La Segunda, 13 de noviembre de 2012
Opinión

De piletas, encuestas y primarias

Leonidas Montes L..

Confieso que desde el jueves pasado he estado algo alejado de nuestra política contingente, participando en un colloquiumsobre Shakespeare y el republicanismo. Aunque las preguntas acerca de si Shakespeare toma partido por Julio César o Brutus; si su obra Timón de Atenas es un ataque al dinero o un mero reflejo de una depresión clínica; si el Mercader de Venecia, más que una comedia que refleja la banalidad de la nobleza, es una tragedia con un héroe llamado Shylock, o si Otelo es el moro que representa la fatalidad de lo privado ante el éxito público siguen rondando en la imaginación, es necesario volver a nuestra realidad. Si no fuera por el innecesario piscinazo de Sabat, quien hidalgamente había reconocido su estrecha derrota por unos votos, hubiera criticado al PS por no respetar o derechamente desafiar nuestra institucionalidad. Shakespeare, que conocía bien la historia política, sabía que la dignidad republicana se puede perder incluso con un torpe piquero en una pileta de baja profundidad. Por otro lado, aparece Roberto Méndez, el gurú de las encuestas mensuales de Adimark, cancelando su tradicional encuesta mensual de octubre porque la gente no la contesta. Esto resulta sorprendente, porque en este tipo de encuestas telefónicas, muy depreciadas después de la reciente elección municipal, nunca se había explicitado la tasa de rechazo. Es más, en sus declaraciones, Roberto Méndez pareciera sugerir que la elevada abstención en las municipales fue la responsable de que la gente no contestara las encuestas. O sea, la inscripción automática y el voto voluntario serían los culpables del impasse de octubre. Aunque a muchos les duela, tendremos que esperar la encuesta CEP.

Bachelet sigue brillando por ausencia. Su silencio místico sólo se manifiesta con supuestas llamadas de felicitaciones o mensajeros que parecieran tener éxito en alguna especie de güija (o ouija, como usted quiera llamar a ese tablero de letras y números). En cambio, los candidatos de la Coalición, Allamand y Golborne, ya entraron a la cancha. La competencia será dura, pero siempre es sana. Finalmente, quedará el “más mejor” para representar a la Coalición. Eso es lo que importa, porque al final, como acertadamente lo declaró el candidato Romney, “una primaria competitiva no nos divide, nos prepara”.

Afortunadamente para el Gobierno, pocos ministros dejaron el gabinete. Habría sido impresentable que Matthei, Chadwick, Longueira o Lavín hubieran dejado sus cargos para competir nuevamente por un escaño senatorial. El aterrizaje de Chadwick en Interior era inevitable y necesario. Frente a las expectativas de la oposición, será menos engorroso avanzar en materias legislativas. Y si bien se ha criticado la incapacidad política de Hinzpeter, hay que reconocer que enfrentó duras dificultades. Por de pronto, la Concertación tardó mucho en acostumbrarse a perder el poder. Ese lento proceso de conversión, exacerbado por algunas declaraciones para el bronce del Presidente, fue doloroso para la oposición y costoso para el gobierno entrante. Si bien es cierto que el actual ministro de Defensa tenía menores grados de tolerancia ante esas largas conversaciones que requieren escuchar atentamente, asentir, sobar el lomo y sonreír, también hay que reconocer que en nuestra fauna política abundan algunos reyezuelos dueños del tiempo, las cámaras y la verdad. Aunque no es difícil comprender las dificultades que enfrentó Hinzpeter, esa paciencia que exige ser simpático, condescendiente y a la vez adulador, es necesaria. Porque en política muchas veces así se cuecen las habas.

Ayer se produjeron nuevos cambios en el Gobierno. Y algunos que salieron ya han manifestado aspiraciones políticas. La buena noticia es que tienen la intención de competir. Pero enfrentan un gran desafío: la rígida maquinaria partidista. Y también representan una oportunidad: una regeneración de la centroderecha. Es de esperar que estos nuevos rostros, con aires de renovación, puedan competir, dándole un nuevo impulso a la Coalición. Por ello resulta loable que RN se haya abierto a las primarias en las próximas parlamentarias. Porque al final la competencia siempre es sana. Y más aun si creemos que las primarias competitivas no nos dividen, sino que nos preparan.