theclinic.cl, 20 de noviembre de 2013
Opinión

Cristián Pérez: «No creo en los que dicen que porque ganó el anarquismo en la Fech vamos a tener miles de buses quemados»

Cristián Pérez I..

El historiador del Centro de Estudios Públicos, autor del libro “Vidas Revolucionarias”, que revisa la estructura y la historia de los grupos revolucionarios de la izquierda chilena, dice que el triunfo del anarquismo en la Fech demuestra que “ningún movimiento, ninguna idea está derrotada” y que, por el contrario a lo que creen los medios, no significa una ola de violencia callejera. Además señala que el éxito del próximo gobierno va a estar en dar respuestas a la demandas sociales en los primeros meses y que la derrota de la derecha se debe principalmente a una debacle cultural y a no haber sabido leer los cambios en la sociedad chilena. “Creo que la izquierda o centro izquierda logró leer y representar mejor los cambios que la gente quería”.

por Ricardo Ahumada

¿Cómo se explica la llegada de una lista anarquista a la Fech?
Tengo la sensación o se puede casi probar históricamente que ningún movimiento, ninguna idea está derrotada. Es decir, todas las derrotas parecen ser transitorias, al menos en lo que a ideología política se trata. Porque imagínate que en los anarquistas o libertarios fueron derrotados en España, en primer lugar por la República, en la insurrección de Barcelona en mayo de 1937. Digamos, cuando en Barcelona se creó un gobierno autónomo, anarquista y fue combatido duramente por la República, especialmente por el partido comunista. Entonces, la primera gran derrota fue con los comunistas, con los republicanos en ese caso.

¿Y en Chile?
Es algo más o menos parecido, porque el movimiento anarquista es fuerte en la década de los 20, desde fines del siglo XIX a principios del siglo XX. Y se hace fuerte en gremios muy especiales, de trabajadores por cuenta propia, como diríamos hoy día. De zapateros, por ejemplo, que en ese tiempo no sólo reparan el zapato sino que también lo fabrican. Lancheros, panaderos también. Se forman ahí sindicatos fuertes y eso ya después de los años 20 comienzan a decaer por el sindicalismo más tradicional de comunistas y socialistas. Entonces, esa primera derrota del anarquismo se produce ahí. Y después, lógicamente por el fascismo. Y en el caso de la Fech, hay dirigentes anarquistas en su primera etapa. La Fech se funda en 1906 y en la década del 20 hay direcciones anarquistas, por lo menos una. Y eso después declina y desaparece de la faz pública prácticamente. Se mantiene como soterrada, bajo la superficie, van cambiando de generaciones, pero siempre se mantiene una cierta expresión que cada cierto tiempo revive, como ahora. Entonces, no sería extraño en términos históricos que como en la Fech, en los estudiantes, en términos históricos, anticipa en gran medida los cambios culturales de la sociedad. No sería una utopía o una cuestión fuera de la realidad pensar que los jóvenes, que las nuevas generaciones de 15 o 16 años hoy día, sean de una tendencia más libertaria, más proclive al anarquismo en los próximos años.

Hubo mucha gente que se asustó con la llegada del anarquismo.
Bueno, eso es algo más o menos importante aclarar: yo no creo que este anarquismo signifique violencia, signifique quemar buses. No estoy de acuerdo con esa afirmación. Ellos ya estaban en la dirección de la Fech, tenían la vicepresidencia. Entonces tenían una influencia importante: habían sido la segunda lista más votada en la elección que ganó Fielbaum y eso no se tradujo en eso. Entonces, por qué ahora debería traducirse en algo así. Yo creo que esta dirección anarquista de la Fech va a ser una dirección que va a plantear sus postulados, que va a cambiar un camino de lucha, pero que no tiene que ser necesariamente un camino de violencia. Además porque las condiciones no se dan. Eso hay que tenerlo claro. No creo en estos agoreros de la violencia que dicen que porque ganó el anarquismo en la Fech vamos a tener miles de buses quemados. No estoy de acuerdo con eso. Yo creo que va a ser una dirección que le va a dar un sello propio, que van a plantear transformaciones que son necesarias en algunos aspectos de la sociedad, para los estudiantes y van a impulsar.

Pero van a ser más críticos.
Sí creo que van a ser más críticos del próximo gobierno y creo que van a impulsar con mucha fuerza la Asamblea Constituyente. En eso no van a tener reparos, lo van a hacer público y van a enfrentarse al gobierno de ser necesario. Yo no veo el escenario tremendista de violencia.

