El Mercurio, 13 de agosto de 2017
Opinión

El editor y la otra

Ernesto Ayala M..

El resultado final levanta simpatía hacia los personajes, pero no un compromiso afectivo férreo; no hay olas de emoción ni nada que se le parezca, pero quizás sí algo que podría describirse como una música agradable…

The day after
Dirigida por Hong Sang-soo Con Kim Min-hee, Kim Sae-byeok, Kwon Hae-hyo.
Corea del Sur.

El próximo 20 de agosto comienza Sanfic. Si bien el principal festival de cine de Santiago aún parece tensionado entre ser un eco de lo mostrado en otros festivales o convertirse en un auténtico espacio de competencia, así como entre adelantar estrenos de la cartelera y programar un cine que jamás llegaría a Chile (tensiones curatoriales que lo han marcado casi desde sus inicios), siempre se agradece la oportunidad para encontrarse en pantalla grande con películas de mayor tonelaje y asomarse a la obra de directores que circulan como santo y seña entre entendidos.

Uno de esos directores de los que «todo el mundo» habla es Hong Sang-soo (respetaremos el uso oriental de llevar el apellido delante). Nacido hace 56 años en Corea del Sur, con estudios en Estados Unidos, Hong ha sido descrito como el Woody Allen coreano, básicamente debido a su interés en historias cotidianas, que generalmente involucran tropiezos de la vida en pareja e infidelidades entre personajes del ambiente cultural, como actrices, editores, cineastas o artistas. Hasta ahí la comparación es relativamente válida. Allen, sin embargo, es mucho más suntuoso para filmar que Hong; sus diálogos son más elaborados y su estilo es más clásico. Por la austeridad, sencillez y búsqueda de realismo, Hong recuerda más al francés Éric Rohmer, aunque no me atrevería a decir si son comparables en pulcritud y elegancia visual o agudeza para observar a sus personajes y desentrañar sus motivaciones.

Al Sanfic 13 llega «The day after», cinta con la que Hong acaba de competir en Cannes. Filmada en blanco y negro, la película sigue a Bongwan Kim (Kwon Hae-hyo), un crítico y editor ya maduro, que se ha involucrado con la única empleada de su pequeña editorial. Su mujer aún no lo sabe, pero lo sospecha. Y quien ni siquiera sospecha el lío en que se está metiendo es Song Areum (Kim Min-hee), la nueva contratación de la editorial, llegada en reemplazo de la amante.

A diferencia de Allen o Rohmer, Hong evita la cronología lineal y prefiere contar la historia a retazos, con escenas breves pero intensas, mediadas por saltos temporales, donde lo que no se ve debe imaginarse. Hong trabaja con escenas algo tópicas o previstas -el hombre que no quiere confesar, declaraciones de amor en medio de la pasión clandestina, el hombre llorando como suma de su angustia, la amante decepcionada por la inmovilidad del hombre, la mujer que enfrenta a la amante-, que son como siluetas de situaciones reales o posibles, donde cada uno proyecta lo que tiene más a mano. Se trata de un realismo sin detalles, algo abstracto, desprovisto de las particularidades del caso.

La cinta salva esta debilidad con astucia y no poco encanto. El encanto está en sus personajes principales: Bongwan, que parece -al principio al menos- un hombre sensible, gentil, solamente algo sobrepasado por la consecuencia de sus decisiones; y Areum, una mujer joven, atractiva, inteligente, abierta al mundo, a la experiencia y a la literatura. La astucia está en escabullir los detalles, en evitar las transiciones innecesarias, en armar una trama sencilla pero con los giros adecuados, en estimular la inteligencia del espectador al obligarlo constantemente a juntar las piezas sueltas. El resultado final levanta simpatía hacia los personajes, pero no un compromiso afectivo férreo; no hay olas de emoción ni nada que se le parezca, pero quizás sí algo que podría describirse como una música agradable. Los flashbacks abruptos, las elipsis, los saltos de tiempo hacia adelante logran construir la sensación de que todo sucede al mismo tiempo, de que el tiempo corre y a la vez todo sigue presente, de que la vida avanza, pero el espacio entre los momentos relevantes es al final mínimo.