La Tercera, sábado 13 octubre 2007.
Opinión

Algunas reflexiones acerca de EFE

Leonidas Montes L..

El Presidente Lagos nos subió el ego. Atrás quedó el chileno ratón, apocado y resentido. Chile, un país abierto al mundo, pasó a ocupar un lugar en el mundo. Eramos verdaderos tigres, devotos de aquellos rankings que nos situaban en algún lugar privilegiado.

Se nos anunció que el 2010 seríamos un país desarrollado. Con esa convicción, y su visión del Chile del futuro, Lagos inauguraba el tramo de Ferrocarriles de Santiago a Puerto Montt. Celebrando parte del histórico Plan Trienal 2003-5, nos decía “el tren, con su caminar a lo largo entre Santiago y Puerto Montt, será la espina dorsal sobre la cual seremos capaces de seguir construyendo el país”. Algunosministros, sus colaboradores más cercanos, políticos y la mayoría de los ciudadanos vibraban con sus palabras. Su entusiasmo transmitía esa confianza en un Chile ad portas de ser desarrollado.

Tuvimos que esperar un par de años para darnos cuenta de que esa espina dorsal no era tan firme para sostener al Chile que soñábamos. La irresponsabilidad frente al despilfarro de más de 1.000 millones de dólares nos despertó de ese sueño. Y poco después, con el Transantiago, muchos ciudadanos simplemente dejaron de soñar. Con pesar fuimos dándonos cuenta de que debajo de esa simple hojarasca había cierta podredumbre. Todo esto opacó el legado del Presidente Lagos que, entre otras cosas, nos había devuelto el orgullo de ser chilenos.

La primera lección del escándalo de EFE, y el desastre del Transantiago, fue volvernos a la realidad. Estábamos en Chile, aún lejos de ese desarrollo que de vez en cuando nos prometen (nota: fue postergado al 2020). Pero, ¿cómo pudo fallar todo esto? Chile se destaca por tener equipos de profesionales ligados al transporte de prestigio mundial. Todo esto resulta, ex post, incomprensible, casi paradójico. En el proyecto Transantiago pululaban los expertos. En cambio en EFE se dejaron cientos demillones de dólares en manos de inexpertos con evidentes vínculos políticos. Innumerables estudios equivocados, errores de todo tipo y descoordinaciones descomunales, nos dejaron entrever serias fisuras institucionales.

Transantiago y EFE serán ejemplos históricos. Si hace diez años comitivas de extranjeros venían a aprender de las grandes reformas económicas realizadas en Chile, hoy nos visitan para saber que es lo que no hay que hacer en transporte público.

La segunda lección es que Chile está cambiando. Hoy los medios de comunicación reflejan un debate público serio. Un reciente reportaje de EFE en Chilevisión, informado e inquisitivo, es un buen ejemplo. La ciudadanía, tradicionalmente dócil ante la autoridad política, hoy exige resultados. Y también transparencia.

Algunos no han podido, o tal vez no han querido ver este último cambio. Nuestras empresas públicas aún se manejan con un oscurantismo digno del ancien régime. El año 2003 el Ministerio de Transportes delegó la administración de EFE al Sistema de Empresas Públicas (SEP). Esto no ayudó mucho. EFE, como empresa, está quebrada. Los resultados, con millonarias pérdidas anuales, están a la vista. A la fecha su deuda es de más de 1.000 millones de dólares, con aval de todos los chilenos. Pero si antes se decía que pagaba Moya, hoy los ciudadanos saben que pagamos todos.

Y aunque se habla de un estudio del Banco Mundial y otro de la PUC, estos siguen siendo secretos. Tan secretos como todos esos estudios que nos llevaron a un despilfarro de proporciones. ¿Quién y cómo evaluó invertir en el tren a Puerto Montt y en el Biotrén? Claramente hubo otras motivaciones. De esas que se resuelven a puertas cerradas, como nos ha dejado en claro el doctor Rojas, presidente del SEP. Urge reformar la administración de las empresas de todos los chilenos.

EFE ha sido usada con fines políticos, y dejada en las manos de políticos irresponsables. Algunos, simplemente, mienten. Unos pocos reconocen su “responsabilidad política”. Así, sólo nos queda el consuelo de Karl Popper con nuestras empresas públicas: una democracia nos permite deshacernos de los malos.

El nuevo presidente de EFE combina capacidad técnica con peso político. Es un nombramiento que debemos aplaudir. Por ahora sólo queda esperar que la balanza se incline finalmente hacia sus accionistas, que somos todos los chilenos, no hacia aquellos con acciones preferentes. Tendrá un contrapeso importante.