La Segunda, 21 de enero de 2014
Opinión

Fuego en la derecha

Leonidas Montes L..

El inicio de este verano ha sido caluroso, en todo sentido. Han cundido los incendios desde la zona central hacia el sur, pero las noticias políticas tampoco han estado exentas de calor. Y también de fuego cruzado. Mientras la derecha continúa su catarsis, Michelle Bachelet fragua, en el ardor de las altas temperaturas estivales, su nuevo gabinete. La primera señal política real y concreta de su futuro gobierno se discute en el más absoluto hermetismo.

Naturalmente, cunde el nerviosismo, pero se sabría antes del fallo de La Haya. Algunos interesados en agarrar algo se apuran a recordarnos su presencia en algún medio. Otros, más discretos, simplemente lo hacen a través de un Top Secret, una columna o una carta al director. Pero los más conocedores de la cultura bacheletista permanecen anónimos, ocultos, evitando cualquier tipo de especulaciones. “El que habla no sale en la foto”, solían decir de su gobierno anterior.

La disciplina en política también es importante. Y vaya que son disciplinados los socialistas y los comunistas. Pero Bachelet no sólo exige disciplina, sino también una lealtad a prueba de fuego. Así lo ha hecho ver a los partidos de la Nueva Mayoría. La que manda es ella. En la derecha, en cambio, estas virtudes y esa disciplina no son frecuentes. Después del poder, suele venir la tormenta. Es lo que Carlos Peña definió, con agudeza, como la tentación delfracaso. Los conflictos propios de la política, y de cualquier grupo humano, se resuelven con bastante mayor prudencia en la izquierda que en la derecha, donde pueden alcanzar matices kafkianos o spencerianos.

Lo curioso del reciente debate es que sea RN el partido que ha estado en el centro de la polémica, porque el que tuvo tres candidatos presidenciales fue la UDI. A pesar de eso y del desastre de las parlamentarias, se respira una aparente calma en el gremialismo. Salvo algunos diagnósticos generales del consejo, y algunas culebreadas con lo que ha sido su férrea posición en temas valóricos, la UDI es el partido que debería estar haciendo una profunda catarsis. Pero con la excepción de la parada de carros de Moreira, un ganador que hizo ver su sentida decepción, pareciera que el partido simplemente permanece en etapa de reflexión y, aprovechando el show de sus “socios” en RN, mantiene un bajo perfil. Y observa, atento y sumergido, con su periscopio.

En RN, en cambio, el éxito senatorial de Allamand y Ossandón fue seguido de críticas destempladas al gobierno. Tres diputados crearon Amplitud con bulladas declaraciones y palos de por medio. Se les sumó la senadora Lily Pérez. Y esta torta se corona con esa guinda campechana y venenosa del actual timonel de RN, Carlos Larraín. Eso sí, aferrado al timón de mando, Larraín declaró que se iba a cortar colas de cordero a Magallanes. Aunque continúan las especulaciones respecto de futuras fugas, pareciera que la figura de Cristián Monckeberg emerge como el hombre de consenso. Los aires de cambio son necesarios cuando la temperatura es tan alta. Se necesita una brisa que apacigüe los ánimos de RN.

Todo esto ha mantenido al partido que llevó a uno de sus filas a la Presidencia de la República en el ojo del huracán. RN ha saltado del éxtasis presidencial de 2010 a la cruda catarsis de 2014. Y el Presidente Piñera ni siquiera sabe si vuelve al partido que lo lanzó a la gloria, pues está concentrado en La Haya. Por ahora sólo le queda, al igual que a la UDI, esperar y observar. Como buen piloto, bien sabe que hay que aterrizar cuando la pista esté libre de todos esos espejismos que produce un calor tan intenso. O cuando el humo del incendio de la derecha finalmente deje ver a través del bosque.