El Mercurio, 18/1/2010
Opinión

Un triunfo holgado

David Gallagher.

Hemos tenido una jornada emocionante. Se ha dado un hito en la historia del país. A pesar de la intervención electoral, y a pesar de las leyes enviadas en los últimos días al Congreso, con una premura tan infantil que tiene que haber ultrajado el sentir republicano de la ciudadanía, Piñera ganó con holgura. Nos habían dicho que habría un «empate técnico». Lo dijo la Presidenta Bachelet, después de la publicación de una tardía encuesta. Un «estudio» hecho por La Moneda incluso indicaba que Frei ganaba por nariz. Tal vez fue mejor el suspenso que se dio: contribuyó a que el día fuera aún más memorable. Electoralmente, el más memorable desde el plebiscito.

La holgura del triunfo de Piñera es especialmente oportuna porque la rabia de algunos oficialistas frente a una inminente pérdida de poder empezó a ser alarmante. Ellos parecían creerse los cortesanos de una monarquía absoluta, con el derecho de ejercer el poder para siempre. Hacía falta que el pueblo hiciera ver que es suya, y sólo suya, la soberanía.

Con el triunfo de Piñera queda vindicada la forma magistral en que él ha reformulado la centroderecha chilena, para convertirla en una nueva mayoría política y cultural. A esa nueva mayoría ojalá se sumen, ahora, muchos más. Es lo que debería ocurrir, porque esta nueva mayoría nos convoca a todos, sin exclusión. No está constituida en contra de nadie. No necesita enemigos, no necesita un mundo ajeno a ella para nutrirse. Es una nueva mayoría de mirada universal, construida nada más que para lograr un país más próspero, más abierto y más libre. Ése es el gran logro de Piñera.

Su triunfo, además, rompe un mito, repetido al infinito, de que Chile es «un país de izquierda». Frei perdió por creérselo. Perdió por no entender que Chile no es ya ni de izquierda ni de derecha. No es encapsulable en categorías binarias, porque es un país heterogéneo, diverso, múltiple, de gente libre. Eso lo entendía la Concertación antes, con su arco iris, y por eso ganaba. Ahora es la Coalición por el Cambio la que lo entiende, gracias a Piñera y su estrella multicolor.

Desde que se anunció el resultado me han llamado amigos de otros países latinoamericanos, aliviados de que en Chile se dé alternancia. Nos ven como el referente a seguir, si la región ha de superar de una vez la pobreza y la demagogia. Por eso la jornada de ayer fue un hito en la historia no sólo de Chile, sino en la de América Latina entera.