La solemne ceremonia para quienes fueron ungidos como militantes del PDC parecía un verdadero sacramento. Después de comprometerse a ‘la construcción de una sociedad democrática, justa y solidaria’, el aspirante a demócrata cristiano juraba solemnemente lealtad al partido. Finalmente era consagrado: ‘serás llamado y deberás llamar camarada a tus compañeros del partido’.
Hasta hace poco se invitaba a los potenciales militantes a participar de este rito en la página ofi cial del partido. Esta suerte de sacramento político refleja los orígenes religiosos del partido. Desde sus inicios como la Falange Nacional, pasando por su fundación en 1957, hasta hoy -aunque ciertamente en menor grado- la infl uencia católica ha sido determinante para el PDC.
La relación entre política y religión es un tema complejo. Es interesante estudiar fenómenos religiosos desde una perspectiva política. Pero hacer política desde la religión, genera contradicciones. En cierto sentido la DC enfrenta un dilema parecido al de Canal 13.
Desde la reforma agraria, pasando por el llamado a ‘corregir el modelo’, la DC ha evidenciado una difícil relación con el mercado. Esta encrucijada se refl eja en aquella notable declaración de Patricio Aylwin: ‘el mercado es cruel’.
Muchos camaradas observan como el mercado ha expandido sus voraces fauces. En su despiadada crueldad, las juntas de vecino han sido reemplazadas por algún mall (los “malls”, dicho sea de paso, no le gustaban a Aylwin). Si Maritain pregonaba las virtudes sociales, parece ser que en nuestro querido Chile el intercambio se está convirtiendo en la base de las relaciones humanas. Ni siquiera nuestra democracia escapa a esta nueva moneda de cambio: sólo importan los votos. Y para qué hablar de la política: sólo se trata de mantener y aumentar el poder. Pero aquellos que dirigen el partido, todo esto lo saben muy bien.
La estructura de la DC es bastante oligárquica. No existe mucha movilidad. Aquellos que ostentan el poder, saben de política. Eso sí, se lamentan de que ya no sea como participar en la misa dominical, donde todos tomados de la mano cantan por un mundo mejor.
Imagino que en los tiempos de Frei Montalva la ceremonia de ingreso al partido debe haber sido muy formal. Probablemente convertirse en camarada bajo el primer gobierno de la DC era un asunto de movilidad social. Tal vez también un asunto económico. En ese entonces es posible que la teta -recordando aquella célebre metáfora de Lamarca- también haya tenido mucha leche. Las cosas no han cambiado mucho. Con esa autoridad moral, propia de los alojados, el ex presidente Frei propuso exprimirla totalmente para evitar que cayera en manos de la derecha. Y como en este país el que no llora no mama, quién sabe.
Dentro de la gran familia de la Concertación, existen notables ejemplos de cómo la solidaria familia de la DC ha administrado la teta con la fraternidad cristiana que les corresponde.
– No importa que no tenga título profesional, camarada. Lo importante es que tiene habilidades de gestión. Si es miembro de la DC, con la ayuda de Dios -estamos segurospodrá gastar esos US$ 1.100 millones para el bien del país. Su mujer ya es gerente. Me alegra tanto por el bien de nuestro Banco… Ahora no se preocupe, camarada, si su cuñado es infl uyente dentro del partido. Además está casado con nuestra presidenta. Tranquilo, si sus amistades lo protegerán de las roterías. Si se complica la cosa, no pierda la calma, camarada. Nuestro médico cirujano -a cargo de las empresas públicas- sabe muy bien como operar en estas situaciones.
– Me dice que su hijo vive en el extranjero, camarada. No se haga más problemas, ya le encontraremos alguna buena posición.
Pese a que la DC ha sufrido serias bajas en términos de representación, continúa aprovechando su efecto bisagra. Arrimada al centro del espectro político, ha sabido canjear ciertos benefi cios. Pero se asoman nuevos problemas.
Soledad Alvear hoy juega con la diosa Fortuna. Cuando Eduardo Frei criticó el plan de salvataje del Transantiago, Alvear declaró -casi con un puchero- que esperaba que su postura no obedeciera a alguna actitud personalista. Finalmente Frei transó. Pero Zaldívar, otro peso pesado de la DC, en un acto legítimo, se opuso a la operación rescate. Ahora enfrenta a una suerte de Inquisición. Entretanto, sólo nos queda seguir contemplando cuán demócratas y cristianos son los camaradas.