La Segunda, 20 de agosto de 2013
Opinión

Buenas noticias

Leonidas Montes L..

Hace dos semanas se realizó el lanzamiento de Espacio Público, un think tank liderado por Eduardo Engel que reúne a destacados académicos de centro-izquierda. Con una alta convocatoria —estaba repleto de jóvenes estudiantes universitarios que no pudieron entrar al auditorio—, James Robinson dio una apasionada y vibrante charla inaugural. Por otro lado, está compitiendo Horizontal, un joven think tank de centro-derecha. Asimismo, han surgido y siguen surgiendo una serie de otras iniciativas —sobre todo en educación— que persiguen aportar al debate público. Evidentemente el rol del CEP ha sido un ejemplo por más de 30 años. Y su influencia ha sido clave en muchas materias. Pero el Instituto de Libertad y Desarrollo también ha contribuido enormemente al debate. Y para qué hablar de la importancia de CIEPLAN. Afortunadamente en Chile hay varios centros de estudios que, desde diferentes perspectivas y posturas ideológicas, buscan alimentar la necesaria deliberación que exigen las políticas públicas. Estas son buenas noticias para el país. Si algo nos caracteriza es el compromiso de las élites con las políticas públicas. Esa interacción entre lo privado y lo público es muy virtuosa. Y mientras más competencia haya en estas lides —al final, las ideas y las buenas políticas no son monopolio de nadie—, mejor para el futuro del país.

Espacio Público está trabajando en varias iniciativas de interés público. Y recientemente Horizontal, en conjunto con la Escuela de Gobierno de la UAI, dieron a conocer un estudio acerca de la ley de lobby. La intención de legislar el lobby lleva diez años discutiéndose. La regulación del lobby en Chile ya se parece al cuento del lobo. Hasta ahora mucho ruido y pocas nueces. O mejor dicho, muchas nueces y poco ruido (mal que mal, al parecer se trata de una actividad bastante lucrativa). Pero se acaba de dar un paso alentador. La iniciativa de gobierno fue aprobada abrumadoramente por la Cámara de Diputados. Ahora es el turno del Senado. Ojalá los honorables comprendan la necesidad e importancia de contar con una ley de lobby. Chile ha dado pasos institucionales importantes en materia de transparencia. Pero aún queda el lobby. Mientras mayor transparencia y accountability tengan nuestras instituciones, menor será la desconfianza que nos abruma.

Un gran legado que nos dejó Andrés Velasco como ministro de Hacienda fue el sustancial aumento de fondos públicos para becas de posgrado en el extranjero. El cambio ha sido sorprendente. Los becados a las mejores universidades del mundo han aumentado de manera explosiva. Por ejemplo, entre 1981 y 2000 se entregaron, en promedio, 57 becas de posgrado al año. Pero entre el 2000 y el 2012 se entregaron en promedio 447 becas de posgrado al año. Casi 8 veces más. Para que se haga una idea, el 2009 se repartieron 1.316 becas. Hoy hay muchas más oportunidades. Antes eran muy pocas las becas. Muchas de ellas a universidades españolas de dudosa calidad. Pero todo eso ha cambiado. Y para bien. Son muchísimas las becas que se entregan año a año. Y gran parte de éstas financian a estudiantes que van a las mejores universidades del mundo en sus especialidades.

A comienzos de los 80, cuando nos reíamos de los “cuescos Cabrera”, tener un MBA o un máster en una universidad top era un privilegio. Era algo inusual, casi único. Y había muy pocos PhD. Esos eran casos muy excepcionales. Hoy todo esto está cambiando. Un MBA parece ser un commodity para quienes quieren dedicarse al mundo de los negocios. Y un PhD es sólo una condición necesaria para iniciar una carrera en el mundo académico. Todo esto avanza al ritmo de nuestro PIB per cápita. Y evidentemente son buenas noticias para el futuro de Chile. Porque si algo caracteriza a los chilenos recién egresados de sus estudios en el extranjero, es que la gran mayoría regresa al país.

El impacto que tendrán estas nuevas generaciones formadas en el extranjero será significativo. Aportarán no sólo con conocimientos, sino también con su experiencia. Habrá mayor diversidad y calidad académica. Y mayor tolerancia política. Naturalmente la competencia académica será más cruel. Pero su impacto en las políticas públicas se hará notar. Por esta razón debemos celebrar y apoyar la emergencia de los nuevos think tanks. Porque al final habrá más competencia. Y más lugares que darán acogida a los futuros becados que vuelvan al país.