El Mercurio, 19 de abril de 2015
Opinión

En la puerta del horno

Ernesto Ayala M..

«Una noche para sobrevivir» estuvo cerca de convertirse en una película en serio. El guión, de Brad Ingelsby («Out of the Furnace»), sin ser particularmente original, es una cuidada pieza de cine industrial, de personajes bien dibujados y balanceados, que fluye sin engaños notorios y con el necesario ingrediente de tragedia que toda película de gánsteres debe tener, potenciado con una dosis de melancolía. La cinta se ambienta en una Nueva York invernal y sigue a Jimmy Colon (Liam Neeson), un hombre decaído, alcohólico, que Shawn Maguire (Ed Harris) aún conserva bajo su protección en honor a una vieja amistad. Sin embargo, el hijo de Jimmy se encuentra con el hijo de Shawn en una noche fatal y Jimmy debe salir desde las sombras del remordimiento para proteger al hijo que no ha visto en veinte años.

La cinta está dirigida por el catalán Jaume Collet-Serra (1974), que ya había dirigido a Neeson en «Unknown» (2011) y «Non-stop: sin escalas» (2014), dos películas de acción efectivas, dinámicas y bien armadas, donde Neeson repetía el papel de héroe acabado, oscuro, de rabia apenas contenida, que debe recurrir a su última fuerza interior para redimirse de los errores de su pasado. En esta ocasión, Neeson luce aun más patético, y su viaje no será muy distinto: cada combo y disparo será parte de una redención no frente a sí mismo (para eso es tarde), sino ante su hijo.

Mas, a diferencia de las cintas anteriores del dúo Collet-Serra/Neeson, «Una noche para sobrevivir» podría haber llegado más lejos. En parte, porque Neeson está frente a Ed Harris, un actor enorme, que con su sola voz pone a la cinta en otro registro. Harris es el actor norteamericano por definición, lleno de testosterona, pétreo, pero que puede trasmitir amenaza o emoción con apenas pestañear. Gracias a él, la cinta no tiene a un antagonista abstracto o caricaturesco, sino que a uno con sus propios remordimientos, quizás tan cansado de la vida como Jimmy. Sumemos a eso que la historia tiene la inevitabilidad de una tragedia, involucra a hombres que no han sabido cómo ser buenos padres y todo sucede en una Nueva York sin glamour, sino con ese aire sucio y laberíntico que tenía en las películas de los años 70 y 80. Sí, había material para hacer una gran película, dura, seca, que alguien como Sidney Lumet o Clint Eastwood hubiera convertido en un peliculón.

Pero Collet-Serra no tiene la mirada o las bolas. No sabe darles pausa a sus tomas; llena la cinta de transiciones entre una escena y otra, que consisten en cámaras que vuelan sobre la ciudad hasta llegar a los personajes, tomas que sacan la cinta del tono sombrío que fija en sus mejores momentos; suma a un asesino a sueldo que es casi de ciencia ficción; no tiene el menor asco en incorporar un flashback justo en el clímax emocional, un énfasis de una torpeza enorme; y agrega, por último, diversas secciones en cámara lenta, como para completar el abanico de recursos baratos. Es casi como si Collet-Serra no quisiera que su cinta se tomara en serio y buscara destruir lo que en otros momentos construye con alguna sutileza. Quizás es verdad que el pan se quema en la puerta del horno. No será la primera ni la última vez que suceda, pero no deja de ser una lástima.

«Una noche para sobrevivir»
Dirigida por Jaume Collet-Serra.
Con Liam Neeson, Ed Harris, Joel Kinnaman y Boyd Holbrook.
Estados Unidos, 2015, 114 minutos.