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Brechas de género: un desafío pendiente

Sylvia Eyzaguirre T..

Brechas de género: un desafío pendiente

Las brechas de género no son un problema que afecta exclusivamente a las mujeres, sino que a toda la sociedad. Esta es, tal vez, la principal conclusión del libro “Disparidad bajo la lupa. Una radiografía a las brechas de género en Chile”, que publicó el Centro de Estudios Públicos en alianza con el Fondo de Cultura Económica.

Según el Banco Mundial, la desigual participación laboral de las mujeres tiene un costo mundial de 160 trillones de dólares; recursos que se dejan de generar y que permitirían no sólo mejorar la situación de la mujer, sino también ayudara financiar servicios sociales que promueven el bienestar de la población. El costo de la desigual participación laboral entre hombres y mujeres lo pagamos todos, pero sin duda afecta más alas mujeres y, especialmente, los niños.

La encuesta CASEN muestra que en Chile el 9% de la población se encuentra bajo la línea de la pobreza, pero el 18% de los niños se encuentra en esta situación, siendo la población más vulnerable de Chile. La mayoría de estos niños vive en hogares monoparentales de jefatura femenina. La buena noticia es que en los últimos 30 años se ha avanzado significativamente en cerrar la brecha.

La mala noticia es que, según el Foro Económico Mundial, nos demoraremos 132 años en cerrar esta brecha si mantenemos el ritmo actual. ¿A qué se debe esta brecha? El libro del CEP nos entrega algunas luces.

La baja participación laboral de las mujeres en Chile tiene múltiples causas, pero una de cada tres mujeres desocupadas declara que no puede trabajar remuneradamente porque debe realizar tareas de cuidado, ya sea porque tiene hijos pequeños o algún familiar dependiente, o domésticas. El capítulo 2 del libro, que me tocó elaborar junto a Javiera Gazmuri y Clemente Larraín, analiza cómo se distribuyen las funciones familiares al interior del hogar. No es sorprendente encontrar que las mujeres asuman en mayor proporción las tareas domésticas, la crianza de los hijos y el cuidado de personas dependientes, dejándoles menos tiempo disponible para el trabajo remunerado. Lo que sorprende es el número de horas al día que dedican a estas tareas en comparación con los hombres.

En promedio, las mujeres dedican 2 horas más al día que los hombres al cuidado de los niños menores de cuatro años, casi una hora más al cuidado de personas dependientes y 2 horas más a tareas domésticas. Si consideramos tanhoras del trabajo remunerado y no remunerado, las mujeres en promedio trabajan 1,6 horas más al día que los hombres. Esta brecha es aún mayor para las mujeres que trabajan remuneradamente y se encuentran en pareja, trabajando en promedio 2,1 horas más al día que su pareja hombre.

Según estimaciones del Banco Central de Chile, el aporte al Producto Interno Bruto (PIB) ampliado que corresponde a las actividades de cuidado es de 26%. Ninguna industria aporta tanto al PIB de Chile, ni siquiera el sector minero que en 2021 representó aproximadamente el 14,6 % del PIB.

Así, no sólo la producción del país y, por tanto, la productividad masculina descansa en parte importante en la tarea invisibilizada que realizan mayoritariamente las mujeres de forma gratuita, sino que además es la actividad que más aporta al PIB de Chile.

Estas desigualdades son en parte causa de la condición de vulnerabilidad en que se encuentran las mujeres; estas tienen mayor probabilidad de caer en la pobreza, pensiones más bajas, sufren en mayor proporción formas de exclusión habitacional (allegamiento, hacinamiento, campamentos, etc. ) y aquellas con menores ingresos tienen más probabilidad de ser víctimas de violencia intrafamiliar. ¿Qué podemos hacer para avanzar más rápido y no tener que esperar 132años para cerrar las brechas? El libro entrega un conjunto de propuestas, entre ellas avanzar en la reducción y flexibilización de la jornada laboral; cambiar el Código del Trabajo creando un sistema de sala cuna universal; crear más centros de atención diurna para personas dependientes; extender y mejorar el programa de pago de cuidadores de personas discapacidad, entre otros. Con todo, el mayor desafío que tenemos es de orden cultural.

No podemos olvidar que según la encuesta CEP más del 50% considera que un niño en edad preescolar sufre si su madre trabaja y que la vida familiar se resiente cuando la mujer trabaja tiempo completo, opinión que es compartida tanto por hombres como por mujeres.