Según la investigación del Centro de Estudios Públicos, mientras las mujeres disminuyen su tiempo dedicado al trabajo, los hombres ganan nueve meses laborales. La diferencia se basa en la necesidad de mantener el trabajo por parte de ellos, y en la dificultad de ellas de compatibilizar ambos mundos.
por Paulina Sepúlveda
Tener un solo hijo es la tendencia que manda. Así lo reflejan las cifras: en 1992 sólo 28,9% de las parejas optaba por un niño; 10 años más tarde, aumentaron a 32,5%, según datos del Instituto Nacional de Estadísticas. Dicen los expertos que la causa está en las dificultades de conciliar familia y trabajo que enfrentan las mujeres chilenas por estos días.
Precisamente esta tesis la comprueba un estudio realizado por la investigadora del Centro de Estudios Públicos (CEP), Francisca Dussaillant. La experta consideró los datos de la Encuesta de Protección Social del año 2006, que incluye a todos los chilenos que alguna vez en su vida han cotizado en previsión social. Con estos datos, indagó en la experiencia laboral de hombres y mujeres en relación al número de hijos. Según esa evidencia, cada hijo se asocia a una pérdida promedio de casi 1,9 año de experiencia en el caso de las mujeres. Para los padres representa un incremento de su vida laboral de nueve meses.
Si se considera que en Chile el promedio de hijos por mujer es de 1,9, el período total en que las mujeres se ausentan laboralmente es 3,6 años.
Para Dussaillant, esto refleja la separación de roles que aún prevalece en la sociedad. Además, dice, tener hijos es para ellos un impulso laboral: “Un hombre que tiene familia tiene menos vacíos en su experiencia laboral. Ellos van a tratar de mantenerse empleados y ven como una responsabilidad mayor el mantenerse en el mercado”, explica.
Vida familiar y trabajo
Los padres de familia resultan más atractivos que los sin hijos para los empleadores, porque están más interesados en buscar y conservar su trabajo que los últimos. Rita Coya, sicóloga laboral y directora de la Escuela de Comunicación Organizacional de la U. Mayor, explica que los hombres entre 20 y 30 años que tienen hijos son muy responsables con la mantención económica y crianza de sus hijos. “El peso sobre ellos es fuerte y para asegurar ese sustento muchas veces aceptan realizar extensiones de jornada o bajos sueldos, lo que implica un deterioro de calidad de vida”.
Las mujeres, en cambio, optan por el cuidado de los hijos. “Frente a la presencia de niños en el hogar, una proporción importante elige salir del mercado laboral. Esto se explica porque hoy no existen suficientes instancias que faciliten a las mujeres armonizar su trabajo con el rol de madres”, dice Dussaillant.
Según su estudio, 47,52% de las mujeres con hijos menores de seis años no trabaja por cuidar a los niños. Cifra que llega a 30,53% en las mujeres con hijos menores de 18 años, y a 3,53% cuando los hijos son mayores de 18.
Los datos coinciden con la última encuesta sobre mujer y trabajo de Comunidad Mujer y OIT: un 31% de las mujeres reconoce que no trabaja porque “no quiere hacerlo”; el 69% restante declara no trabajar porque “no puede hacerlo”.
“Para muchas mujeres es insuficiente el posnatal. No quieren dejar a sus hijos solos y se encuentran con la necesidad de renunciar a la vida laboral. Esto hace que no tengan una vida laboral continua”, concluye Dussaillant.
Extensión del post natal
“Este es un fenómeno generalizado a nivel mundial. La igualdad en la crianza no se da ni en los países más igualitarios”, sostiene Francisca Dussaillant.
El estudio del CEP detalla que muchas trabajadoras en Chile sienten que el posnatal es insuficiente. Y lo extienden a través de licencias por enfermedad del hijo menor de un año.
“En Chile hace falta un posnatal más flexible y más largo. A los dos meses y medio de vida del bebé, ni la mujer ni los niños están preparados para separarse”, dice la especialista. La evidencia internacional, agrega Dussaillant, muestra que los posnatales extendidos aumentan la fertilidad.
Las propuestas de extender este permiso deben tomar en cuenta desventajas y ventajas. “No queremos que los empleados no quieran contratar mujeres. Aunque para ellos el principal costo no es el posnatal, sino la salacuna, y con un posnatal amplio se reduciría el costo por enfermedad del niño menor de un año y el reemplazo tendría un fin determinado”, sostiene.