La reforma al sistema de salud presentada ayer pretende asegurar acceso, atención y cobertura de calidad y alivio financiero ante enfermedades graves a toda la población.
En las isapres se busca más transparencia y solidaridad y reducir las diferencias de precios por edad, sexo y estado de salud. Para ello se crea un plan de salud universal y un fondo de compensación -financiado por una contribución solidaria de los afiliados-, se eliminan las preexistencias y se establece un tope al gasto del usuario.
En Fonasa se quiere asegurar atención y cobertura de calidad, mediante mayores facultades a Fonasa, atención en otros prestadores cuando no haya capacidad, mejores coberturas en la modalidad de libre elección, seguro a la clase media para problemas de alto costo y eliminación de la burocracia en trámites.
Un plan universal que cubra la mayoría de los servicios de salud, como medicamentos, y la eliminación de las preexistencias son fundamentales para que el sistema sea competitivo y transparente. Si las personas pueden ser rechazadas no hay competencia.
Así lo es la participación de Fonasa en el nuevo esquema, para lograr contención de costos y no más judicialización en las isapres. De lo contrario, no hay presión por reducir costos y así evitar alzas de los precios de los planes, puesto que se cuenta con un asegurador de última instancia – Fonasa- que recibe a los más “caros” y a quienes no pueden pagar. Sin embargo, el nuevo esquema pareciera ser sólo para el sistema privado y para los actuales afiliados.
No así para los que dejan de ser cargas ni para los provenientes de Fonasa, a quienes se les ofrece un plan diferente con coberturas más bajas y sin participación en el esquema de compensación por dos años. ¿No podrán optar a precios más bajos entonces?.
Por lo mismo, es importante que Fonasa se modernice y así pueda participar en igualdad de condiciones el nuevo esquema, por lo que en este aspecto, la propuesta es un tímido pero esperanzador avance.
