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Sebastián Izquierdo: “El apoyo a la violencia viene a la baja»

Sebastián Izquierdo: “El apoyo a la violencia viene a la baja»

“Chile no es una sociedad polarizada; sí existe animadversión contra quienes piensan diferente”.

Cada vez más aburrida están las personas de tener que bajarse de la micro o de no poder subirse al Metro por la violencia destemplada de los manifestantes. Los destrozos tuvieron su oportunidad y fracasaron como método para avanzar en las aspiraciones de las personas, dice el coordinador académico del Centro de Estudios Públicos y exsuperintendente de Educación, Sebastián Izquierdo.

Luego explicará que la sociedad no está polarizada, sino, simplemente, intolerante a las diferencias.

¿Cómo ha variado la adhesión social a la violencia como método para conseguir avances sociales?

– El apoyo viene a la baja. A través de un estudio de diciembre de 2019 (en pleno estallido) uno observaba que el 55% de la población manifestaba un apoyo a estas manifestaciones, pero eso bajó a 39% en agosto de 202l. Y al observar acciones puntuales, como evadir el pago del transporte público, uno también observaba un decrecimiento junto a las barricadas y destrozos como modalidad de protestas. Eso se puede proyectar y creo que es una tendencia y por eso pienso que el apoyo ciudadano es cada vez menor.

Hoy se están saltando los torniquetes, ¿cómo cambió el respaldo a evadir el pago del transporte público?

– En diciembre de 2019 el 58% consideraba que nunca o casi nunca se justificaba ante un alza de pasajes, en agosto de 2021 eso creció a 63% y lo mismo respecto de las barricadas: en 2019 80% nunca o casi nunca justificaba participar de ellas y en 2021 el 88%.

Así como hubo «agotamiento pandémico», ¿hay agotamiento de violencia?

-Es probable que exista una menor tolerancia de la ciudadanía a las manifestaciones violentas. Las consideran injustificadas. Chile no es una sociedad polarizada propiamente tal. Existen diferencias en nuestro pensamiento ideológico, pero que no son tan extremas sino contrapuestas, tal como existen en otras sociedades contemporáneas; pero si existe una animadversión contra quienes piensan diferente. Tomamos mucha distancia de las personas que piensan diferente. Eso es lamentable, eso lleva a este tipo de violencia injustificada, que hace que no se pueda llegar a acuerdo, que no podamos tener una sociedad cohesionada para poder avanzar.

En resumen, la cuestión no son las diferencias, es la intolerancia.

– Exacto. Y como hemos pasado por una crisis social, crisis sanitaria, el fracaso del proceso constituyente, la gente está pidiendo acuerdos y rápidos para sus problemas cotidianos de salud, pensiones y educación.

Las redes sociales se observan más reactivas a la violencia. Por ejemplo, hay mucho comentario negativo en contra de una mujer agredida por estudiantes.

– Sí, porque las manifestaciones están teniendo menor apoyo. No hemos sido capaces de lograr acuerdos para resolver las demandas sociales de 2019. El camino de las manifestaciones no logró cuajar en soluciones y el camino del diálogo intolerante tampoco. Y los problemas reales son muy evidentes, como en educación, donde los resultados en calidad están estancados y en postpandemia hay aumento del bullying y disminución de las habilidades socioemocionales y académicas. Estamos en un terremoto educacional y los destrozos de los establecimientos van en sentido contrario a los desafíos.