Revista Capital, 24 de julio de 2015
Opinión

Corbo: «Las expectativas no se mejoran bajando un programa de Internet»

Vittorio Corbo.

Un ambiente de negocios herido, con expectativas dañadas, y una economía que en la punta se adentra en el terreno de la contracción es el que ve Vittorio Corbo, quien sin embargo prefiere cargar el peso de su análisis en el pie del optimismo. ¿Por qué? Porque ve un cambio de discurso y de repertorio que permite alentar cierto mejor estado de ánimo. Veremos.

Por: Roberto Sapag y Jorge Poblete
Fotos: Verónica Ortíz

Tras conversar con Vittorio Corbo queda la sensación de que son muchas las cosas mal hechas en forma y fondo en los últimos meses, no obstante lo cual aún se está a tiempo de enmendar. De sus palabras se infiere que la economía está estancada, contrayéndose en la punta, pero aún a este lado del punto de no retorno.
Sea cual sea la explicación que hizo que en los últimos meses se siguiera la ruta de los atajos y se le diera la espalda a la forma de hacer políticas públicas que tan bien funcionó en las dos décadas previas, Corbo, en su calidad de investigador asociado del Centro de Estudios Públicos (CEP, en donde recibió a Capital) hace gala de retazos de optimismo. El ex presidente del Banco Central y hoy presidente del directorio de Banco Santander, es delicado y se afana en no hacer leña del árbol caído cuando se le pregunta por el papel jugado en este proceso por el ex ministro Alberto Arenas y opta por poner fichas en Rodrigo Valdés, a quien ve formando parte de un cuarteto bien temperado, junto a sus colegas de gabinete, Jorge Burgos, Nicolás Eyzaguirre y Luis Felipe Céspedes.

-Vittorio, ¿estamos en problemas en materia económica?
-No es un error preocuparse, porque la economía está prácticamente estancada. El nivel de producto está levemente por debajo del que había en diciembre pasado. Si miramos el trimestre terminado en mayo, la economía se está contrayendo a una tasa anualizada de 2,3%. Eso significa que si seguimos donde estamos vamos a crecer año por año 1,4%, porque diciembre estuvo 1,4% por encima del promedio de 2014.
En septiembre del año pasado tuvimos una cierta recuperación alimentada por una caída importante en el precio de los combustibles y por un aumento importante en el gasto público, pero tiene razón el ministro cuando, creo que con coraje, lee que la economía está creciendo poco y plantea que este año el escenario central es un crecimiento de 2,5%, pero con un sesgo a la baja. Es más, yo no discrepo mucho de que el crecimiento va a estar más cerca de 2% que de 2,5%. Creo que se va a crecer un poco más hacia delante, pero la economía está prácticamente estancada.

-Si uno resta el colchón que da el petróleo y el gasto fiscal, estaríamos en más aprietos…
-Estaríamos en más aprietos. Porque a la desaceleración chilena, que también tienen Colombia, Perú y en parte Brasil (por el escenario de precios de materias primas menos favorable) y al término del alto crecimiento de los cuatro años anteriores (primera mitad de 2013 incluida), se suman razones internas: las reformas que se hicieron han afectado el ambiente de negocios.
Eso ha sido por encima del choque externo, porque acá vemos un choque interno de expectativas. Es cierto que parte de la caída de expectativas tiene que ver con el deterioro de los commodities, pero hay una parte grande que tiene que ver con un aumento significativo de las tasas de impuestos en una reforma tributaria que no es claro cómo se va a poder implementar; con sistemas paralelos, en que las juntas de las empresas tienen que decidir a cuál se suben. En eso no discrepo con Ricardo Escobar acerca de que la reforma tributaria hay que reformarla.

