El Pulso, 4 de junio de 2016
Opinión
Energía

Cabotaje, competencia y energía desperdiciada

Andrés Hernando.

En Chile el transporte de carga por vía marítima entre puertos nacionales (llamado cabotaje) está protegido para armadores nacionales, es decir, excepto que se den condiciones muy especiales, un barco de bandera extranjera que recala en Valparaíso no puede transportar carga doméstica entre ese puerto e Iquique en forma libre.

Esta traba institucional a la competencia tiene su origen en consideraciones de desarrollo estratégico de la industria naviera, desarrollo que no se evidencia en los datos: el cabotaje representa 15% de las toneladas-kilómetros transportadas en el país. En países con acceso al mar similar a Chile, ese porcentaje suele estar por encima de 30% llegando, incluso, a 50%. Peor aún, el cabotaje está fuertemente concentrado en pocas empresas, lo que, como han señalado otros comentaristas, resta competitividad al mercado y redunda en altos costos para quienes demandan servicios de transporte.

De acuerdo al Balance Nacional de Energía 2013, del total de consumo de energéticos secundarios en el país, el más importante corresponde al petróleo y sus derivados representando 38% del total. Más de la mitad corresponde al sector de transporte y, de esta fracción, 82% a transporte terrestre, consumiendo el transporte de carga tres cuartos del total. Es decir, de toda la energía que usamos como país al año, 13% lo usan vehículos destinados al transporte terrestre de carga.

El impacto energético potencial de liberar el cabotaje es importante: la energía requerida para mover un kilómetro una tonelada de carga por vía marítima puede ser la décima parte de la requerida para moverla usando camiones. Si duplicáramos la importancia del cabotaje, podríamos reducir nuestra demanda de derivados del petróleo en 1,4%.

Por supuesto, la ganancia en eficiencia energética es solo una parte de los beneficios que traería consigo aumentar el uso del cabotaje. A esto hay que sumar una menor congestión en nuestras carreteras, menores emisiones contaminantes, y las potenciales ganancias de eficiencia de contar con una logística de transporte más racional que usa camiones fundamentalmente dentro de macrozonas asociadas a puertos.

En abril de 2012, como parte de la Agenda de Competitividad, el Ejecutivo envió un proyecto de ley que buscaba liberalizar el cabotaje, permitiendo que operen libremente embarcaciones con un peso muerto mínimo de 2.000 toneladas, lo que corresponde al segmento del mercado más concentrado. Lamentablemente, la iniciativa avanzó poco en el Congreso.

Nuestra discusión pública en temas de energía suele ser precaria y concentrarse en el sector eléctrico. Con todo, no parece razonable olvidar otras áreas del sector energético, tanto o más relevantes que la generación eléctrica.