El Mercurio, 15 de noviembre de 2016
Opinión
Opinión Pública

¿Fallaron las encuestas en Estados Unidos?

Ricardo González T., Bernardo Mackenna C..

La victoria del candidato republicano Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos fue sorpresiva, tanto para los ciudadanos de esa nación como para el mundo entero. La sorpresa se generó, en buena parte, porque el clima de opinión, aparentemente producido por los resultados de las encuestas, indicaba un claro triunfo de la candidata demócrata Hillary Clinton. Como ello no ocurrió, quedó la sensación en la opinión pública de que, una vez más, las encuestas preelectorales fallaron en la predicción de las votaciones. Pero, ¿hasta qué punto podemos decir que fallaron las encuestas? Analicemos lo que ocurrió.

En el voto popular -la suma de los votos en todo el país-, Clinton obtuvo un 47,7% de las preferencias, mientras que Trump consiguió un 47,5%. Las encuestas, al día de la elección, consignaban un 48,5% para Clinton y un 44,9% para Trump, en promedio. En ambos casos, la diferencia entre la votación efectiva y la estimada por las encuestas es menor al tradicional margen de error de tres puntos porcentuales; por lo tanto, considerando este error de estimación, las encuestas acertaron.

Pero las elecciones presidenciales en Estados Unidos se ganan con los votos del colegio electoral, que varían por estado. En promedio, las encuestas electorales subestimaron la votación de Trump en dos puntos porcentuales, y sobrestimaron los votos conseguidos por Clinton en un punto porcentual. Ambas cifras están, nuevamente, dentro de los márgenes de error habituales en sondeos de opinión.

No obstante, la votación estimada de Trump estuvo fuera de los márgenes de error convencionales en 28 estados. A Clinton le ocurrió lo mismo en 12. Se podría afirmar que esto constituye un error garrafal de las encuestas estadales; no obstante, a pesar de ello, estas predijeron correctamente al ganador en 46 de los 51 estados. Esto significa que la mayor parte de los errores ocurrieron en estados donde la diferencia en votación estimada no fue estrecha; por lo tanto, la asignación de los votos electorales fue certera en la mayoría de los estados.

Sin embargo, en Florida, Michigan, Carolina del Norte, Pensilvania y Wisconsin, las encuestas indicaban una victoria de Clinton, aunque dentro del margen de error, que en este tipo de encuestas tiende a fluctuar entre dos y cinco puntos porcentuales. Esta situación se conoce como «empate técnico», lo que significa que, con una alta probabilidad, la votación de ambos candidatos es igual y no es posible predecir a un ganador. En esos cinco estados, Trump fue el ganador.

Estos cinco estados eran claves para lograr el triunfo en las elecciones. Los resultados de las encuestas llamaban a la cautela y, a pesar de ello, reinaba un ambiente triunfalista a favor de Clinton. ¿De dónde vino este exacerbado optimismo? A nuestro juicio, de una mala interpretación de los resultados de las encuestas por parte de los «agregadores de información» y de los medios de comunicación.

Los agregadores de información utilizan las encuestas disponibles, nacionales y estadales, ajustan sus cifras -por ejemplo, de acuerdo al modo en que fueron realizados los sondeos (línea fija, celular, mezcla de ambos, online ), los sesgos históricos de cada compañía y de cuán cerca del día de la elección se realizaron las entrevistas- y luego generan una estimación de la probabilidad de victoria de cada candidato en cada uno de los estados y así obtienen los votos en el colegio electoral que le corresponden a cada uno. Estos agregadores pronosticaron una victoria de Clinton con probabilidades que fluctuaban entre 70% y 99%. Uno de los más destacados es FiveThirtyEight. Esta compañía falló solamente en la estimación de los resultados en Florida, Michigan, Carolina del Norte, Pensilvania y Wisconsin, los cinco estados en que las encuestas estimaban un empate técnico, asignando, por ejemplo, probabilidades de victoria de Clinton de 84% en Wisconsin, 79% en Michigan y 77% en Pensilvania, cuando una cuidadosa lectura de las encuestas indicaba que no había un ganador claro en esos estados.

Esta interpretación cuidadosa de los resultados de las encuestas tampoco estuvo presente en los medios de comunicación masivos, que tomaron los resultados sin considerar los márgenes de error, y difundieron las elevadas probabilidades de victoria estimadas por los agregadores de información, declarando a Clinton ganadora sin mayores precauciones. Quizás esto se deba a que, a diferencia de elecciones pasadas, los medios de comunicación en Estados Unidos estuvieron ampliamente a favor de la candidatura de Clinton.

En suma, ¿fallaron las encuestas en las elecciones presidenciales en Estados Unidos? A nuestro juicio, no completamente. Predijeron correctamente el ganador en 46 de los 51 estados, y en los cinco restantes, las estimaciones se ubicaron dentro del margen de error, que los medios olvidaron considerar en sus interpretaciones y que los agregadores de información reemplazaron por métodos analíticos que no fueron acertados esta vez.

Es necesario recordar que las encuestas entregan resultados probabilísticos, y como tales están sujetos a cierto grado de variación. Tal vez el fallo más grande de todos fue olvidarse, por conveniencia o ignorancia, de esto último.

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