¿Pero esta caricatura del anarquismo no se da porque es un nuevo anarquismo o porque las condiciones del país no dan pie para lo que uno piensa?
Es que el anarquismo no es lo que se ha dicho o se piensa. No es violencia en sí. El anarquismo es luchar por conseguir condiciones de libertad para la gente, así lo piensan ellos. Claro, en ciertas ocasiones históricas en el mundo tomaron las armas y combatieron y tuvieron políticas más radicales, pero eso depende de las circunstancias históricas. Es decir, probablemente la principal organización anarquista del mundo, la Confederación Nacional de Trabajadores (CNT), que tuvo una activa participación en la guerra civil española, era una organización sindical y el mundo sindical es por esencia un mundo de negociación. El sindicato es negociar con el empleador, con el patrón. La CNT no era un ejército, aunque en la guerra civil llegó a tener una columnas poderosas de milicianos armados. La columna de Urruti, que fue la más importante, que salió de Barcelona a liberar el frente de Zaragoza, era una importante fuerza paramilitar pero era en una condición de guerra, donde se habían levantado militares contra el gobierno constituido y ellos defienden ese gobierno. Pero yo creo que está mal, hay un concepto falso de lo que es. No estoy de acuerdo con esa afirmación. Creo que es mucho más que poner bombas en las calles o enfrentar a la autoridad. Yo creo que no les gustan las autoridades, pero los caminos son distintos, son varios, no es uno. No necesariamente porque la CNT se levantó en armas para apoyar el gobierno republicano en la guerra civil, tiene que ser así. Yo creo que los medios tienen demasiada caricatura y hay una prensa intencionada en decir que la nueva dirección de la Fech, en este caso, va a promover la violencia. Yo no lo veo, no creo que vaya a ser así.

¿Cómo ves la postura de ellos frente al nuevo gobierno, presuntamente liderado por Michelle Bachelet?
Creo que este movimiento estudiantil, en general no sólo la dirección de la Fech, va a tener menos paciencia. Es una generación que se siente traicionada del 2006, que entre el 2011 y el 2013 hizo un gran esfuerzo por poner las disyuntivas de la educación en el tapete público y no han sido suficientemente escuchados. Mirándolo desde esa perspectiva, va a haber menos paciencia. O sea, menos tiempo entre que la doctora asuma y de respuesta al programa que ella misma ha diseñado. Es decir, creo que si ella quiere mantener las cosas con normalidad, más o menos a los estudiantes tranquilos, los primeros días de su mandato tiene que decir qué es lo que va a hacer, cuáles van a ser los proyectos que va a enviar o cuáles son las transformaciones. De lo contrario, sí creo que va a haber una mayor crítica.

Pero tiene que ver con la paciencia, más bien.
Los estudiantes están muy recelosos de cualquier gobierno. No les gusta que se le hagan promesas que no se cumplan. Por eso la foto de las manitos arriba, que es el signo de lo que no quieren que pase ahora. Pero, probablemente sea la doctora Bachelet quien gobierne, que ya tiene suficiente experiencia y este escenario lo conoce, lo sabe. Van a dar cumplimiento a un gran número de sus peticiones. Pero creo que van a intentar calmar porque cualquier problema que tiene cualquier gobierno es que no puede enfrentar a todos los enemigos juntos. Tiene que ir solucionando los problemas de a uno.

¿Y este es un escenario nuevo para esta coalición? Los 20 años que gobernaron y tuvieron focos de protesta fueron muy hábiles para descomprimirlos.
Sí, en eso coincido, ellos tuvieron una práctica de 20 años para desmovilizar al mundo social. De hecho, deliberadamente a inicios de la transición desarticularon las organizaciones sociales. Eso está en la fundación Aylwin, por ejemplo. Están los proyectos donde decían que no debía haber movilización social, prensa independiente porque lo que había que tener era más paz, más tranquilidad. Pero eso también tiene corto plazo, porque lo que pasa al final -y pasó- es que la gente se aburre de creer. Parte del descrédito de los políticos y la política hoy día es eso. Es que se les dijo que se iban a hacer cosas que no se han hecho, así se resume. Se crean expectativas que no se cumplen. Por eso la Concertación perdió. Porque claro, en 20 años modernizó el país e hizo un montón de cuestiones, pero no disminuyó la brecha ni cumplió las expectativas de la gente. Ahora, ese escenario no puede ser el que viene. Yo creo que ahora el gobierno va a tener que hacer lo que ha dicho que va a hacer. La forma, no lo sé. Porque de lo contrario ahí si van a haber problemas sociales.

