El Mercurio, 7 de marzo de 2016
Opinión
Educación

Riesgos de la nueva carrera docente

Sylvia Eyzaguirre T..

La nueva carrera docente apunta a avanzar en la calidad y equidad de nuestro sistema educativo, que es hoy nuestro principal desafío. Ella busca impactar la calidad mejorando la formación, tanto inicial como continua, de los profesores y las condiciones laborales de todos los docentes que trabajan en el sector que recibe recursos fiscales.
Las mayores exigencias para ingresar a estudiar pedagogía, junto con condiciones laborales más atractivas, entre ellas remuneraciones más altas en los primeros años y la posibilidad de progresar en la carrera profesional, tienen por objeto principal atraer a estudiantes talentosos y con vocación a la profesión docente. Por otra parte, se pretende impactar la equidad del sistema educativo, incentivando a los mejores docentes a trabajar en establecimientos con un alto porcentaje de alumnos vulnerables.
Por más que la tecnocracia sea vilipendiada, el éxito de esta política depende finalmente del detalle del diseño de sus instrumentos. Si bien hoy es imposible adelantar el grado de éxito o fracaso de la nueva carrera docente, existe el riesgo no solo de que esta política no logre mejorar ni la calidad ni la equidad del sistema educativo, sino incluso de acrecentar la inequidad.
El primer problema que se observa son los bajos incentivos para atraer a estudiantes talentosos y con vocación a la profesión docente. La estructura de remuneración propuesta continúa considerando principalmente los años de experiencia para el aumento salarial, mientras que el mérito incide considerablemente menos. El aumento salarial entre el primer y segundo nivel de desarrollo profesional es, en el primer año, de cerca de $7.000 mensuales para una jornada de 44 horas semanales, es decir, mínimo, y entre el segundo y el tercer nivel, que es cuando un profesor alcanza el nivel óptimo de desarrollo según el Ministerio de Educación, es de aproximadamente $119.000 mensuales, cercano a un 10%. Además, las remuneraciones son atractivas al comienzo del ejercicio profesional, cuando los docentes aún no han mostrado mérito alguno, y van perdiendo atractivo en comparación con otras profesiones a medida que pasa el tiempo y se avanza en la carrera profesional.
La señal que se entrega es clara, la nueva carrera docente es atractiva para los jóvenes profesionales, especialmente para los de bajo desempeño, pero no para los profesionales talentosos, cuyo mérito esta carrera no premia suficientemente. Es cierto que se considera más que antes el desempeño del docente en las remuneraciones, pero no podemos perder de vista que el objetivo es atraer a jóvenes más talentosos y con vocación a la profesión, pues ellos ofrecerán mejores oportunidades de aprendizaje a nuestros estudiantes, y no es claro que la nueva estructura salarial lo logre.
El segundo problema son los bajos incentivos para que docentes de buen desempeño, especialmente al inicio de su ejercicio profesional, trabajen en establecimientos escolares con alto porcentaje de alumnos vulnerables. No solo necesitamos mejorar la calidad de nuestros docentes, sino también, y por sobre todo, mejorar las oportunidades de aprendizaje de nuestros alumnos más vulnerables. Si logramos atraer a jóvenes talentosos a la profesión docente, pero no logramos que trabajen en los sectores más desfavorecidos, arriesgamos aumentar la inequidad de nuestro sistema educacional. Los incentivos que propone la actual ley no son atractivos. El bono por trabajar en un establecimiento con alto porcentaje de alumnos vulnerables se entrega a todos los docentes jóvenes, independientemente de si es talentoso o no, y el monto es tan bajo que apenas cubre los costos de transporte ($45.000 mensuales para una jornada de 44 horas semanales). El monto del bono aumenta con los años de experiencia y según el nivel de desarrollo profesional, pero sigue siendo poco atractivo. Los montos máximos para los docentes que se encuentran en los dos niveles más altos del escalafón profesional con 30 años de experiencia y una jornada de 44 horas son $147.000 y $235.000 mensuales, respectivamente, es decir, menor al 10% del sueldo.
Sin buenos docentes, no tendremos nunca educación de calidad. Este año se matricularon menos alumnos con más de 600 puntos en la Prueba de Selección Universitaria (PSU) que el año pasado, aun cuando el proyecto de carrera docente estaba por aprobarse. Resulta imperativo monitorear cómo se comportan los estudiantes frente a las nuevas exigencias e incentivos de la nueva carrera docente para así introducir de forma oportuna las modificaciones necesarias que permitan materializar sus fines.