-Hace un par de años no aparecía un escenario de recesión en los diagnósticos. Sin embargo, con el dato de 0,8 de Imacec en mayo, para algunos economistas el escenario recesivo ahora sí es pronunciable. ¿Ve esto también o le parece una exageración?
-Lo veo poco probable, especialmente por el cambio significativo que hemos tenido últimamente. Creo que el ministro de Hacienda actual tiene claro que hay un problema con las expectativas y que eso no se mejora bajando un programa de Internet, sino que se mejora despejando parte de las incertidumbres, entre las que cuento una nueva que estábamos creando y que era que, a la velocidad a la cual estábamos comprometiendo gasto público, un gran activo que habíamos construido en los últimos 15 años, el de la solvencia y sustentabilidad fiscal, se estaba poniendo en peligro.
Hoy tengo más optimismo para los próximos dos años del que tenía hace dos meses, porque para resolver un problema, primero hay que identificarlo, y la identificación del problema del último mes va en la dirección correcta. Aquí el problema de crecimiento no es más gasto público ni más bajas de la tasa de interés, es empezar a despejar el ambiente de negocios y eso requiere ser mucho más cuidadoso con las reformas. Como dicen las encuestas del CEP, dos tercios de los encuestados creen que las reformas fueron apresuradas y mal estudiadas y dos tercios creen que las reformas no van a ser eficaces para cumplir su objetivo.

-El año pasado usted decía que había 70% de causas externas para la situación económica y 30% internas. ¿Mantiene esos porcentajes?
-Yo decía que había 60% o 70% de causas externas a esta administración, que a cualquiera que hubiera asumido le hubieran tocado. Esas causas en parte tenían que ver con el escenario externo y en parte con el fin de la reconstrucción.
Y resulta que cualquier ministro de Hacienda que ve que eso viene, que viene la lluvia, saca un paraguas; que viene un ventarrón, tapa las ventanas. Pero nosotros, en vez de crear defensas frente a ese shock que todo el mundo vio, lo que hicimos fue pensar que el crecimiento en Chile iba a ser de 5%, automático. Entonces, preocupémonos de otras cosas. Preocupémonos de hacer atajos en la parte educacional.
Nos confundimos y además creamos una reforma tributaria con la que pudimos haber recaudado lo mismo con algo mucho más amigable al ahorro, la inversión y al crecimiento, y menos costosa en su implementación. Porque es kafkiano lo que tenemos hoy.
Si con el shock externo íbamos a crecer 3,8% o 3,7%, pudimos haberlo amortiguado para crecer 4,5% con medidas más favorables, pero hicimos lo contrario y vamos a terminar creciendo un poquito más de dos.

-Lo que dice apunta a la línea de flotación del anterior ministro Arenas. Donde todos veían nubarrones él veía puntos de inflexión…
-A lo mejor tuvo muchas presiones el ministro Arenas, porque hay mucho voluntarismo en pensar que la economía iba a tomar fuerza cuando uno veía lo depresivas que estaban las expectativas de empresarios y consumidores. Las expectativas de los consumidores están tan deprimidas como en 2008 o 2009. Hoy, los consumidores, sus decisiones de comprar un durable, están reprimidas, porque no están seguros de cómo va a estar el mercado laboral. Si por ejemplo vemos la venta de autos, especialmente para la clase media y media baja, ésta ha sufrido tremendamente, porque esa gente tiene dudas de si va a tener un empleo y si queda desempleado se queda sin auto, sin nada.

-Usted habla de presiones al ex ministro, pero como titular de Hacienda tenía margen de acción. ¿Lo decepcionó su gestión?
-Yo diría que le tocó un momento difícil en el sentido de la agenda, presiones de gasto por acá y por allá.
Y creo que tenemos ahora un ministro que tiene que tomar un estado de situación de cómo está partiendo. Y a mí me gusta el estado de situación al que ha llegado: que había problemas importantes que estaban poniendo en peligro la sustentabilidad fiscal. También él se ha dado cuenta, y muy bien, como lo había resaltado antes el ministro Céspedes, que hay que mejorar oportunidades para mejorar la productividad; se ha nombrado la comisión de productividad, y yo creo que se potencian ambos ministros.

-¿Qué rol asigna al ministro Eyzaguirre en este escenario?
-Yo creo que se potencian los cuatro. Creo que Eyzaguirre tiene un rol importante que jugar y también el ministro Burgos. Van a ser duplas, Burgos con Eyzaguirre y, por el lado económico, Valdés y Céspedes.

