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Abrumadoras mareas

Leonidas Montes L..

Abrumadoras mareas

El ocaso del octubrismo o, mejor dicho, su decadencia y desaparición, es evidente.

Ayer se dieron a conocer los resultados de la encuesta CEP, cuyo trabajo de campo se realizó entre el 8 de noviembre y el 18 de diciembre —antes del Viejo Pascuero y de los indultos de año nuevo—. Tal vez lo más sorprendente es el pesimismo o realismo frente a la situación económica que enfrenta Chile. Un 63% de los encuestados piensa que la actual situación económica del país es “mala o muy mala”. Una cifra como esta no la veíamos desde 1998. Y un 49% cree que en los próximos 12 meses la situación económica del país “empeorará”. En la encuesta CEP no tenemos registros de esta magnitud.

A esto se suma una mayor decepción frente a la política. Si en abril-mayo de 2022 un 52% creía que nuestra situación política era “mala o muy mala”, esta cifra aumenta a un 64%. Y si a esto agregamos el desencanto frente a la democracia y la atracción que genera el autoritarismo, el ambiente es muy preocupante. En efecto, si en abril-mayo de 2022 un 61% creía que “la democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno”, en la última encuesta esta cifra alcanza solo un 49%. Y, lo que es peor, un 25% es indiferente entre un régimen democrático y uno autoritario, y un 19% cree que en ciertas circunstancias sería mejor uno autoritario. La contienda entre democracia y autoritarismo ya no es desigual.

Ante la pregunta de si Chile está “progresando, estancado o en decadencia”, un 55% cree que está estancado y un 35%, en decadencia. No habíamos visto cifras como estas. Por cierto, todo esto se relaciona con la seguridad, ese anhelado deber del Estado. La sensación de inseguridad que todos conocemos y sentimos, solo aumenta. El gran problema que afecta a los chilenos sigue siendo “delincuencia, asaltos y robos”. En agosto de 2021 alcanzaba un 42% y en abril-mayo 2022 sube a un 50%. Pero en esta última encuesta salta de manera significativa a un 60%. La esencia de lo propio en su sentido más amplio —la vida, la seguridad y la billetera— son los temas que preocupan a los chilenos.

El ocaso del octubrismo o, mejor dicho, su decadencia y desaparición, es evidente. Por ejemplo, si en diciembre de 2019 solo un 17% confiaba en Carabineros, esa cifra aumentó a 26% en agosto de 2021, a 38% en abril-mayo de 2022 y a un 46% en esta última encuesta. Algo muy similar ocurre con la PDI y las FF.AA. Es más, si en diciembre de 2019 solo un 19% apoyaba que Carabineros “usara la fuerza contra un manifestante violento”, hoy esa cifra sube a un 44%. Y si solo un 10% justificaba “el uso de gases lacrimógenos”, hoy alcanza un 30%. Hay un desesperado llamado al orden, la ley y la seguridad.

Especial mención merece el contundente apoyo al comercio internacional y a las inversiones extranjeras. Un 81% cree que debemos “ampliar el comercio con otros países” y un 68% cree que “se debe incentivar la inversión extranjera”. Y para pesar de los promotores de las teorías de la dependencia o la sustitución de las importaciones, un 72% de los chilenos cree que gracias al libre comercio “podemos tener acceso a mejores productos”. Vaya novedades para los nostálgicos sesenteros.

Las consecuencias políticas de todo esto son evidentes. La aprobación del gobierno de Boric solo alcanza un 24%. Y los cuatro personajes que generan mayor rechazo son Teillier y Jackson con un 57%, Vallejo con un 51% y Boric con 49%. Por si fuera poco, al comparar con la encuesta anterior, los aumentos estadísticamente significativos en la evaluación negativa recaen en Jackson, quien aumenta su evaluación negativa en 16%, mientras que Boric aumenta en 13%, Teillier en 12% y Vallejo en 7%. Y los aumentos estadísticamente significativos en la evaluación positiva recaen en solo tres figuras: Matthei aumenta su evaluación positiva en 9%, Piñera en 6% y José Antonio Kast en 5%. Parece que no podemos hablar de una marea roja. Ni siquiera de una marea rosa. Y menos de un oasis.