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Opinión

20 libros recientes sobre Chile recomendados por intelectuales y académicos

Leonidas Montes L..

20 libros recientes sobre Chile recomendados por intelectuales y académicos

Educación, economía, historia, inmigración y filosofía son algunos de los tópicos que abordan las lecturas que diversos académicos destacan de las letras nacionales. Estos libros fueron los seleccionados por Leonidas Montes, director del CEP:

El tiempo de la memoria, Carlos Peña (Taurus, 2019) 

«A fines del 2017, Carlos Peña nos sorprendió con ‘Lo que el dinero sí puede comprar’. Y siguiendo este formato narrativo, ocho meses después aparece ‘Por qué la filosofía’. Y ahora nos remece con su sugerente y provocativo ‘El tiempo de la memoria’. Al margen de esta admirable frecuencia y capacidad productiva, la estructura narrativa de estos opúsculos o ensayos más largos le sienta muy bien al autor. Peña tiene la virtud literaria para explicar materias complejas de manera simple y accesible. Y ‘El tiempo de la memoria’ también se caracteriza por esa simple profundidad. A mi juicio, Carlos Peña es el Arthur Lovejoy chileno. Y esto es un halago. Lovejoy, un filósofo e historiador de las ideas, escribió el magnífico ‘La gran cadena del ser’ y fundó el prestigioso Journal of the History of Ideas. Peña logra, como Lovejoy, encadenar citas, ideas y principios bajo una narrativa que fluye al unísono de las conexiones. Comienza con ‘Los diarios de Emilio Renzi’ de Ricardo Piglia y termina con su recuerdo difuso de los veinte mil días de su vida. Esos recuerdos de Piglia, como nos sugiere Peña, nos indican que al final nos escribimos a nosotros mismos.

La memoria es un como un proceso editorial en curso permanente. Nietzsche nos desconcierta y despierta cuando de un chispazo nos dice que ‘necesitamos la memoria rodeada por el olvido’. La memoria, como insiste Peña, es una conciencia de futuro, una mezcla de lo que fue y lo que será. Es ‘un fantasma tejido con hebras de olvido’ que obviamente se vincula al misterio del tiempo. Peña recuerda esa maravillosa definición de San Agustín del tiempo: ‘si me preguntas lo que es, no sé, si no me lo preguntas, lo sé’. Y penetra en Heidegger para hacernos ver, a partir de sus primeras ideas de la parusía y el llamado de San Pablo a ‘no ser sorprendidos como el ladrón en la noche’, el sentido de la finitud y la importancia de la espera. Nuestra memoria, que es ‘tendenciosa, esquiva y móvil’, tiene mucho que ver con el tiempo, con el famoso Dasein de Heidegger, ese estar siendo en el mundo que es también esfuerzo y lucha. El ser en el tiempo es un continuo y agobiante ‘aún ser’. Así como la existencia se vuelca al futuro como posibilidad abierta, la memoria se amolda a la preeminencia del futuro. Peña lo expresa de manera simple: ‘somos actores en un escenario, no marionetas’. El estar en el mundo es una proyección, un ‘hacia’, un destino destinante que se revela ante un destino destinado.

Peña nos deja preguntas y lecciones sobre el fenómeno social de la política de la memoria, por la lucha por sus significados y su sentido instrumental. George Orwell solía decir que quien controla el presente controla el pasado y quien controla el pasado controlará el futuro. Todo esto es un tema peliagudo y de la mayor importancia para nuestro país que conmemora su independencia dieciochera después de la memoria del Golpe, y un llamado a los que siguen pegados en el pasado».

Huesos sin descanso. Fueguinos en Londres, de Cristóbal Marín (Debate, 2019)

 Para Leonidas Montes este es el libro del año. Explica: «Partiendo de su obsesión con el padre del utilitarismo, Jeremy Bentham (1748-1832), el autor logra articular una historia fascinante. Bentham fue un niño prodigio que a los tres años comenzó a aprender latín. Para su época, fue un filósofo radical. Su utilitarismo parte de la simple premisa que cada individuo persigue el placer y evita el dolor, o sea cada uno maximiza su utilidad. Así, ‘la mayor felicidad del mayor número’ se convirtió en su dictum filosófico. Antes de morir, decidió donar su cuerpo. Y hoy se exhibe en University College London (UCL), la universidad que Bentham ayudó a fundar. Allí se encuentra embalsamado los huesos de Bentham vestidos al estilo quaker. En su testamento había dejado por escrito que sus huesos también debían ser útiles. Por cierto, su cuerpo es fotografía obligatoria para los nuevos graduados de UCL.

En 1821, Bentham le escribió una carta a Bernardo O’Higgins, ofreciéndole sus servicios gratuitos para establecer el ‘rule of law’ en nuestra naciente república. No obtuvo respuesta. Fue precisamente ésta la línea de investigación que motivó a Marín en su periplo académico, que culmina con esta cautivante historia donde el autor une su obsesión intelectual con el recuerdo su abuelo paterno que desentierra y traslada los restos de antepasados. Los lleva desde el Cementerio General al parque de su campo cerca de Melipilla. Ambas memorias desencadenan el viaje personal e intelectual que está magistralmente narrado en “Huesos sin descanso”.

Su narrativa, rica historias y anécdotas, es un torrente que combina lo intelectual con una mirada personal, donde el uso de la primera persona está muy bien logrado. El narrador cuenta y acompaña, dejando mucho espacio para la imaginación. Y aunque el autor abre y cierra esta ágil narración, éste aparece y desaparece con la fascinación y el encanto de las historias. Es un viaje fascinante, a la Chatwin, conducido por una voz humilde que encanta al lector.

Nota: Lea el artículos completo publicado en El Líbero.