La discusión por la reforma educacional ya está entrando en un escenario clave. El próximo 9 de septiembre vence el plazo para presentar las indicaciones a la iniciativa en la Cámara de Diputados y, a nivel de todo Chile, continúa el debate sobre las implicancias y posibles efectos que tendría este proyecto.
Fue precisamente en el marco de un seminario organizado por la Federación de Instituciones de Educación Particular (FIDE) que llegó hasta la zona el ex ministro de Educación y ahora director del Centro de Estudios Públicos (CEP), Harald Beyer, quien ha sido uno de los principales detractores de esta medida impulsada por el gobierno.
A su juicio, la propuesta tiene “muchas diferencias técnicas”. Considera que terminar con el copago hará que muchos establecimientos tengan dificultades para seguir financiándose y que es una “mala señal” el querer terminar con la selección en los liceos tradicionales.
Asimismo, señala que no se debe demonizar lo que se ha denominado “lucro”, pues ya desde el siglo XIX se han permitido proyectos donde los sostenedores, además de entregar educación, pueden retirar una ganancia “y esa ganancia paga la inversión que ellos han hecho y también paga la gestión”.
-¿Cómo define la reforma educacional que está impulsando el gobierno?
“Mi impresión es que es un proyecto que tiene muchas deficiencias técnicas. Ahora, el gobierno ha planteado que está dispuesto a hacerle cambios, pero tal como está el proyecto es muy deficiente y produce mucha tensión en el sistema educacional innecesariamente, porque uno está dispuesto a poner al sistema educacional en tensión cuando cree que esas políticas van a producir efectos en algunas de las dimensiones que son las que nos preocupan, que son la equidad o la calidad, pero este proyecto hace muy poco en esa materia y más bien, incluso en algunos aspectos puede retroceder”.
-¿En qué casos?
“Por ejemplo, la forma en la que termina con el copago hace que varios proyectos educativos tengan dificultades para poder seguir financiándose. Yo estimo que esos números son del orden de 580 mil a nivel nacional, con 909 colegios, también acabo de hacer algunas estimaciones para la región de Coquimbo de que serían 32 mil los estudiantes perjudicados, que están en 58 colegios, porque compromete muy pocos recursos. Pero, ahora el ministro ha dicho que van a haber más recursos y por lo tanto, si eso se logra, no tengo problemas con terminar el copago”.
-Usted mencionaba los colegios de excelencia también…
“A mí me preocupa el término, en la práctica, de los liceos tradicionales, que hoy seleccionan a través de una prueba, pero este proyecto establece que van a poder seleccionar solamente entre el 20% de mejores alumnos de cada establecimiento del que provengan los estudiantes y, si son más de los cupos que tiene disponible, tiene que irse a una tómbola. Me parece que es una mala señal, creo que tiene un error de diagnóstico y es creer que los niños que ingresan a estos liceos, como son buenos, la verdad es que el liceo no hace ningún aporte a ellos real”.
-¿Y en relación al financiamiento?
“Creo que terminar con esto que se ha llamado el lucro no es una buena idea. Desde el siglo XIX en Chile se han permitido proyectos donde los sostenedores además de entregar educación, pueden retirar una ganancia y esa ganancia paga la inversión que ellos han hecho y también paga la gestión. Eso es lo que ha existido en el país desde el siglo XIX y se consagró en la ley de instrucción primaria del año 1920, que establecía que también podían existir sociedades comerciales que proveyeran de educación en Chile. A mí me parece que decir esto ya no corre más es un error, porque hoy lo que falta en Chile es calidad y hay muchos establecimientos de esta naturaleza que están teniendo buenos resultados”.
-¿Y qué pasa con los que no logran buenos resultados?
“Yo soy el primero en reconocer de que hay algunos que se administran mal y que hay que cambiar eso, pero me parece que la política tiene que más bien exigir estándares de desempeño a esos establecimiento y, si los satisfacen, no hay problemas y si no, bueno, ahí procederá algún sistema de sanción o de multa o de término de esos establecimientos”.
-Pero precisamente la crítica que se hace es esta diferencia que existe, que el que tiene paga y accede a mejor educación…
“Ya, pero eso afecta al copago, ese es el argumento para terminar con el copago, pero el lucro no tiene nada que ver con eso, el lucro apunta a otra dimensión. Eso indudablemente que tiene algo de verdad, pero si hoy día uno mira en la realidad, dado la creación de la subvención escolar preferencial, y si la mira como un equivalente a un copago que pone el Estado, sólo 3,3% de los establecimientos quedan fuera de esas familias vulnerables. Entonces, no son todos los que tienen copago, solamente un grupo muy reducido. Si uno quisiera terminar ese problema, bueno, podría ajustar la subvención escolar preferencial. No me parece que es un problema grave, en cambio sí me parece un problema grave que hoy la subvención general en Chile es del orden de 1.440 dólares y el costo de un colegio particular está en cifras del orden de 5.400 dólares en promedio”.