-En una entrevista a DF, Juan Andrés Fontaine también celebra este cambio de discurso, el realismo sin renuncia, pero dice que falta más: señalar un camino de salida.
-Más que anuncios dramáticos, va a ser crucial pensar que la reforma laboral se da en un momento en el cual hemos creado unas condiciones mucho menos favorables para los negocios, para absorber shocks. Entonces, el ministro tiene que jugarse fuerte para que la reforma incluya más elementos de adaptabilidad, que van a ayudar a la gente a mantener su empleo. También que tenga más elementos que permitan facilitar el ingreso de la mujer y los jóvenes al mercado. Es decir, acciones concretas que den muestras de que se está creando un ambiente más favorable para ajustarnos a dónde estamos y para el crecimiento. Y la palanca más importante, como el ministro ha anunciado, es que para mantener la solvencia fiscal, todo apunta a que el gasto público crezca mucho menos en 2016, que en 2015.
Otro anuncio concreto que puede pesar mucho es empezar a destrabar proyectos de infraestructura. Y eso tiene la gran ventaja de que como es infraestructura concesionada, eso va a abrir el apetito en el sector construcción, que ha sufrido porque se terminó el boom de la reconstrucción y ahora ha sufrido por la desaceleración.
En la parte de consumo no veo muchos elementos que puedan ayudar en el corto plazo. Con todo, más que la confianza de los consumidores, veo que se puede hacer algo por el lado de crear un ambiente más favorable, y en la parte laboral, protegiendo los derechos de los trabajadores, pero preocupándose también de los que no están adentro y que quieren entrar al mercado laboral.

-¿Ve como una alternativa postergar la reforma laboral?
-Desde mi punto de vista no era un proyecto prioritario para el mundo de hoy. Era prioritaria una reforma laboral, pero completamente distinta, que tuviera mucho más de adaptabilidad laboral, que en la negociación colectiva se pudieran negociar muchas más horas trabajadas.
Pero no sé si postergarla: si la pelota queda dando bote es peor todavía, porque la incertidumbre va a seguir pendiente por mucho tiempo. Hoy, entiendo, está muy avanzado el proceso para eso.

-¿Y el tema constitucional? ¿Le parece que está a tiempo de ser detenido?
-La reforma constitucional yo la dejaría para mucho más adelante. Ya estamos suficientemente mareados. Uno no puede, al mismo tiempo, absorber tantos shocks. Ya tenemos suficiente incertidumbre en el mundo de los negocios con lo que está pasando internacionalmente y estas dos reformas que se tienen que absorber…
Además algunos hablan de examinar los derechos de propiedad, entonces ahí estamos hablando de una cosa en que el mundo se está moviendo al revés.

-¿Ha sido algo tardía la declaración del realismo sin renuncia?
-Yo quedé más tranquilo cuando la Presidenta se hizo cargo de este diagnóstico. Me hubiera gustado que las cosas que se hicieron tan apresuradamente al comienzo de esta administración, se hubieran hecho con más cuidado, estudiadas, como se hacían las cosas antes en Chile. Por ejemplo, como fue con la comisión Marcel, que estudió las opciones, una comisión bastante transversal. Este gobierno partió muy apresurado por la presión que tuvo por la calle y buscó atajos. Por eso celebro que ahora en el tema productividad se nombre una comisión transversal y lo que pasó con la comisión para el financiamiento de la política y probidad. De esas cosas salen propuestas más elaboradas.

-¿Confía en que “la calle” entenderá este giro? ¿No puede ser éste otro foco de incertidumbre?
-Ese es el reto para el equipo político, poder vender esto bien. Hasta ahora he visto que el nuevo equipo lo ha vendido bien al interior de la administración y el trabajo es venderlo al resto de la sociedad. No va a ser fácil, porque las expectativas se desbordaron.

Escándalos políticos y la calle

-¿Ha afectado en esta situación de estancamiento lo que ha pasado en el mundo político, con la forma en que se ha hecho y se ha financiado la política?
-Los problemas que hemos visto en Chile, en la parte de financiamiento de la política, son minúsculos respecto de otros países, en el sentido de que aquí ha sido financiamiento ilegal de campañas, donde muchas veces el que financió a lo mejor quería algún beneficio, y eso ha llevado a un cierto desprestigio. Pero el desprestigio del sistema político en Chile viene de mucho antes, no es del último año, es de los últimos 10 ó 15 años.
Eso tiene causas, pero no creo que sea el elemento central. El elemento central es que el ambiente para la inversión se deterioró porque cambió el escenario externo; hay menos proyectos mineros grandes, y como hay menos proyectos, hay menos actividad de empresas que venden servicios a la minería, despiden gente, a lo que se suma el aumento significativo de impuestos, que muchos proyectos que antes se veían bien ahora se ven mal con estos impuestos, y hacia adelante pasa lo mismo con proyectos intensivos en mano de obra por la reforma laboral.

