Harald Beyer analiza documento elaborado por la Comisión de Salario Mínimo y entrega detalles de su contenido. El economista, que presidió la mesa de trabajo, señala que una de las principales diferencias se dio en la fórmula de reajuste, y adelanta que será necesario revisar el sistema de gratificaciones.
por Silvana Celedón Porzio
Positivo es el balance que hace el presidente de la Comisión de Salario Mínimo, Harald Beyer, respecto de los resultados del informe elaborado por la instancia, la cual congregó a expertos de diversa índole.
Beyer mantiene su favorable diagnóstico, a pesar de la falta de consenso en torno a la cifra de reajustabilidad de dicha remuneración, donde hubo dos posturas: una a favor de un aumento de 3% en base a la inflación esperada y otra que sugirió que hay espacios para un alza mayor.
El economista reconoce que «era muy difícil» lograr acuerdo en la actualización de este año del sueldo base, que asciende a $165 mil hasta el 30 de este mes. Sin embargo, reconoce que predominaron los puntos de acuerdo y aclara que si bien hubo una serie de propuestas planteadas por los integrantes de la instancia, se optó por el camino de concentrar los esfuerzos en cumplir con el mandato encomendado.
-¿Cuál es la idea central del informe?
«El documento contiene una mirada amplia sobre el mercado laboral. En ese sentido, lo primero que se determinó fue a quiénes afecta el salario mínimo, llegando a la conclusión que los grupos que en mayor proporción ganan este monto son los jóvenes, las personas poco educadas, quienes viven en las regiones de Arica y Parinacota, La Araucanía y Los Ríos, y los empleados de microempresas, entre uno y nueve trabajadores. Particularmente, nos preocupa esta última situación, ya que según los datos administrativos que recogimos, cerca del 67% de los trabajadores que ganan el mínimo están en este tipo de empresas».
-¿En qué otros aspectos se logró acuerdo?
«En que efectivamente existe una disyuntiva entre empleo e ingreso. Se busca elevar las condiciones de vida de los trabajadores, pero existe el riesgo de que eso provoque desempleo. Entonces no es posible seguir subiendo el salario mínimo sin reconocer que se pone en riesgo el empleo de los grupos más afectados. Un tercer elemento que la comisión concordó es que idealmente la discusión sobre salario mínimo tiene que considerar inflación, productividad, el ciclo económico y la pobreza. Ahora bien, esta definición es muy sensible».
-¿En qué sentido?
«Si hay muchas políticas para la superación de la pobreza, el salario mínimo es menos relevante, pero concluimos que hoy las políticas de transferencia son insuficientes, entonces el salario mínimo es un instrumento vigente. Sin embargo, acá se produjo la división, ya que el grupo que propuso un alza mayor argumentó que el salario mínimo es una política para combatir la pobreza».
-¿En qué grupo se ubica usted?
«Yo ejercí de árbitro, pero lo relevante es que finalmente el punto de diferencia estuvo en la efectividad del salario mínimo para atacar la pobreza».
-¿Cuál fue el planteamiento en materia de gratificaciones?
«Sobre este tema también hubo acuerdo y el informe señala que es necesario revisar detenidamente las gratificaciones. Esto, porque las empresas en su gran mayoría optan por la opción de pagar hasta un 25% del salario líquido, con un tope de 4,75 salarios mínimos. El punto es que fuimos a ver los datos y si bien hay un grupo grande que recibe este beneficio, también hay un porcentaje importante que no recibe el pago de gratificaciones. Entonces el objetivo es despejar eventuales incumplimientos por falta de información o porque no se están registrando utilidades».
-¿Se propuso finalmente crear un comité que esté recabando datos a nivel laboral?
«Sí, pues es clave mantener en forma permanente a una comisión que esté recabando cifras y realice estudios. Nosotros tuvimos limitaciones al respecto».
«No es posible seguir subiendo el salario mínimo sin reconocer que se pone en riesgo el empleo de los grupos más afectados».