¿Y de qué forma se puede acercar al movimiento estudiantil con esta desconfianza, sobre todo tomando en cuenta a la presidenta de la Fech no votó y declaró no sentirse motivada por ir a votar?
Pero eso es más profundo. La mayoría de los jóvenes no va a votar porque no se siente representado por el sistema que les han impuesto. Por eso es tan importante hacer una constitución legítima. Gran parte de los problemas de la representatividad e intención de votar por autoridades tiene que ver con que vivimos bajo una constitución que no es legítima, que tiene un pecado de origen, que no es menor. Que lo que ha hecho es crear un sistema donde dos bloques políticos han conservado el poder. Y donde hay una minoría que veta a la mayoría. Como decía Eduardo Galeano, en Chile la gente vota pero no elige. Eso ha hecho que la mayoría de los jóvenes no quieran participar porque no le encuentran sentido. Y por eso creen que muchas autoridades han negociado de espaldas a ellos, a lo que la gente cree y quiere. Eso también es porque en los 20 años de Concertación hubo una especie de tecnocracia política que se ha arrogado, no sé por qué ni a título de qué, la representatividad de las masas. Un grupo de técnicos de la Concertación que se ha ido rotando en la dirección de las empresas, que un día dirige TVN, el otro día el Metro, o un ministerio o una subsecretaría han diseñado políticas que no satisfacen e incubó un malestar que afloró primero el 2006 y luego, con mucha fuerza, el 2011.

Y ese malestar tampoco es un síntoma exclusivo de los estudiantes o jóvenes, sino que ahora tenemos adultos súper choreados y molestos con lo que no se ha hecho.
Yo creo que el malestar en la sociedad chilena se fue incubando, y como soy historiador siempre voy a buscar respuestas en el pasado, a mi juicio con una transición fallida, donde se cambió de un régimen político a otro pero no de un régimen económico a otro. Y además, los gobiernos que vinieron trataron, como tenían muchos problemas, de hacer lo menos posible y olvidar que la gente necesita sueños también. Entonces la gente comenzó a chocar contra muros. El muro del consumo de la AFP, de los bancos, contra las expectativas de tener una vida mejor y eso hizo que fuera incubando el descontento.

¿Hay otros elementos que ayudaron a eso?
Bueno, creo que por otra parte la televisión te muestra un mundo que es muy idílico, con modelos, muchachas guapas, hombres buenos mozos, exitosos, con lujos y comodidades, que no reflejan pero para nada lo que está viviendo la gente en los suburbios de las ciudades. Entonces, todo eso ha ido de a poco configurando un malestar que explotó de esa manera el 2011 y que podría volver a explotar en el futuro. Cuando se construye un país tan desigual siempre se camina por una cornisa porque en algún momento, como decía el general Perón, las masas hacen tronar el escarmiento. Estos olvidados, marginados, en cualquier momento histórico vencerán una coyuntura, una crisis económica, y eso puede ser así. Porque la esencia de construir un país, una sociedad, es la de un país para todos, donde todos puedan cumplir un sueño y eso no es lo que pasa. Pero la política se enclaustró en el parlamento, se fue a discutir en clubes en Cachagua. Se encerró y se olvidó de la gente común, del protagonista, que es la población. No veo con qué facultad un técnico se arroga la representación de la gente. ¿Por qué razón la opinión de un experto es más valiosa que la de un poblador, que necesita que le construyan una calle con curvas y no una calle recta? Ahí está toda la política sin sentido que tanto critica Roxana Miranda y con justa razón.

Eso te iba a preguntar. ¿Qué te pareció el rol de Roxana Miranda?
A mi me parece notable que ella haya logrado llegar a ese espacio y me parece también increíble que por vez primera en televisión una persona haya dicho lo que la gente en sectores marginales siente. Es decir, esto de los baños con las rodillas chocando contra la puerta o la pared, eso tiene que ver con políticas sin sentido social. O de las áreas verdes sin árboles. Y yo creo que eso es lo más notable. Creo que por primera vez alguien en la televisión dijo lo que realmente está pasando en esos lugares. Y eso habla de una reflexión que no he visto y debía darse, de qué es lo que ha pasado en estos últimos 30 años. ¿Por qué desde las esferas gubernamentales se ha diseñado este tipo de políticas? ¿Cuál es la sociedad que hemos construido, que margina a una cantidad importante de compatriotas y los hace vivir en esas condiciones? Pareciera que lo único que importa es la cifra macroeconómica, lo que te decía de los técnicos.

Ella lo decía, eso de tener un Magíster en Economía por saber vivir con el sueldo mínimo.
Y yo le encuentro toda la razón. Eso es notable y llama a una reflexión que no la he visto, quizás por la campaña. Ahora también creo que las políticas las diseñan personas que las viven. Entonces, hay dos realidades: una que se vive en la esfera política y otra que es de los márgenes de la sociedad. Tal como lo hubiera dicho Vicuña Mackenna, que el roterío esté lejos, que no contamine, que no se vea. Ahora, evidentemente creo que el país vive en mejores condiciones que antes, el país es más rico. La pregunta es si podría vivir aún en mejores condiciones. Para eso faltan políticas con un sentido distinto y ese es el desafío.

