El Mercurio, domingo 31 de octubre de 2004.
Opinión

Algunas claves para la elección de hoy

Harald Beyer.

Una votación de 18,9 por ciento como aquella de la elección de diputados de 2001 -más probable, pero tampoco fácil de lograr si la derecha tiene un resultado particularmente positivo- puede que no detenga la proclamación de Adolfo Zaldívar, pero sin dudas le restaría mucha fuerza. Claro que una votación mediocre de la DC también les quitaría impulso a las demás alternativas democratacristianas.

Para las casi 1.280 personas que compiten por una de las 345 alcaldías y las poco más de 6.300 que lo hacen por una de las 2.144 concejalías, éste es un día tremendamente especial. Ha sido una campaña intensa y en pocas horas más alrededor de siete millones de compatriotas habrán decidido su destino político. Por supuesto, hay algunas que saben que su elección está asegurada y otras que nunca esperaron ocupar un sillón municipal o un lugar en los Concejos Comunales; quisieron más bien dar un testimonio de su compromiso con una coalición política. Sin embargo, una proporción importante estará esperando con extremado nerviosismo los resultados hasta muy avanzada la noche. Es que los resultados en muchas comunas se anticipan sumamente estrechos. Pero serán los líderes de las dos principales coaliciones y de los partidos que las componen los que estarán siguiendo con especial atención los resultados nacionales que comenzarán a ser divulgados una vez que se haya escrutado nacionalmente el 10 por ciento de las mesas. A partir de ese entonces, la algo menguada dimensión local de estas elecciones habrá quedado definitivamente atrás.

Para la Alianza, el desenlace de esta noche no es especialmente dramático. Por supuesto, el resultado de Santiago puede ser emblemático pero sólo si Alcaíno pierde, evento que se ve muy improbable. Por cierto, un triunfo sobre la Concertación la pondría a las puertas de La Moneda, pero su todavía débil estructura territorial, su predilección por la elección de alcaldes antes que la de concejales, hace difícil pensar que ello pueda ocurrir, por lo menos en este nivel. Con todo, pocos dudan que la Alianza debería subir por encima del 40 por ciento que obtuvo en la elección municipal de 2000, hecho significativo, especialmente por lo que ello supone para la Concertación.

Claro que en la votación de alcaldes la historia puede ser otra. Aquí las matemáticas son de gran ayuda. En la actualidad hay casi el mismo número de alcaldes aliancistas que concertacionistas. Sin embargo, tanto en población como en votación válidamente emitida superan en casi un 10 por ciento a las comunas oficialistas. En poco más del 35 por ciento de esas comunas, la Concertación fue mayoría en la pasada elección municipal. Ahora, en un buen número de ellas se reelegirá el actual alcalde aliancista. Este solo efecto provoca un importante traspaso de votos. En cambio, las comunas a cargo de alcaldes concertacionistas donde la oposición obtuvo mayoría el año 2000 representan apenas el 7 por ciento del total controlado por la coalición de centro izquierda. En algunas de ellas sucederá algo similar a la que ocurrirá en las comunas espejo controladas por la oposición, pero aquí el trasvase de votos apenas se notará. Hay aquí un espacio para que la Alianza sienta que ha dado un nuevo paso para instalarse en La Moneda en marzo de 2006. Más dramática será la elección para la Concertación. Apenas cerradas las urnas, comenzará la carrera por la nominación presidencial en dicho conglomerado. Si la Democracia Cristiana obtiene un buen resultado, antes que finalice el día veremos que la Concertación tendrá un nuevo precandidato presidencial. No cabe duda de que Adolfo Zaldívar espera con especial ansiedad los votos de los concejales que miden con algo más de claridad el peso específico de cada uno de los partidos. Sin embargo, las matemáticas no lo acompañan demasiado.

En la elección pasada, las dos coaliciones reunieron poco más del 92 por ciento de los votos válidamente emitidos. Las listas alternativas reunían el 2000 menos de un cuarto de las candidaturas. En la elección actual de concejales, en cambio, representan un tercio de las opciones. Por esta razón, puede producirse un retroceso en ese 92 por ciento. Por cierto, la magnitud no debería ser demasiado significativa, pero en una elección que se anticipa estrecha cada voto vale. Como, además, es probable que la Alianza incremente su votación relativa, la posibilidad de que la DC logre un resultado que esté cerca del 21,6 por ciento obtenido en ese entonces es extremadamente remota. Una votación de 18,9 por ciento como aquella de la elección de diputados de 2001 -más probable pero tampoco fácil de lograr si la derecha tiene un resultado particularmente positivo- puede que no detenga la proclamación del presidente de la Falange, pero sin dudas le restaría mucha fuerza. Claro que una votación mediocre de la DC también les quitaría impulso a las demás alternativas democratacristianas.

En este escenario, la elección para el bloque PPD-PS-PRSD no parece ser de vida o muerte. Su votación no debería sufrir grandes variaciones. El PPD tendrá que pagar algunos costos por su insistencia en la candidatura de Schaulsohn, pero las lecciones que se extraigan de ese episodio fortalecerán las posibilidades de Michelle Bachelet, la figura concertacionista más encumbrada en las encuestas de opinión pública y que a partir de esta noche habrá dado un paso más para convertirse definitivamente en la abanderada de este subpacto y quizás de la coalición gobiernista.