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Desvinculación y ausentismo escolar postpandemia: una mirada regional

Mauricio Salgado O..

Desvinculación y ausentismo escolar postpandemia: una mirada regional

La situación del año 2022 destaca la urgencia de políticas educativas que aborden las desigualdades territoriales y promuevan el acceso, la inclusión y la permanencia en el sistema escolar de los niños y niñas del país.

Aunque sabemos que el prolongado cierre de escuelas ha tenido un impacto negativo en los aprendizajes y el bienestar emocional de los escolares, especialmente de aquellos más vulnerables, se ha prestado poca atención a las inequidades territoriales que subyacen a esta crisis educativa. El cierre de escuelas por más de 259 días instructivos durante la pandemia, sumados a los días de clases suspendidos por la crisis social del 2019, nos llevó al lamentable récord de ser el país con el cierre de escuelas más prolongado de la OCDE, causando una interrupción sin precedentes en la educación de los niños y niñas. El impacto de esta interrupción se ha manifestado en la salida de estudiantes del sistema y en la inasistencia grave a clases en el 2022, indicadores que muestran diferencias importantes entre regiones.

El abandono escolar es un problema serio en el país, y las cifras del Mineduc del año 2022 son alarmantes. Más de 44 mil estudiantes se desvincularon del sistema, lo que equivale al 1,47% de la matrícula teórica total (en 2019 fue de 1,38%). Esta situación afectó especialmente a los estudiantes de 1° a 6° básico, etapa crucial en su desarrollo educativo. La Región Metropolitana fue la más afectada, con una tasa de desvinculación del 1,9%. Le siguen de cerca las regiones de Tarapacá, Antofagasta, Atacama y Aysén, todas ellas con tasas de 1,5%. Las mayores alzas en la desvinculación respecto del 2019 se dieron en las regiones de Arica y Parinacota y Metropolitana.

Por otro lado, el ausentismo escolar grave –un predictor de la exclusión escolar– aumentó en todo el país. Este se refiere a escolares que faltan a clases más del 15% del tiempo (casi seis semanas de clases), lo que, según la normativa vigente, puede ser causal de repitencia. El año pasado más de 1,2 millones de escolares, equivalente al 38% de la matrícula, registraron este nivel de inasistencia, un aumento de 10 puntos porcentuales respecto al 2019. Es especialmente preocupante que en diez de las dieciséis regiones del país se hayan registrado aumentos de más de diez puntos porcentuales en el ausentismo grave, registrándose las mayores alzas en Arica, Aysén, Ñuble y Maule. En la región de Atacama, aunque la variación en el ausentismo grave fue menor, la región históricamente ha registrado altos niveles de inasistencia escolar, con un 64% de la matrícula afectada por inasistencia grave en el 2022. Es decir, 2 de cada 3 escolares de Atacama podrían haber repetido el año si se aplicara la normativa vigente.

A pesar del reciente optimismo del Mineduc por las cifras de marzo de 2023 –que muestran un descenso al 22% de la inasistencia grave–, no podemos bajar la guardia. Marzo suele ser un mes en el que los estudiantes faltan menos a clases. Además, estamos a la espera de la evaluación y recomendaciones que entregará en los próximos días el consejo asesor conformado por el Gobierno –a casi dos años de la reapertura de escuelas– para fortalecer el plan de reactivación educativa. Las cifras de abril y mayo serán críticas para determinar si los esfuerzos por reducir la desvinculación y el ausentismo escolar están dando resultados. La situación del año 2022 destaca la urgencia de políticas educativas que aborden las desigualdades territoriales y promuevan el acceso, la inclusión y la permanencia en el sistema escolar de los niños y niñas del país.