El Mercurio, 8 de mayo de 2016
Opinión

El vil dinero

Ernesto Ayala M..

Reseña de la película «Il capitale umano» dirigida por Paolo Virzì.

Aunque su antecedente más evidente es «Rashomon» (1950), la película de Kurosawa que cuenta el mismo crimen desde tres puntos de vista distintos, la preocupación de «Capital humano» no es por la verdad, ni por su ininteligibilidad, sino por el capitalismo.

La cinta, dirigida por el italiano Paolo Virzì, comienza relatando el atropello de un mozo que vuelve en bicicleta de su trabajo. Luego, asistimos a los hechos que rodean a ese incidente, desde tres puntos de vista distintos, que representan tres capítulos de la película, a los que se le suma un cuarto, donde las tres historias convergen y se cierran. Todo sucede en Milán y las historias ponen en escena a dos familias, conectadas por la relación que existe entre Serena (Matilde Gioli), la hija de un torpe y arribista corredor de propiedades llamado Dino (Fabrizio Bentivoglio), y Massimiliano (Guglielmo Pinelli), el malcriado hijo de un riquísimo inversionista llamado Giovanni Bernaschi (Fabrizio Gifuni). En el primer capítulo seguimos a Dino, que al conocer a Bernaschi cree ver la oportunidad de realizar una inversión mayor. En el segundo, seguimos a Carla (Valeria Bruni Tedeschi), actriz que dejó su carrera para casarse con Bernaschi, y que solo ve en la restauración de un decaído teatro la posibilidad de darle sentido a una vida que se pasa entre la compra de zapatos y de cortinas. Por último, seguimos a Serena, una adolescente bella y de mal carácter, que sin embargo comienza a revelarse como la verdadera heroína de la historia.

Aunque solo accedemos a Bernaschi a través de los ojos de los demás, como puede verse, él es el centro de la cinta. Bernaschi es insensible, autoritario, cínico y ambicioso, y su dedicación a apostar contra el mercado lo pone como el símbolo del capitalismo más brutal, muy en sintonía con los tiempos que corren, cuando la imagen del capitalista se mudó del industrial de fierros al inversionista tipo Wall Street. Bernaschi es, así, una suerte de Rey Midas, que contamina todo lo que toca. Su hijo es un idiota totalmente prescindible, al que la película no le da una oportunidad no digamos de redención, pero ni siquiera de comportarse al menos dignamente. Cosa parecida sucede con Carla, una mujer guapa, a la que se adivina un pasado más intenso y apasionado, pero que ahora circula como una dueña de casa zombi, sin carácter, cuya única expresión personal parecen ser sus vestidos y el gusto por fumar a escondidas. A ella, la cinta le da la oportunidad, pero lógicamente no es capaz de imaginarse fuera de su palacio. Por último, Dino, el corredor de propiedades, solo logra convertirse en un ser aún más patético cuando cae bajo la influencia de Bernaschi.

Las personas, en cambio, que se alejan o permanecen fuera del circuito de Bernaschi, es decir, se alejan de la influencia del dinero, sí mantienen su integridad. Esto es especialmente relevante para Serena, que hace lo posible para salir de los brazos del inmaduro Massimiliano. Su fuerza para hacerlo es la pasión y el amor que siente por Luca (Giovanni Anzaldo), artista maldito en ciernes, y con ella se libera del grupo de chicos ricos que la capturaban.

La lectura que se obtiene del conjunto de movimientos de la cinta es, como se ve, muy evidente y maniquea. El dinero corrompe y el amor/arte redime. Si bien la cinta está estupendamente armada y producida, es cuidada en su dirección de arte y recurre a una puesta en escena austera, de «cámara invisible», que no vuela pero que tampoco perturba el relato, todo lo cual hace a «Capital humano» una cinta agradable de contemplar, aunque la película se ve limitada por un entendimiento pobre del capitalismo y una mirada pedestre de nuestras relaciones con el dinero.

Il capitale umano
Dirigida por Paolo Virzì.
Con Valeria Golino, Fabrizio Bentivoglio, Matilde Gioli y Valeria Bruni Tedeschi.
Italia, 2013. 101 minutos.