ellibero.cl 4 de septiembre de 2014
Opinión

Un sistema electoral para el presidencialismo chileno

Lucas Sierra I..

Con Ricardo González hemos propuesto un sistema electoral para reemplazar al actual binominal que es distinto al proyecto del Gobierno que avanza en el Congreso. Proponemos un sistema “mixto”. El del Gobierno es proporcional.

Preferimos este sistema mixto por su carácter mayoritario. Este carácter sintoniza mejor con la forma de gobierno que hay en Chile, que es presidencialista. El carácter proporcional del proyecto del gobierno no se aviene tan bien con el presidencialismo, porque la proporcionalidad arriesga el peligro de fragmentar el Congreso. Bajo el presidencialismo, la fragmentación del Congreso arriesga parálisis legislativa. Esta, a su turno, arriesga ingobernabilidad. Con un sistema electoral más mayoritario, como el mixto que proponemos, estos riesgos se reducen.

Si no tuviéramos presidencialismo, la discusión sobre el sistema electoral no tendría mucho sentido. Las formas de gobierno no presidencialistas (semipresidenciales o parlamentarias), parecen convivir bien con cualquier sistema electoral. Así, por ejemplo, el parlamentarismo inglés opera con un sistema mayoritario (uninominal), el alemán con uno mixto, y el israelí con uno proporcional.

La única democracia presidencialista estable en el mundo (estable en el sentido en que las parlamentarias europeas), es Estados Unidos, que tiene un sistema electoral mayoritario (uninominal).

A diferencia de Estados Unidos, sin embargo, nosotros tenemos una tradición multipartidista. Es una tradición antigua y arraigada. Un sistema electoral completamente mayoritario sería refractario a esta tradición. Por esto la propuesta que hacemos para el presidencialismo chileno es mixta: tiene un componente mayoritario importante, para promover mayorías y con ellas gobernabilidad, y tiene un componente de proporcionalidad, para dar alguna cabida al multipartidismo.

Se propone una Cámara de Diputados de 150 escaños. Cien de ellos se eligen en un número equivalente de distritos. Los 50 restantes se eligen mediante voto por lista nacional. Es decir, en 2/3 nuestra propuesta es mayoritaria (uninominal). En el tercio restante es proporcional. Por eso es “mixta”.

Nosotros celebramos el hecho de que, finalmente, pareciera que el binominal se va a reformar. Es un sistema defectuoso. Por lo pronto, la representatividad que produce en la Cámara de Diputados es deficiente. Esto se debe a que el diseño de los distritos binominales fue un caso de lo que la teoría llama “gerrymandering”, es decir, la configuración de distrito con obvios fines estratégicos. Los distritos del binominal fueron diseñados en 1989, con los resultados del Plebiscito de 1988 a la vista. De aquí la subrepresentación de populosos distritos urbanos en los que ganó el NO.

Además de este pecaminoso origen, el binominal tiene otros defectos. Por ejemplo, es confuso, porque proporcionalmente beneficia más a los que salen segundos que a los que ganan la carrera electoral. Asimismo, como asegura que las dos mayores coaliciones obtengan escaños, la competencia real no se produce entre ellas, sino que en su interior. Esto incentiva un ánimo fraticida en la política y reduce la calidad del debate ideológico.

Por eso, la actual discusión legislativa es una gran oportunidad de mejora. El sistema proporcional que el Gobierno propone no es, sin embargo, la mejor manera de aprovecharla. Además de no tomarse en serio nuestro presidencialismo, introduciendo riesgos de fragmentación en el Congreso, el proyecto aumenta considerablemente el tamaño de los distritos.

Dicho aumento encarece la carrera electoral y, por lo mismo, reduce la competencia política. Además, genera distancia entre electores y candidatos. Esto afecta negativamente el sentido de pertenencia en la democracia representativa y reduce la posibilidad de que los representantes rindan cuentas. Nuestra propuesta, en cambio, contempla 100 distritos que son relativamente pequeños. Además, son mucho más homogéneos en población que los del actual binominal y que los del proyecto del Gobierno.

La reforma del binominal debe ser hecha teniendo en cuenta el mecanismo institucional de nuestra democracia, donde destaca el presidencialismo. Esto sugiere que el reemplazo sea un sistema electoral mixto, no proporcional.