Por Olga Bustamante.
Para Harald Beyer, nuevo director del Centro de Estudios Públicos (CEP), la discusión sobre la reforma tributaria no es si ésta debe hacerse, si los tres puntos del PIB que pretende recaudar son necesarios, y si elevar el impuesto a las empresas es adecuado. En todo eso, en términos generales, él está de acuerdo. Su crítica de fondo apunta al cambio de tributación de base retirada a devengada, y a la consecuente eliminación del FUT. Es respecto de ello que, pese a la inflexibilidad que reiteró este fin de semana el ministro de Hacienda, cree que el gobierno debe reflexionar y abrirse a modificaciones, porque a su juicio “existen formas superiores” de conseguir los mismos recursos y objetivos al que apunta esa medida, y que generan menos daño al país. Tampoco descarta un sistema alternativo que no sea el FUT, pero que cumpla con incentivar el ahorro de las empresas.
¿El gobierno está pasando la aplanadora en materia tributaria al haber aprobado en sólo tres semanas la reforma en la comisión de Hacienda de la Cámara?
-Es entendible que el gobierno quiera usar su mayoría para avanzar rápidamente en una reforma que para ellos es emblemática, pero dadas las implicancias que puede tener, habría sido conveniente un poco más de espacio para tratarla y espero que en el Senado se dé una discusión mucho más amplia, con muchos más actores, donde se puedan contrastar distintas visiones y sobre todo se puedan estimar los eventuales impactos. Parte del problema y del análisis que ha faltado es que hay mucho desconocimiento del impacto que pueda tener la reforma.
Hacienda se abrió a indicaciones en la Cámara. ¿Es una señal positiva? ¿Fueron importantes esas modificaciones?
-Como señal de apertura es importante, pero los ajustes fueron irrelevantes desde el punto de vista del impacto esperado de la reforma.
Son más bien cambios sectoriales no trascendentes. Aquí lo importante tiene que ver con el aumento de la carga tributaria a la renta. Eso es el grueso de la reforma y es lo que va a producir un mayor impacto potencial en la actividad económica, en el empleo, en la inversión.
¿Usted es contrario a la reforma tributaria?
-No. A mi juicio el país debe ir a un nuevo acuerdo económico, social y político. Me parece bien que se suba la carga tributaria, hay varios déficits que financiar, y tampoco tengo reparos a la magnitud de 3 puntos del PIB. Pero la pregunta es cómo. Y creo que hay mejores alternativas que eliminar el FUT. Hay formas superiores.
Pero el gobierno insiste en que no tendrá efectos negativos. ¿Cuál es el perjuicio que usted le ve?
-Detrás de la idea de eliminar el FUT hay un convencimiento de que esos recursos se pueden encontrar fácilmente en el mercado de capitales, pero eso no es cierto y no está probado que sea así. De hecho, las empresas se financian hoy alrededor de tres cuartas partes con recursos propios, lo que da cuenta del problema que significa la eliminación del FUT. Descansa entonces en un supuesto falso. Y descansa también en la idea de hacer más redistributivo el sistema tributario chileno. Pero ese argumento es incorrecto porque los ahorros que genera una empresa son recursos para generar ingresos futuros y, por lo tanto, deberían ser tratados de la misma forma que los otros insumos, como gasto. Si uno mira el informe Mirrlees de Inglaterra, establece un punto muy pertinente para esta discusión. Sostiene precisamente que los ahorros de las empresas tienen que ser deducidos como gasto, que es un concepto distinto al FUT, pero muy parecido y que va en el mismo espíritu. En ese caso entonces, está bien tributar sobre lo que ganan las empresas, pero descontando el ahorro.
El principio del FUT es ese y uno debiera tratar de preservarlo. No debería pensar en gravar los ahorros de las empresas para defender esta tesis redistributiva.
¿Ese es el corazón de su crítica?
– Claro. La carga tributaria a la renta va a pasar del orden de 7,5% a 10%. Es un aumento de un tercio, un cambio mayor. Todos los países que han pasado por este proceso han visto un efecto importante sobre su inversión y sobre los incentivos al esfuerzo personal. Está el argumento de que el gasto que genera el Estado tiene un efecto positivo, pero en el neto la evidencia es abrumadora de que el impacto es contractivo.
¿Comparte la estimación del efecto que plantea el ex ministro Larraín, que habla de una creación de 100 mil empleos menos en 4 años producto de la reforma?
-Depende mucho de cuáles sean las industrias con más impacto, por eso prefiero apuntar al efecto acumulado. En la experiencia internacional se aprecia que por cada aumento de un punto de la carga tributaria, acumulado en 5 años, el nivel del producto va a caer en torno a 1,5%, lo que suma 4,5% por los tres puntos. Eso puede significar del orden de 80 mil a 90 mil empleos menos. Parte de ese efecto podría compensarse si los recursos se gastan apropiadamente, pero nunca por completo.
