El Mercurio, 20 de noviembre de 2017
Opinión

Sorpresas y desafíos

David Gallagher.

Lo probable es que en las próximas semanas haya la más grosera intervención electoral. Lo probable es que se procure montar una épica anti-Piñera y antiderecha.

A la hora de escribir, todavía se sabe poco de los resultados de las elecciones parlamentarias, para qué hablar de los cores. Habrá que esperarlos para intentar un análisis completo de lo que está por venir en Chile. Lo que sí es seguro es que la primera vuelta presidencial ha sido una sorpresa.

Como ha ido ocurriendo en el mundo entero, los primeros perdedores son los encuestadores. Es a todas luces cada vez más difícil predecir una elección en una encuesta de opinión, ya sea porque no se sabe quién va a votar, a pesar de todos los esfuerzos que se hacen para adivinarlo, o porque los encuestados simplemente faltan a la verdad. No hay duda de que los encuestadores van a presentar todo tipo de descargos en los próximos días para tratar de convencernos de que no les fue tan mal. Pero la verdad es que sí les fue mal. Se sobreestimó el voto de Piñera, y se subestimaron los votos de Sánchez y Kast; y en todos, los tres casos, las diferencias entre las encuestas y la realidad son sustanciales.

Con todo, la segunda vuelta parece que va a ser muy reñida, mucho más de lo que se había creído.

Las matemáticas indican que los votos de los candidatos de izquierda (Guillier, Sánchez, ME-O, Artés y Navarro) suman más que los de Piñera y Kast. Eso es sin contar los votos de Goic. A primera vista, entonces, Guillier está en una postura expectante. A primera vista, porque, mal que mal, está muy, pero muy atrás, y los desafíos que tiene son complejos. No es solo que le faltan 27 puntos para llegar al 50 por ciento. No es solo que está 14 puntos por debajo de Piñera. Es sobretodo que está tironeado en dos direcciones poco compatibles entre sí, la de Sánchez y la de Goic.

¿Qué hace para seducir a los votantes del Frente Amplio para que no se queden en la casa? ¿Adoptar parte de su programa? ¿O todo su programa? ¿Ofrecer hacer un gobierno de coalición con ellos? Ni gestos extremos de este tipo le garantizan cantidades significativas de votos del Frente Amplio. Por otro lado, sería sorprendente que los dirigentes del Frente Amplio quisieran entrar en una coalición de ese tipo. Sería una traición a su propia naturaleza. Sería perder esa «ingenuidad», esa «inocencia» de la que se jactaba Sánchez anoche. Por otro lado, si Guillier propusiera adoptar el programa del Frente Amplio o incluso gobernar con ellos, perdería muchos votos no solo de Goic, sino que de la misma Nueva Mayoría. Una Nueva Mayoría donde desde ya Guillier no despierta mucho entusiasmo, porque, de otra forma, habría conseguido más que el 23 por ciento de los votos.

En este contexto complejo, parece seguro que el Gobierno lo va a ayudar. Lo indicó anoche la Presidenta Bachelet. Dirigiéndose al país en un tono poco republicano, apeló a la unidad «progresista». Lo probable es que en las próximas semanas haya la más grosera intervención electoral. Lo probable es que se procure montar una épica anti-Piñera y antiderecha. Lo probable es que para poner a la derecha a prueba, se enviarán nuevos proyectos de ley al Congreso. Pero mucho de eso va a rebotar. Muchos votantes lo van a repudiar.

Claro que para Piñera también va a ser muy difícil reunir los 13 puntos que le faltan. Es mucho más que en 2009-10. Pero él tiene la ventaja de no estar tironeado en dos direcciones. Puede acercarse cada vez más al centro, sabiendo que Guillier va a tener que atraer a los votantes de extrema izquierda de Sánchez. ¿O será mejor que se vuelque a la derecha para encantar a los votantes de Kast? No creo. Porque es improbable que ellos quieran correr el riesgo de un gobierno de Guillier. Algunos se quedarán en la casa, pero la mayoría votará por Piñera.

Como siempre se ha dicho, la segunda vuelta es otra elección. Los votos no se transfieren, necesariamente, en función de categorías preestablecidas. La presidencia se decidirá el 17 de diciembre entre dos hombres que los chilenos juzgarán en sus méritos. En eso, los errores no forzados pueden ser fatales. Piñera más que nadie va a tener que mantener una calma casi sublime, ya que le van a dar con todo. Ya lo demostró hoy el agrio discurso pronunciado desde La Moneda.