El Mercurio
Opinión
50 años Golpe de Estado

Entre recuerdos y olvido

Leonidas Montes L..

Entre recuerdos y olvido

Aunque ayer partió el programa oficial de conmemoraciones, las señales presidenciales no son auspiciosas. No hay una mirada de futuro. Tampoco de unidad.

Los 50 años del Golpe han estado marcados por controversias, pero también por reflexiones. La salida de Patricio Fernández fue difícil de entender. Y también difícil de explicar. Aun así, el debate sobre Allende, la Unidad Popular y el Golpe se ha abierto bajo una mirada histórica.

Como si el peso de la memoria finalmente diera rienda suelta a las ideas, el libro de Daniel Mansuy plantea originales aristas. El sobrecogedor testimonio personal de Cristóbal Jimeno en “La Búsqueda” es lectura obligatoria. Asimismo, las humanas y a ratos desgarradoras memorias de Óscar Guillermo Garretón abren nuevas interrogantes. Y para qué hablar de “La experiencia política de la Unidad Popular”, de Patricio Aylwin, que ha dado tanto que hablar. Su legado político y humano crece. Tampoco han faltado esfuerzos por rescatar publicaciones académicas. El volumen especial de Estudios Públicos que reúne diez artículos comentados por Eugenia Palieraki, Sofía Correa y Elizabeth Lira da cuenta de una rica y sana diversidad que suele olvidarse.

Lo interesante del actual debate es que el foco no ha estado en el Golpe ni en la memoria, sino en la Unidad Popular (UP). La memoria no es estática, sino dinámica. Y la UP, como dijo Sol Serrano, dejó de ser “intocada por intocable”.

La memoria es un fenómeno complejo que se mueve entre los recuerdos y el olvido. En un extremo está el famoso cuento de Borges “Funes el memorioso”. El joven Ireneo, después de caerse de su caballo a los 19 años, se acordaba de todo. Su memoria era infalible. En el otro extremo, Nietzsche llama a olvidarlo todo. Solo el olvido nos libera, nos emancipa de las ataduras de nuestro pasado. No hay que recordarlo todo como el pobre Funes que murió en una pieza oscura. Tampoco olvidarlo todo, como sugiere Nietzsche, quien terminó sumergido en la locura. Hay un balance entre la memoria y el olvido. Ese equilibrio, que es la mirada de futuro, es lo que nos falta. Es la gran oportunidad que presentaban estos 50 años para la nueva generación de izquierda. Las expectativas eran altas.

Para los 30 años, el Presidente Lagos llamó a respetar la memoria. Entonces escuchamos el inolvidable “nunca más” de Cheyre y vimos la simbólica apertura de Morandé 80. Todo esto contribuyó a ese ethos republicano que alimentó una apacible unidad nacional. Los 40 años bajo Piñera, el primer gobierno de derecha, fueron distintos. Pese a que se restauró la Plaza de la Constitución y el Presidente habló de los “cómplices pasivos”, no hubo gestos de unidad. La oposición no aceptó participar en una ceremonia en La Moneda. Hace diez años los derechos humanos eran el monopolio de un sector.

Aunque ayer partió el programa oficial de conmemoraciones, las señales presidenciales no son auspiciosas. No hay una mirada de futuro. Tampoco de unidad. Se pueden decir muchas cosas sobre Guillermo Teillier, pero ¿era “inclaudicablemente demócrata”? Poco después del suicidio del militar en retiro de 86 años condenado por el crimen de Víctor Jara, el Presidente declaró que Teillier “murió como un hombre digno, orgulloso de la vida que había vivido”, rematando: “hay otros que mueren de manera cobarde para no enfrentar a la justicia”. Juzgar de esta manera no corresponde a la investidura del Presidente ni a la humanidad de Boric. La realidad, así como la historia, suele ser más compleja. Y la moral, ya lo sabemos, también mata.

La historia nos enseña que no existe una verdad oficial. Por eso no puede existir algo o alguien que defina lo que sucedió, cómo sucedió y por qué sucedió. Tal como lo dijo la senadora Allende, “cada uno lo vive como lo vivió”. Esa continua e incesante tarea no depende de nadie, pero también depende de todos. Ojalá la conmemoración de los 50 años encuentre el tono y equilibrio para el futuro. Al final la historia también escribirá sobre lo que hizo esta nueva generación política.