La Segunda, 19 de febrero de 2013
Opinión

Frutillar, música y Teatro del Lago

Leonidas Montes L..

Hace 45 años se inició en Frutillar una maravillosa tradición: las Semanas Musicales de Frutillar. Para quienes hemos tenido el privilegio de asistir a estos encuentros musicales, la figura de la señora Flora, con su elegancia y peinado voluminoso, es emblemática. Ha sido el motor y la gestora de esta notable iniciativa. En la precariedad del Estadio Municipal, pese al calor o la lluvia, todo se olvidaba cuando la música inundaba el ambiente. En ese entorno maravilloso, en una ciudad que ha mantenido su encanto sin caer ante un desarrollo despiadado —autoridades y depredadores inmobiliarios ya han arruinado muchos lugares en nuestro país—, las Semanas Musicales recibieron un regalo. Hace 15 años se puso la primera piedra de un ambicioso proyecto: el Teatro del Lago. Después de un largo proceso, con importantes desafíos financieros, arquitectónicos, de construcción y tecnológicos, el teatro se inauguró el año 2010. Un verdadero proyecto Bicentenario. Son 11.000 metros cuadrados construidos sobre el lago Llanquihue justo frente al volcán Osorno. El techo de cobre y la madera utilizada en su construcción le dan identidad a esta obra que parece un arca de Noé que llegó para albergar y difundir la música y el arte. Su sala principal, que posee unas 1.200 butacas, cuenta con una tecnología que es la envidia de cualquier teatro en Latinoamérica.

La Orquesta Sinfónica de Bamberg, Verónica Villarroel, Paquito D’Rivera, Inti Illimani, Los Jaivas y muchos otros destacados artistas ya han estado en el Teatro del Lago. De hecho, a fines de abril el destacadísimo chelista Yo-Yo Ma dará un concierto. Y todo esto en Frutillar, una ciudad al sur de Chile.

Hemos olvidado que la música, que surge antes que el lenguaje hablado y escrito, es fundamental. Los griegos bien lo sabían. Por eso Platón le dio tanta importancia en su riguroso proceso de educación. La música parte de la naturaleza y con ella el hombre vuelve su mirada a lo esencial. Hoy estamos más acostumbrados a oír que a escuchar, a mirar que a observar, a hojear que a leer. Y nos informamos tanto y con tanta facilidad, que queda poco tiempo para pensar.

En Chile somos buenos para criticar, y muy malos para reconocer lo bueno. Este maravilloso proyecto es naturalmente fruto de un esfuerzo colectivo. Pero, de manera discreta y silenciosa, el pilar detrás de este sueño es la familia Schiess. No sólo se trata del generoso aporte financiero que han realizado, sino del capital humano que han aportado. Dicho de otra forma, a este proyecto le han puesto mucho dinero, mucho trabajo y mucho corazón. Y eso se nota. Nicola Schiess y Uli Bader son el alma y el espíritu detrás del Teatro del Lago. Viven en Frutillar. Y viven para el Teatro y la música. Este caso es un maravilloso ejemplo de filantropía. Pero también un ejemplo de compromiso personal con una causa noble. Nicola y Uli han sacado adelante y gestionado con éxito un proyecto musical con gran impacto social. Y siguen trabajando, entusiasmados y comprometidos. Por ejemplo, fundaron la Escuela de las Artes, que se alberga en la Casa Richter, construida en 1895. Unos 250 alumnos de diversas escuelas de la zona asisten a distintos cursos y talleres de música. Es importante reconocer esta obra. No me extrañaría que en este camino musical que se ha iniciado aparecieran algunos talentos. ¿Por qué no soñar con otro Claudio Arrau que nace en Frutillar, nuestra capital musical?

El Teatro del Lago nos recuerda el valor de la interacción entre lo privado y lo público. Cuando ambas fuerzas se unen en pos de un proyecto cuyas externalidades positivas desde un punto de vista social son evidentes, el resultado puede ser muy potente. Si el aporte privado se encuentra con un alcalde comprometido con su comuna y con parlamentarios conscientes de lo que se ha hecho y se puede hacer, la combinación es poderosa. Esta coordinación puede hacer la diferencia. Imagínese a Frutillar en el futuro: una capital de la música que se desarrolla con sentido estético y armonía. Esa es la idea. Y es posible. Están Frutillar, el Teatro del Lago y el capital humano.