¿Ese es el desafío de Bachelet?
Claro. A ella la gente le cree. Principalmente las mujeres desde una cierta edad y los hombres un poco mayores. Ese es un respaldo enorme porque están esperando que ella les ayude a que tengan una vida mejor y eso es algo que ella no puede frustrar. Y espero que no, por el bien del país.

¿Cómo crees que ese roterío, los marginados, la periferia se van a expresar en el próximo gobierno?
Es difícil saberlo, eso es futurología y yo me dedico a la historia. Pero va a depender de lo que ocurra en los primeros meses. El éxito de su gobierno no de terminar con un 80% de aprobación, sino que con cumplir las expectativas, se va a jugar en los primeros meses. Si ella lleva adelante bien esas tres áreas principales que son ejes de su programa, ella va a terminar bien su gobierno. De lo contrario, el conflicto no se manifiesta y se sumerge y de ahí en 20 años explota de una manera mucho más violenta. En Chile la gente protesta, se organiza y luego, probablemente por son derrotadas sus expectativas como pasa con el golpe militar, se sumerge, pero eso no significa que el conflicto no esté. El 75 había un descontento enorme pero no se expresó por la dictadura militar. El 82, que era lo mismo que se venía arrastrando, el descontento afloró. Lo mismo puede pasar si los gobiernos no cumplen con las expectativas de la gente. Probablemente no haya tan efervescencia como ahora, pero es difícil saberlo. Ahora mi sensación es que la doctora va a hacer un buen gobierno.

¿Por qué?
Creo que va a ir un poco en lo posible de hacer, pero creo que va a intentar hacer las cosas. En los 20 años de Concertación uno de los grandes errores fue que no impulsaban los proyectos de ley. Sabían que tenían minoría. Eso es lo que no puede pasar. O sea, esos proyectos, si son tan sentidos, se impulsan sí o sí. Y si se pierden, se explica claramente por qué se perdieron.

Está la discusión en pleno por una Asamblea Constituyente. ¿Crees que ese va a ser el camino?
Yo creo que ahí tienen un problema central, probablemente el mayor problema es ese. En mi modesto juicio, sin ser experto, es que una Asamblea Constituyente lo que hace es devolverle la soberanía a quien la tiene, el pueblo. Y desde ese punto de vista, creo que la creación de una nueva Constitución tiene que ser hecha con la aprobación del soberano, quien detenta el poder. Por lo tanto, debería convocarse a una Asamblea. Ahora, el camino que eligió el equipo de la Presidenta, al parecer es un camino más institucional, confiando que en el Parlamento se hagan estas transformaciones, partiendo por el sistema binominal que les permitiría tener en las próximas elecciones parlamentarias una mayoría más grande que la que tienen. Vamos a ver si ese intento puede ser exitoso o no.

¿Qué piensas del miedo a la Asamblea Constituyente?
Además de eso, creo que algo de fondo, que es ese miedo de la clase política a que el pueblo se exprese, que yo no se de dónde viene. Es como si la dueña de casa, que tiene que llegar a fin de mes con 200 lucas o lo que sea, fuera una persona insensata, que quisiera vivir en un caos. Es bien difícil entender eso. Como si el trabajador de una empresa quisiera que esa empresa se destruya, o el país se destruya. Yo no lo veo por ningún escenario que la gente que no tiene educación formal o que no son universitarios o técnicos quisieran llevar al país a un caos. Entonces, no veo elementos para ese miedo. Una Asamblea Constituyente puede ser un buen ejercicio democrático y puede resultar una Constitución mucho más sensata que lo que la clase política cree. La idea que tienen parece es que los técnicos harían esa constitución y la gente la santificaría.

Por último, ¿Qué crees que va a pasar con la derecha más dura?
Yo creo que ellos están bastante complicado. Creo que lo que hizo el Presidente Piñera fue dstruir los partidos, un poco lo que había hecho Jorge Alessandri. De hecho, las elecciones parlamentarias del 65 la DC consiguió muchos escaños y la derecha y el partido nacional tuvieron que refundarse después. Por lo tanto, para tener algo van a tener que hacer eso. Leer mejor los cambios de la sociedad. Yo creo que el gran problema de la derecha es que perdió la batalla cultural y porque no fue capaz de leer hacia dónde iba la sociedad. Y eso fue complementado con que decidieron defender el golpe militar. Eso le significó una debacle cultural. Y aunque la cultura no es la economía, te crea un horizonte simbólico de lo que un país quiere o estiman necesario. ¿Qué podrían ofrecer, más y mejor mercado? Podría ser si las grandes compañías ofrezcan nuevas reglas. Yo creo que lo que Piñera aspira es a crear una nueva derecha muy distinta de la más dura. En el fondo, su gobierno estuvo prisionero de la UDI porque fue el único grupo parlamentario que le podía dar sustento. Pero cuando él quiere volver a la Presidencia probablemente el escenario sea otro. Pero no va a ser fácil.