El Mercurio, viernes 10 de junio de 2005.
Opinión

Un camino para la derecha

David Gallagher.

Felizmente, hay otro tipo de reacción de derecha a una izquierda liberal.Es la de volverse más liberal aún.

Decían que Margaret Thatcher estaba ya muy envejecida, pero el 5 de mayo, mientras los conservadores perdían las elecciones británicas por tercera vez seguida, dijo cosas muy lúcidas. «Perdimos», dijo, «porque son los laboristas los que ahora hacen las cosas que nosotros hacíamos». O sea, los laboristas ahora liberalizan y privatizan, llevando a la economía británica a ser una de las más exitosas de Europa. «Nosotros ganaremos cuando vuelvan los dragones», prosiguió Thatcher. O sea, cuando vuelva la inflación, cuando, tras una fiesta de populismo de izquierda, los británicos opten por un Primer Ministro conservador que, como San Jorge, doblegue a los dragones.

El problema, claro, es que los dragones son animales del pasado. ¿Qué puede hacer la derecha ante ese hecho? En Gran Bretaña se ha quedado pasmada. No sabe cómo responder al thatcherismo de Blair. En Francia los gobiernos de izquierda nunca fueron liberales, pero la derecha de Chirac se comporta como izquierda antigua. Chirac ha sido elegido dos veces, así que su camino populista puede dar buenos resultados electorales, pero desemboca en que, para muchos, la razón de ser de la derecha desaparezca. En Estados Unidos, tras ocho años de seriedad fiscal clintoniana, Bush optó por una soltada de trenzas fiscales. Para que pareciera de derecha, enfatizó la baja de impuestos que hizo, pero, al mismo tiempo, subió el gasto en programas sociales de corte populista. En Estados Unidos, en algunos aspectos cambiaron de roles la derecha y la izquierda.

Felizmente, hay otro tipo dereacción de derecha a una izquierda liberal. Es la de volverse más liberal aún. En casi todo el mundo, incluido Chile, la derecha tiene un enorme capital político en materia de eficiencia económica y de modernización reformadora, a diferencia del que tiene en «igualdad», donde la izquierda la supera con creces. Por eso, la derecha siempre puede ser más liberal que la izquierda, más aun porque la izquierda tiene trancas de las cuales le cuesta liberarse. En Nueva Zelandia, la primera etapa de la liberalización fue hecha por el laborista Roger Douglas. Pero él no se animó a enfrentar a los sindicatos. Los conservadores ganaron con la promesa de enfrentarlos. En Australia, el primer salto liberalizador fue dado por el laborista Paul Keating. Pero la derecha, bajo John Howard, ha ganado cuatro elecciones seguidas, con programas que partieron con una profunda flexibilización laboral y que han continuado con más y más desregulación, llevando a Australia a altísimas tasas de crecimiento.

Todo el mundo en todo país quiere una sociedad exitosa y justa. Pero los electores son inteligentes, y merecen ser tratados como tales. Cabe no sólo recitarles slogans, sino también mostrar cómo se va a llegar a los resultados deseados. Es en el «cómo» que la derecha se puede diferenciar exitosamente, sobre todo cuando se pone a explicar medios, como el subsidio a la demanda, que apelan al deseo profundo de los ciudadanos de ejercer más responsabilidad. Muchas veces, cuando hay medios creativos para llegar a un buen resultado, ellos se convierten en sí mismos en un atractivo fin.

Me temo que la derecha en Chile esté a años luz del exitoso John Howard. Pretende competir con la izquierda en el campo de la «igualdad». Aun allí no se juega sino con tibieza por los métodos con que la podría lograr. Los candidatos presidenciales de la derecha no parecen tener mucho que perder, dada la fuerza de la Bachelet. ¿Por qué, entonces, no son más audaces en comunicarnos las soluciones que sin duda tienen?