El economista del Centro de Estudios Públicos (CEP), enfatiza que “debemos promover esto con mucha más fuerza, y eso implica utilizar menos las indemnizaciones y más un seguro de cesantía generoso y mejor diseñado”.
—Según las últimas cifras del INE, se detecta un estancamiento en el margen a nivel de ocupación. ¿Cómo observa el panorama para 2011 en este aspecto?
—La desocupación natural está en torno a 6,5% y 7%, por lo que en las condiciones actuales me atrevería a sostener que hay pleno empleo.
—Sin embargo, la tasa de participación es baja y persiste un alto registro de inactivos potencialmente activos…
—En efecto, es extremadamente baja en relación a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), por lo que más que subir el empleo hay que elevar esa cifra de participación.
—¿Y cómo lograrlo?
—La única forma es incrementando la fuerza de trabajo; ese es uno de los desafíos actuales. Si uno mira la proporción de personas empleadas en Chile, prácticamente no ha cambiado en los últimos 20 años. Si bien algo ha subido en cuanto a las mujeres, al mismo tiempo se redujeron los puestos menos calificados.
—Según la cartera de Economía, la Agenda de Impulso Competitivo podría expandir la productividad en un 1,5%, ¿lo cree posible?
—Hay una situación algo homogénea en este índice; es decir, hay sectores con alta productividad y otros con una muy baja. Además, tenemos un mercado laboral segmentado; trabajadores que tienen un alto nivel de protección; otros, un nivel razonable, y están los que tienen uno demasiado bajo. Esto debe ser atendido si se quiere aumentar la productividad.
Flexibilidad
—¿Le parece prudente reformular la indemnización por años de servicio?
—En el fondo, lo que se hace en Chile es proteger la plaza laboral, y uno debería pensar en un sistema que proteja más los ingresos. En ese sentido, se están moviendo los países europeos, los que han sido bastante rígidos antes. Tenemos que promover esto con mucha más fuerza, y eso implica utilizar menos las indemnizaciones y más el seguro de cesantía, el que debiera ser más generoso y mejor diseñado.
—¿La OCDE ha recalcado la necesidad de inyectar mayor flexibilidad en el ámbito laboral doméstico, ¿suscribe esa premisa?
—Me parece que las recomendaciones de la OCDE en este campo son válidas. Por ejemplo, considera que dada nuestra densidad de trabajadores, el salario mínimo es alto respecto del resto de los miembros del bloque.
—Se evalúa cambiar los parámetros para definir el salario mínimo…
—Sería interesante flexibilizarlo. Hay casos como el de Holanda en donde tienen un salario mínimo más bajo que el nuestro. Lo que interesa es que las personas ingresen rápidamente al mercado para que se capaciten y mejoren sus experiencias laborales. Con un salario muy alto, hay tensión con el empleo, sobre todo en los jóvenes. Si se pretende promover políticas contra la pobreza, hay que utilizar otros instrumentos.
“Seguiremos Teniendo un Déficit Estructural”
—¿Han sido acertadas las políticas fiscales y monetarias en materia de control inflacionario?
—Claramente es necesario moderar la demanda agregada y la forma de hacerlo es a través de desincentivar el consumo. Por eso, el Banco Central está subiendo la tasa de interés hacia una que sea más neutral, del orden del 6%.
—¿Será suficiente el recorte en el gasto fiscal aplicado para este año?
—Tiene roles complementarios. Está el desafío de elevar el crecimiento potencial y eso significa tratar de aumentar la productividad. Se ha hecho un esfuerzo fiscal, pero no hay que descartar que pueda haber uno adicional.
—El Gobierno apuesta por volver a un superávit estructural en esta administración, ¿es posible?
—No, porque si bien se puede reducir un poco el gasto, no tiene tanta libertad para bajarlo en forma dramática, por lo que seguiremos teniendo un déficit estructural. Ahora, si el precio del cobre sigue siendo muy alto, se podría acercar a una situación de balance, pero no de superávit.
—¿Cuál es su opinión respecto a la discusión generada por el valor del tipo de cambio?
—Hay que restarle un poco de dramatismo al tema del dólar. Si uno ve el tipo de cambio real, está en un nivel razonable. El ingreso de capitales es mucho más restringido de lo que era en los ’90. Al mismo tiempo, hay informaciones contradictorias, como la idea del encaje.