Eutanasia a la renta atribuida

-¿Qué alcance debiera tener una reforma a la reforma tributaria? ¿Hay que eliminar el sistema de renta atribuida, como sugieren expertos?
-Cuando hicimos una propuesta acá en el CEP junto a Cieplan, vimos todas estas opciones y recomendamos no movernos a una renta atribuida, porque la renta atribuida es un sistema muy complejo, es prácticamente inoperable. Yo creo que la renta atribuida va a ser impracticable, por eso no discrepo de Ricardo Escobar, que fue director de Impuestos Internos.
Este gobierno ya ganó la batalla de recaudar tres puntos del PIB, así que cualquier cambio que se haga debe ser muy cuidadoso, amigable para recaudar lo que se pretendía y parecido a la reforma anterior, desde el punto de vista de sus efectos distributivos. Aunque es bastante oscuro cuál era el efecto distributivo de la reforma anterior, hay mejores formas de hacerlo amigable. Y esa forma de hacerlo creo va a ser dejar el impuesto de 25% de las empresas y mantener el máximo de las personas en 35%, integrado, y cerrar muchas opciones que hay hoy para abusar del FUT. Nosotros hicimos sugerencias concretas en esa dirección.
Creo que finalmente algo así va a llegar y me parece muy bien que el ministro Valdés haya planteado que eso hay que estudiarlo. Yo creo que cualquier solución que llegue va a ser con una reducción importante del sistema atribuido.

-O sea, en el fondo el sistema atribuido está clínicamente muerto…
-Yo creo que sí.

Discurso central

-¿Qué juicios hace del rol que ha jugado el Banco Central en este proceso de estancamiento?
-Yo creo que ha hecho su trabajo, ha tomado ciertos riesgos en la inflación, pero es un riesgo que valía la pena tomar. La gente no celebra hoy, y creo que hay que celebrar con más fuerza, que no tenemos un déficit de cuenta corriente.
El Banco Central, usando su credibilidad, ha hecho una política monetaria contracíclica con mucha fuerza. Estamos con una tasa de política sustancialmente por debajo de la inflación efectiva y de la meta de inflación, que es la expectativa de mediano plazo de la sociedad, en torno a 3%. Esta es una tasa de política del 3%, o sea la tasa real ajustada por las expectativas de inflación es cero. La moneda se ha depreciado y eso es parte del ajuste. Cuando hay una pérdida en términos de intercambio, lo que se requiere es un cambio de precios relativo, sectores que reemplacen a las exportaciones de cobre. Entonces uno puede cuestionar a lo mejor que la inflación se fue muy arriba, pero es parte del ajuste a un tipo de cambio más alto… El Banco Central ha hecho su trabajo.

-En los últimos IPoM el mercado ha creído ver que el Banco Central ha hecho intervenciones que son, tal vez, un poco más políticas. ¿Comparte esa lectura?
-El Banco Central hace un diagnóstico correcto al decir que gran parte de la desaceleración no se arregla con política monetaria. El ministro Valdés ha dicho que tampoco se arregla con política fiscal, así que están en la misma onda. Este es un problema que tiene que ver más que todo con que hemos deteriorado el ambiente de negocios, las expectativas.
El Banco Central fue más allá todavía en el último IPoM: trató de explicar por qué han caído las expectativas, tomando la experiencia de otros países para que no esté contaminado por el efecto chileno. Y para la misma caída de inversión minera en Australia, las expectativas han caído sustancialmente menos allá de lo que han caído acá, es decir, controlando todos los factores, se llega a la conclusión de que la caída de expectativas en Chile tiene razones más allá del fin del ciclo de inversiones en minería. Entonces está bien que lo diga. Es parte del análisis.
Y también ha llamado a los acuerdos. Lo que hace es ver cuál es la función de producción para mejorar las expectativas. Y la función de producción para mejorar las expectativas es buscar acuerdos en la sociedad, porque la inversión lleva ocho trimestres cayendo y las cifras de junio de importaciones de bienes de capital siguen malas.

-¿Se ha afectado el crecimiento potencial?
-Yo no discrepo de la gente que cree que estará en torno al 3,5% o 3,6%. Por ahí están las estimaciones que hace el fondo con un modelo similar para muchos países, están más o menos por ahí, entre 3,2% y 3,7%.