¿Y eso cómo afecta a la tasa de crecimiento?
– Uno podría pensar que la tasa de crecimiento en 5 años se va a impactar anualmente en torno a 0,4%. Eso significa menos actividad, menos empleo, peores salarios.
Hacienda argumenta que se introducen otros incentivos a la inversión que compensarán la eliminación del FUT. Pero los incentivos que está introduciendo son muy modestos. La reforma es muy débil en promover incentivos al ahorro y a la inversión.
¿No faltó más proactividad para legitimar el FUT cerrando sus agujeros, si se sabía que había críticas al respecto?
– El 2001 se hizo una reforma a propósito del gasto de las sociedades de personas, donde se cerró eso. Tal vez pudo haber faltado fiscalización, pero desde el punto de vista normativo el FUT ya está bastante cerrado. De hecho, no se ha ofrecido demasiada evidencia acerca de esta idea de que el FUT sirve para eludir mucho. Faltará alguna reforma, pero hoy la evidencia de que gran parte de esto es consumo no está sustentada en los datos.
Es curioso, si el gobierno está tan convencido de esto, que los datos no aparezcan. Mi posición es que hay que refinar el aparataje que tenemos, cerrar los loopholes que existan, más que terminar con esta política, habiendo otras alternativas de recaudación.
¿Cuál sería esa alternativa a eliminar el FUT, sin que se afecte la recaudación?
– De acuerdo al informe financiero, la eliminación del FUT recauda 0,9% del PIB. La alternativa es elevar el impuesto al diésel que hoy es de 1,5 UTM por metro cúbico, mientras el de las bencinas es de 6 UTM. No hay ninguna razón para tener esta diferencia. De hecho, en los países europeos el impuesto al diésel es mayor que el de las bencinas. Entonces, si en Chile se iguala con el de la bencina, eso recaudaría 0,5% del PIB, más de la mitad de lo que consigue el fin del FUT.
Otro 0,13% del PIB es todos los incentivos que hay para las empresas de transporte a las que se les devuelve el impuesto específico. Por lo tanto, si gradualmente se avanza en retirar eso, estamos hablando ya de 0,65% del PIB.
Nos quedan 0,25% del PIB y eso se puede lograr revisando y poniendo más aparataje normativo para cerrar cualquier loophole que todavía pueda existir en el FUT, lo que podría dar 0,15% del PIB. Ahí sólo faltaría 0,1% del PIB, ante lo cual no hay ninguna razón para eliminar el déficit fiscal estructural de 0,1% del PIB a 2018. Podríamos tener una regla un poquito más flexible en esta materia y con ello completamos el 0,9% del PIB. Desde el punto de vista de la eficiencia de la economía y de la necesidad que el país siga invirtiendo, es una solución mejor que eliminar el FUT.
¿Y no hay manera de pensar en un sistema que preserve el incentivo al ahorro de las empresas, pero que no sea el FUT?
– Se puede repensar el sistema en forma tal de que el número de años que no puedan retirar utilidades tenga un límite o lograr por ejemplo que estos ahorros se bajen de la base imponible como lo plantean los ingleses.
Eso tiene más o menos el mismo efecto desde el punto de vista de proteger el ahorro de las empresas y se puede llamar de otra forma. Pero no me detendría en eso. Le diría al gobierno que dado que hay una alternativa que él no empleó, como es subir el impuesto al diésel y eso le cubre gran parte de lo que hoy recauda la eliminación del FUT, mejor use ese instrumento.
¿Pero ve una posibilidad real de que el Gobierno se abra a esa discusión en el Senado, cuando de nuevo este fin de semana el ministro Arenas reiteró que el FUT se acaba sin vuelta?
-Yo creo en la buena voluntad de los gobiernos y del Senado, y todos quieren lo mejor para Chile. Si se produce un convencimiento de que hay alternativas para recaudar lo mismo, pero que sean menos dañinas para el país, no veo por qué no se podría abrir.
Porque está comprometido políticamente con esa medida…
– Pero el gobierno está comprometido políticamente a una recaudación. Lo que validó en una elección democrática fue este aumento de la carga tributaria de 3 puntos del PIB. Sobre cómo se generan los recursos para esa recaudación, puede haber distintos tipos de instrumentos. ¡Uno no se puede amarrar a un instrumento, es ilógico eso. Uno se tiene que amarrar a una política y la política es que están comprometidos esos 3 puntos adicionales! En cuanto a los instrumentos más adecuados para ello, es algo respecto de lo cual el gobierno puede sensibilizarse. De hecho cuando se plantea la reforma del FUT, las personas que lo hacen siempre proponen combinarlo con una herramienta que proteja la inversión, que es la depreciación instantánea para siempre y no sólo por un año como lo propuso el gobierno. Entonces, tampoco está recogiendo la propuesta original.