-Pero una de las consultas que se hizo en el seminario de la FIDE es ¿Por qué ustedes no trabajaron en mejorar algunos aspectos de la educación, como las condiciones de los profesores y la calidad?
“Por supuesto, pero nosotros enviamos un proyecto, que fue en general celebrado transversalmente y lo envié yo personalmente a dos meses de haber asumido, que fue el de carrera profesional docente, que mejoraba las condiciones de los profesores, que disminuía las horas lectivas y entregaba más horas no lectivas para que pudieran preparar clases. Ese proyecto por razones ideológicas o más bien políticas del momento no avanzó con la prontitud que debiera haber avanzado. Después me destituyeron así que tampoco pude seguir promoviéndolo”.
-¿Hubo poco tiempo para poder hacer cosas?
“Claro, sí, por supuesto, algo de eso sucedió, pero también había un clima político enrarecido, que hacía más difícil avanzar en las reformas más estructurales”.
-¿Y no pasa lo mismo ahora con Eyzaguirre, que también se encuentra en un clima político complicado?
“Claro, pero yo creo que hay un cierto error de diagnóstico en el gobierno y este error está asociado al hecho de que la población compartía los lineamientos específicos de la reforma educacional. Lo que nos ha pasado como sociedad es que nos hemos dado cuenta que la población tiene matices, entonces, comparte algunos de los lineamientos de la reforma educacional y no otros. Ese equilibrio es el que el gobierno no ha logrado establecer, porque inicialmente compró un diagnóstico, que es básicamente el que emergió de las movilizaciones estudiantiles, pero que la población no comparte a grandes rasgos, comparte solo algunos aspectos, pero no todos. Ahí el gobierno cometió un error y ahora lo tiene que enmendar y ver como equilibra su agenda de forma tal que sea más aceptable por la población de manera transversal”.
-¿Cree que las exigencias de los movimientos estudiantiles radicalizaron esta propuesta?
“Claro. Un muy buen ejemplo de eso es que cuando la presidenta Bachelet vuelve a Chile después de su estadía en Nueva York, sostiene en un primer momento que no le parecía la gratuidad absoluta en educación superior, incluso lo puso en términos muy personales, que no le parecía justo que el estado le pagara la educación a sus hijos. Luego, en el programa, ya había gratuidad universal, y, por lo tanto, esa primera mirada fue de alguna forma cambiada para acoger lo que se creía era lo que la población estaba demandando y la sorpresa fue que la población no estaba demandando eso”.
-¿Cuál debería ser la estrategia?
“Lo que se hace necesario es que el ministro Eyzaguirre y el gobierno en general balanceen mejor su agenda, sobre todo porque cuando uno mira por ejemplo la encuesta CEP; que acaba de aparecer y ve los grupos medios, que son los que mueven la opinión pública en Chile, tienen esta mirada muy matizada. Por ejemplo, no quieren gratuidad para todos en la educación superior, privilegian la educación particular subvencionada por sobre la municipal y desconfían más de la estatal incluso. Entonces, el gobierno tiene que decidir bien cuáles son sus caballos de batalla. Ahora, también quieren cambios, entonces, la pregunta es cómo equilibrar eso”.
LO QUE SE VIENE
-Si vamos al plano de la especulación. ¿Cómo ve que va a terminar esta reforma?
“Bueno, el gobierno ya ha dicho que va a cambiar la forma en que termina el financiamiento compartido, se está hablando ahora de regular el lucro, el senador Montes habló de ganancias excesivas, o sea, estarían permitidas las ganancias, también he visto que el senador Walker y el propio diputado Walker han planteado ideas en esa dirección, por lo tanto lo que uno cree es que, más que terminar el lucro, lo que va a haber es una forma de definición de una retribución justa por la inversión realizada y por la gestión”.
“Ahora, supongo que en selección, donde el tema es no tanto el sistema que está proponiendo el gobierno sino que la posibilidad de que existan experiencias como los liceos tradicionales y que haya un cierto respecto a que los colegios religiosos puedan tener mayor injerencia en el proceso, yo creo que por ahí podría haber una solución”.
-Pero el 9 de septiembre se vence el plazo para presentar las indicaciones…
“Si, pero esto va al Senado después. Está en la Cámara de Diputados todavía yo supongo que independientemente de lo que pase con el proyecto en la Cámara de Diputados vienen nuevas instancias y hay espacios de diálogo que hay que agotar para que, de una vez por todas, tengamos este marco común de la educación escolar”.