La Tercera, 4 de junio de 2018
Opinión

Animal político

Leonidas Montes L..

Nuestro país ha vivido extraordinarias mejoras en las condiciones de vida que han generado cambios sociales, políticos y culturales que poco a poco vamos aquilatando. Y la cuenta presidencial es sólo otra muestra de estos cambios.

Los intelectuales de «El Otro Modelo», cuya expresión sociológica aterrizó en La Moneda bajo el alero de Pedro Güell, propusieron una mirada más bien pesimista de la sociedad chilena. Interpretando la tesis del malestar a su manera, extremaron y atizaron su propia visión de la sociedad chilena. En la arena pública esa tesis resaltaba lo negativo y opacaba lo positivo. A partir de las críticas a algunas instituciones y los argumentos contra la vapuleada etiqueta del neoliberalismo, la sensación predominante era que los chilenos habíamos sido engañados. Sumado a todo esto, la justificada crisis en la credibilidad de nuestras instituciones tradicionales -la Iglesia, el Congreso, la política, las empresas y al final Carabineros- coronaban una ola que echaba espuma. Pero esa ola ha perdido fuerza. Y en cierto sentido el sorprendente apoyo a Piñera en las elecciones no fue solo un giro del péndulo; también un llamado al optimismo.

Chile es hoy, en el amplio sentido de la palabra, mucho más liberal. El domicilio del chileno ya no es tan político ni ideológico. Es un país de clase media que valora su esfuerzo y la autonomía para mejorar sus condiciones de vida. Es una sociedad donde la valoración de lo propio se extiende más allá de lo material. Por eso, al apretar la tecla de la libertad con ese llamado a «oxigenar y no ahogar la libertad», se está apelando a ese Chile liberal. Es cierto que quedan pendientes muchos temas peliagudos para la derecha tradicional, pero el impulso de la sociedad avanza en esa dirección. Y también es cierto que ese liberalismo va acompañado de la solidaridad y la esperanza, temas más propios de la falange. Eso explica la admiración de Piñera hacia Aylwin. Y su deseo de emularlo.

En términos políticos las duras críticas a Bachelet con el llamado a la unidad pueden parecer inconsistentes. Pero no olvidemos que Piñera es un pragmático zoon politikón que ha vivido y conoce bien la política. La virtud política republicana resalta la fortaleza. Y Piñera la tiene de sobra. Y aunque a ratos pierde el control del sentido de la prudencia (recuerde la broma a Maya Fernández), su pragmatismo se reflejó en su decisión de mantener el impuesto a las empresas en un 27%. Pero el llamado a poner a los niños primero en la fila es algo muy potente. También lo es la promesa de ampliar el Metro y eliminar el CAE avanzando hacia un crédito contingente al ingreso. Y si agregáramos las necesarias mejoras al Estado, Chile volvería a ser un ejemplo de buenas políticas públicas.

Fue su discurso presidencial con menos palabras, pero el más largo en términos de tiempo. Aunque podríamos medir si esto obedece a las interrupciones a favor o en contra, la última palabra la tendrán los chilenos. En fin, esa es la gran jugada: el anhelo de una segunda transición.