La Tercera, 7 de abril de 2019
Opinión
Salud

Veneno

Sylvia Eyzaguirre T..

Veneno

Según el estudio del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos (INTA), Chile ocupa el 6° lugar mundial en obesidad infantil y el 1° lugar en América Latina.

En general, los padres lo que más quieren en la vida es a sus hijos y, sin embargo, los envenenan diariamente con comida altas en calorías, sodios y azúcar. El azúcar es veneno y a pesar de ello nuestros niños a temprana edad están altamente expuestos a ella. Es cosa de ir a los cumpleaños de niños pequeños, incluso menores de tres años, y ver los kilos de azúcar que engullen en forma de dulces, caramelos y gaseosa, y otro tanto de sodio y colorantes con las ramitas, papas fritas y otras mugres que los padres muy cariñosamente les dan. Pero eso no ocurre sólo en los cumpleaños, también las colaciones diarias que llevan a la escuela son altas en sodio o azúcar; las gaseosas o esos deliciosos néctares ricos en azúcar reemplazaron al agua y los sándwich a los guisos caseros. ¡Exagerada! es lo más suave que me dicen, pero lamentablemente las cifras me dan la razón.

Según el estudio del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos (INTA), Chile ocupa el 6° lugar mundial en obesidad infantil y el 1° lugar en América Latina. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) señala en su informe que uno de cada tres personas mayores de 15 años en Chile presenta altos índices de obesidad. Esto también está afectando a nuestra población infantil. Según la Junta Nacional de Auxilio Escolar y Becas (JUNAEB), en 2018 uno de cada cuatro niños es obeso a los 5 años y este porcentaje aumenta a medida que los niños crecen. El sobrepeso y la obesidad afectan la salud y bienestar de las personas, aumentando significativamente el riesgo de tener infartos, diabetes e incluso ciertos tipos de cáncer. De hecho, según la Agencia de la Calidad el 25 por ciento de los escolares en nuestro país presenta riesgo cardiovascular y metabólico.

Estamos matando a nuestros hijos y parte importante del problema es la falta de consciencia que existe al respecto. Es verdad que en los últimos años se han tomado medidas para reducir el consumo de la comida chatarra. La Ley Súper 8, que prohíbe la venta de comida chatarra en los establecimientos escolares, y la Ley de Etiquetado de Alimentos, que informa a los consumidores los alimentos que son ricos en grasas saturadas, sodio y calorías, han sido dos medidas en esta dirección. Pero es difícil combatir los malos hábitos alimentarios y el sedentarismo por medio de una ley, se requiere una política mucho más potente que apunte a educar a los niños y a las familias en hábitos saludables. En esta línea es importante destacar el esfuerzo que está haciendo el gobierno en un área que no tiene casi tribuna y, sin embargo, afecta la salud de la población. El Ministerio del Deporte acaba de lanzar su programa Crecer en Movimiento, que busca impactar a niños desde el jardín infantil hasta cuarto medio, optimizando las horas de actividad física y mejorando su calidad para que sean atractivas para los estudiantes. Es una iniciativa que bien diseñada e implementada puede tener efectos positivos no sólo para la obesidad y el sedentarismo, sino también para combatir el alcohol y las drogas en nuestros adolescentes. Ello se complementa con la construcción de los recintos polideportivos y el Sistema Elige Vivir Sano, este último radicado en el Ministerio de Desarrollo Social. Sin embargo, si queremos avanzar por este camino, que me parece es el correcto, resulta fundamental evitar la parcela propia y construir una política integral, que coordine a todos los ministerios y las instituciones del Estado involucrados, así como también invertir más recursos (difícilmente lograremos algo si sólo invertimos 11 millones de dólares anuales y dejamos fuera a la JUNAEB).

Cambiar hábitos es tal vez una de las cosas más difícil, de ahí la importancia de atacar el problema desde la cuna.