencia un sistema de propiedad común, en el que los dueños deben ponerle un precio a sus bienes y sobre esa base pagar un impuesto cost (common ownership self-assesed tax. Entre sus proposiciones más novedosas sostienen que las empresas que obtienen sus ganancias gracias a los datos que las personas les entregan a través de sus celulares, deberían pagar tributos porque están recibiendo insumos gratis.
La directora de EP, Andrea Buttelmann y el rector de la Universidad Adolfo Ibánez, Harald Beyer comentaron el texto de Weyl y Posner. Butelmann centró su presentación en mostrar en analizar el concepto de «cost», que se traduce como un impuesto autovalorado aplicable principalmente a todo tipo de bienes. Señaló que puede ser demasiado radical para aplicarse a bienes privados como una casa, pero que bien podría usar en bienes públicos de uso común, como por ejemplo, los derechos de aguas o el espectro radioeléctrico.
Sugirió que se debería mejorar el sistema de asignación de estos recursos para generar ingresos para el Estado pues «en Chile tenemos pésimas maneras de asignar los bienes públicos».
El rector de la Universidad Adolfo Ibáñez, Harald Beyer, criticó el libro de Weyl, señalando que plantea ideas atractivas respecto a fórmulas para aumentar la competencia y expandir la democracia, pero que no presenta evidencia suficientemente robusta para sustentar sus conclusiones sobre las que basa una serie de propuestas muy radicales.
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