Medios regionales
Opinión

Ciudades resilientes y reactivación económica

Eduardo Katz.

Ciudades resilientes y reactivación económica

Esta semana el Banco Central, en su informe de política Monetaria (IPOM), plantea que la economía chilena cerrará este año con nulo crecimiento, una lenta creación de empleo y una inversión en el sector construcción decreciente. A diferencia de las expectativas para nuestra economía, las estimaciones sobre el cambio climático aumentan y se materializan año tras año.

En Chile el cambio climático ya es una realidad y es urgente adaptar nuestras ciudades y forma de vida para lo que viene en los próximos años. La inversión e ingeniería para la resiliencia al cambio climático es una inversión rentable y costo-efectiva que, además, permite estimular la economía descentralizadamente, enfocado en pymes y empleo local.

El cambio climático es una realidad en el mundo y nuestro país. El año 2023 ha sido calificado como el año más caluroso registrado en la historia de la Tierra, según el Servicio de Cambio Climático de Copernicus (C3S) de la Unión Europea, en donde la ola de calor provocó más de 1.000 muertes el pasado verano. En el hemisferio sur, esta temporada ha sido extremadamente calurosa en los países del Atlántico y esta semana se han producido tormentas desastrosas en Buenos Aires. En Chile, el verano del 2023 tuvimos mega incendios que arrasaron con más de 500 mil hectáreas de bosques, la vida de 27 personas, y dejaron daños por sobre los mil millones de dólares. Como fuera poco, este invierno sufrimos inundaciones históricas en las regiones del centro-sur que dejaron daños en infraestructura, agricultura y viviendas por más de 2.000 millones de dólares.

Para los próximos 20 años se pronostican aumentos constantes de temperaturas, además de un aumento en su variabilidad, con intensos episodios de olas de calor. Este aumento en las temperaturas tendrá importantes impactos en nuestras vidas y economía, afectando nuestra productividad, reduciendo nuestras horas de trabajo al aire libre, disminuyendo la calidad del sueño e incrementando los costos en los sistemas de aire acondicionado. Para hacer frente a esta condición, estar mejor preparados para los años que vienen y reducir los impactos en las personas, es importante, por ejemplo, fomentar mejoras importantes en la aislación de las viviendas para el calor, con lo cual además se puede estimular el empleo y economía local en cientos de ciudades. Es importante fomentar que los municipios comiencen un agresivo programa de plantado y mantención de árboles en las calles, que sean de buen tamaño, resistentes a la sequía y a tormentas, y que entreguen buenos niveles de sombra para reducir la temperatura de las calles y los barrios.

La disminución y aumento de la variabilidad de las precipitaciones está afectando a todas las ciudades del centro-sur del país, haciendo cada vez más inestable el suministro de agua potable para la población o generando inundaciones de sus calles. Lo anterior no es nuevo y se puede solucionar con adecuada planificación, ingeniería y anticipación. Existen interesantes experiencias de ciudades que han creado parques en sus zonas inundables en vez de viviendas, lo que les ha permitido infiltrar las aguas de las tormentas a través de drenajes especialmente instalados en los parques. Lo anterior permite recargar las napas y generar áreas de recreación para la población, que con buen tamaño y cobertura de árboles pueden transformarse en refugios climáticos para las olas de calor. Las empresas de agua potable y la Superintendencia deben avanzar en fomentar inversiones que permitan aumentar la seguridad del suministro frente a los escenarios futuros. Aparte de inversiones físicas, se deben incluir planes para mejorar conservar la cobertura vegetal y biodiversidad en las cabeceras de cuenca, fundamentales para asegurar el suministro.

Las predicciones realizadas por los equipos científicos del IPCC por más de 35 años se han ido cumpliendo y, a nivel local, hemos improvisado frente a las emergencias meteorológicas, pagando importantes costos directos e indirectos. Es urgente invertir seriamente hoy en planificación e implementación de ciudades resilientes a través de planificación territorial para la resiliencia. Por ejemplo, en aislación de viviendas, arborización y en sistemas de producción de agua seguros, utilizando la ingeniería y la naturaleza. Afortunadamente la Ley de Cambio Climático permite todas estas propuestas, planes e inversiones. Lo que falta es financiamiento serio, sentido de urgencia y generar capacidades locales. El crecimiento de los árboles, al igual que la planificación y construcción, toman tiempo y por eso que debemos comenzar cuando antes, evitando improvisaciones.