El Mercurio
Opinión

Escuchemos a los grandes

Leonidas Montes L..

Escuchemos a los grandes

«En Chile tenemos muchos grandes. Pero no los escuchamos. Y los valoramos poco».

En una columna titulada “La sorprendente lógica de la política” (martes 30 de marzo), el profesor Nicolás Majluf nos llama la atención sobre el estado de nuestra política. Inicia su reflexión con la situación que vive nuestro sistema de pensiones. Ante el tercer retiro, nos dice, “esta mala política pública avanza sin tropiezos”. Agrega que ni “El agente topo”, ni las comisiones, las voces de expertos o la prioridad ciudadana, han logrado sacarnos del pantano. Pareciera que los sofismas retóricos han nublado la realidad. Y que la política ha perdido algo.

Pero Nicolás Majluf, con su habitual modestia y claridad, no pierde el optimismo. Levanta cinco puntos estratégicos: mejor gobernabilidad, virtudes cívicas, conducta fair play, relevancia de la institucionalidad y mayor participación ciudadana. Sus palabras son otro llamado a “la buena política”, a enfrentar con sensatez y prudencia el proceso constitucional. Tenemos un desafío que también es una oportunidad.

Cuando se escuchan discursos bautismales, cuando algunos quieren partir de cero, cuando todo pareciera nacer con ellos y a partir de ellos, ¡qué reconfortante es leer a alguien como Nicolás Majluf! A ratos escuchaba su voz pausada y me lo imaginaba, hace unos 35 años, en una de esas amplias aulas del Campus San Joaquín. Quizá no es una persona conocida por el público general, pero sí reconocida. Como profesor y académico, marcó a varias generaciones de ingenieros de la Universidad Católica.

Estudió ingeniería civil. Y cuando en Chile era inusual y difícil estudiar en el extranjero —no había tantas oportunidades— partió a Stanford. Después se doctoró en el MIT. En 1984 publicó, junto a Stewart Myers, un clásico de las finanzas. Basta poner su nombre en Google Scholar para ver la influencia de sus múltiples y variadas publicaciones. Junto a su amigo y colega, Arnoldo Hax, además de publicar, han hecho grandes cosas (los grandes suelen hacer grandes cosas).

Confieso que leí con cierta nostalgia las palabras del profesor Majluf. Imagino que no participa en las redes sociales. Tampoco lo he visto en televisión. Sin embargo, en Chile tenemos muchos grandes. Pero no los escuchamos. Y los valoramos poco. En esta crisis de la democracia representativa, el debate está guiado por lo inmediato, por lo novedoso, por lo que enciende pasiones. El encierro no detiene la polarización ni la escasez de reflexión. Para qué hablar de la violencia o de las virtudes cívicas.

Recuerdo esa idea de la corruzione, ese concepto republicano que en sus orígenes era anteponer el interés propio por sobre el interés público (para no herir susceptibilidades, la corruzione no es la corrupción moderna, sino algo más profundo). Pienso que en Chile hay muchos grandes que no caen ante esa tentación. Pero también recuerdo a James Buchanan y Gordon Tullock, los padres del public choice, que analizaron la política con las herramientas de la economía. A ellos no les sorprendía la dura y cruda realidad política, que es también nuestra realidad humana. La maximización de la utilidad, ya lo sabemos, se viste de varias formas.

La política vive momentos difíciles. Es cierto, como nos recuerda el profesor Majluf, que las encuestas revelan su descrédito. Solo uno de cada cien tiene “mucha o bastante confianza en los parlamentarios”. Pero también es cierto que las encuestas desnudan el comportamiento de la mayoría de los políticos. No es algo nuevo. Tampoco sorprendente.

En un espacio político donde los ánimos están caldeados, donde el riesgo y la ansiedad electoral guían a la manada, tal vez todavía hay espacio para la franqueza, para ver la realidad como es y no como querríamos que fuera. Entre tanto tira y afloja, ad portas de esta larga y torcida aventura constitucional, tenemos la oportunidad de seguir mejorando. Pero, para eso, necesitaremos a los grandes.