Diario Financiero, miércoles 2 de mayo de 2007.
Opinión

Andrés Bello: un visionario del Chile de hoy

Leonidas Montes L..

Después de un largo viaje de cuatro meses, el 20 de agosto de 1829 don Andrés Bello le escribe a su amigo José Fernández una carta maravillosa. Aquí narra sus primeras impresiones de Chile:

“El país hasta ahora me gusta aunque lo encuentro algo inferior a su reputación… En recompensa se disfruta aquí por ahora de verdadera libertad; el país prospera; el pueblo, aunque inmoral, es dócil”. (*)

Su lectura es tan contingente a nuestro Chile de hoy que amerita pensar algunos de los puntos que toca.

Lo primero es que don Andrés Bello encuentra a Chile “algo inferior a su reputación”. Aquellos que todavía creen que Chile es la estrella de Latinoamérica olvidan que ya no sacamos nada comparándonos con nuestros vecinos. Es más, algunos países de Latinoamérica están realizando reformas atrevidas y mientras nosotros seguimos descansando en nuestra reputación. Es cierto que en los últimos 30 años lo estamos haciendo sistemáticamente mejor que América Latina, en materia de políticas públicas y de política económica. Pero no por ello debemos seguir descansando en la autocomplacencia de nuestra reputación. Esa reputación pronto puede ser parte del pasado. Tenemos que pararnos y sacudirnos de nuestros laureles.

Hemos sido beneficiarios de reformas pioneras en el mundo que comenzaron en los setenta y tuvimos nuestro período dorado entre 1986 y 1997. Desde entonces nuestras tasas de crecimiento han sido mediocres. No obstante los admiradores del “Estado de bienestar” claman por un Estado más poderoso. Para este fin promueven una mayor tasa impositiva que nos permitiría alcanzar los niveles de países como Suecia. Pero Chile es todavía Chile. Y antes de hablar de subir impuestos el verdadero proof of the pudding es ver como se gastan nuestros recursos. Al parecer algunos aún no han visto -o no quieren ver- la verdadera chapucería del Transantiago o los serios problemas de gestión y despilfarro en Ferrocarriles. Nuestra reputación es excesiva, aunque ya se está poniendo en tela de juicio.

En seguida Andrés Bello reconoce que disfrutamos de “verdadera libertad”, pero plantea que nuestro “pueblo, aunque inmoral, es dócil”. Partamos por la docilidad. ¿Alguien se puede imaginar lo que hubiera sido el inicio del gran proyecto Transantiago en una ciudad como Buenos Aires? Si hubiera sido promocionado por Maradona o Messi, los porteños no sólo se hubieran sentido también traicionados por sus estrellas. Lo más probable es que hubieran quemado la Casa Rosada. En nuestro gran Santiago la gente dócilmente aceptó, a regañadientes, los serios inconvenientes del nuevo plan. Refunfuñando comenzaron a hacer cola. Mucho tuvieron que modificar sus costumbres. Incluso rehacer su vida en estas nuevas circunstancias tan adversas.

Por último, don Andrés Bello nos tilda de “inmorales”. Esta es una acusación dura. A lo mejor por eso le puso tanto empeño a dejarnos un muy buen sistema legal. Pero fíjese en lo siguiente: un senador de la República presenta un proyecto de ley de nanotecnología íntegramente copiado de Internet. Nos enteramos de esto por un reportaje televisivo de canal 13. Las ocho páginas de su proyecto son copiadas literalmente de Wikipedia y de un estudio disponible en la web. Consultado por esta gravísima aberración, el senador Navarro intenta explicar lo inexplicable con argumentos tan incomprensibles e imperdonables como su propia acción.

En el mundo académico la copia y el plagio son asuntos muy serios. En lo político debería serlo aún más. Estamos hablando de las leyes de nuestro país. Esto requiere ser debatido. Pero como según Andrés Bello somos un pueblo de “inmorales”, parece no importarnos. Sólo nos queda esperar que nuestro senador Navarro no utilice Google Earth para algún asunto de límites fronterizo.

Muchos han debido renunciar por falsear currículums. Pero nuestros representantes en el Congreso, y en este caso en el Senado, con inusitada liviandad “copian” proyectos de ley. Me pregunto qué impresión agregaría de Chile don Andrés Bello si supiera que nuestros senadores hoy copian textualmente proyectos de ley. ¡Incluyendo las faltas de ortografía!

* Agradezco a Enrique Barros la mención a esta maravillosa carta y a Iván Jaksic por proporcionármela.