La Tercera
Opinión
Política

Viento en popa

Sylvia Eyzaguirre T..

Viento en popa

(…) estoy convencida de que si recuperamos la amistad cívica, especialmente en la arena política, entonces estaremos significativamente en mejores condiciones para abordar los desafíos que enfrentamos.

Esta semana estuvo marcada por tres hitos importantes. La cuenta pública del Presidente de la República, la elección de la primera mujer presidenta de la Sofofa en 140 años y la culminación del anteproyecto constitucional elaborado por la Comisión Experta.

Lo más valorable del discurso presidencial fue su llamado a la amistad cívica, a la tolerancia, al diálogo, la revaloración de los acuerdos y, con ello, también de la actividad política. Llevamos demasiado tiempo presenciando la odiosidad y el mal trato en la arena política, a tal punto que ya nos parece normal. Ello llegó a su punto más álgido en el gobierno del Presidente Piñera y la Convención Constitucional fue su expresión más burda. El fundamento más básico de la democracia es compartir la voluntad de resolver los conflictos de forma pacífica a través del diálogo, el discernimiento y el voto. Ello solo es posible si entendemos al “otro” como alguien tan valioso como yo, independiente de su sexo, edad, etnia y cultura. Esta buena disposición hacia el diálogo para avanzar en materias claves para el bienestar de la población, como seguridad, pensiones y salud, exige renuncias ideológicas importantes para el gobierno; es de esperar que su mensaje haya calado en los parlamentarios oficialistas.

La elección de Rosario Navarro como presidenta de la Sociedad de Fomento Fabril (Sofofa) por una abrumadora mayoría marca un hito en el mundo empresarial. Ella se convierte en la primera mujer en presidir este gremio, que fue fundado en 1883. Este hecho es sumamente relevante, toda vez que Chile presenta una de las inequidades de género más grande precisamente en el mundo empresarial. Su énfasis en crecimiento, seguridad, sostenibilidad, pero sobre todo en legitimidad social, que se funda en el respeto de y compromiso con los clientes, proveedores, trabajadores y accionistas, serán claves para recuperar un ambiente más amigable, menos hostil, con los ciudadanos, que es necesario para construir confianza interpersonal e institucional.

Finalmente, el hito más relevante por lejos ha sido la forma en que la Comisión Experta, presidida por Verónica Undurraga, ha culminado su trabajo, entregándonos un anteproyecto que goza de acuerdo transversal. Es admirable la sobriedad con que la Comisión llevó adelante su proceso deliberativo, llegando incluso a ser aburrido. La ausencia de estridencias, de figuraciones personales, es el reflejo de una forma de trabajo basada en el respeto y anteponiendo el resultado del proceso por sobre las preferencias individuales. En palabras del propio vicepresidente, Sebastián Soto, este anteproyecto “no es la Constitución de los sueños de nadie, pero sí es el texto posible para todos”, y eso es un logro extraordinario. Ello no significa que no haya aspectos a mejorar o profundizar. Este anteproyecto tiene la virtud de entregar un diseño claro, coherente y bastante completo, permitiendo a los consejeros electos concentrarse en aquellos aspectos que ameritan una segunda mirada o que definitivamente no quedaron bien resueltos, como, por ejemplo: revisar los pesos y contrapesos del Poder Ejecutivo y eliminar la concurrencia del Poder Judicial y la Corte Constitucional en materias constitucionales, entre muchos otros.

Más de alguno pensará que saco cuentas demasiado alegres; pareciera que me olvido de la falta de crecimiento de nuestra economía, de las altas cifras de desempleo, de los atentados en el sur, la penetración del narcotráfico, la migración en el norte y el aumento de crímenes escabrosos. En absoluto. Pero estoy convencida de que si recuperamos la amistad cívica, especialmente en la arena política, entonces estaremos significativamente en mejores condiciones para abordar los desafíos que enfrentamos. La derecha tiene la oportunidad de jugar un papel histórico en materia constitucional, que implica renuncias y conlleva costos; los mismos costos que deberá pagar el gobierno si quiere avanzar en las políticas sociales. El viento sopla a favor.