Hace un año, cuando se dieron a conocer los primeros resultados del ranking de notas, el otrora ministro de Educación, Harald Beyer, fue uno de los más críticos de su implementación. En esa oportunidad, señaló que no hubo un estudio “serio” tras la herramienta y que no no se lograron los resultados esperados. Sus dichos lo enfrentaron a los rectores y hoy, desde el Centro de Estudios Públicos (CEP), señala que es necesario un sistema de admisión “más profesional”.
por Javiera Herrera
Los resultados de selección mostraron que los alumnos de colegios municipales no aumentaron su participación, a pesar del alza en la ponderación del ranking de notas. ¿Cómo se explica esto?
Esta sorpresa refleja la escasa comprensión de cómo funcionan las postulaciones. En la actualidad, postulan 119 mil jóvenes y son seleccionados poco más de 95 mil. Era muy difícil esperar grandes cambios en equidad. Lo que ha ocurrido en los dos años de ranking es una redistribución, en el margen, de estudiantes entre programas y universidades. Todo sugiere, también, que los pocos estudiantes que ahora son seleccionados y antes no lo eran, no son, desde el punto de vista de equidad, distintos de los que antes eran seleccionados y ahora no lo son.
El rector Juan Manuel Zolezzi dijo que el bajo impacto de la herramienta se debió a que las universidades no ponderaron más el ranking. ¿A su juicio, se puede hacer esa afirmación?
No creo que aumentos razonables en la ponderación de éste vayan a afectar demasiado estos resultados. Por cierto, se podría seleccionar sólo por ranking y no exigir un mínimo de PSU. Ello podría producir un cambio mayor, porque afectaría la dinámica de postulaciones (…). Los propios estudios que se citan para defender el ranking sugieren una ponderación máxima del orden de 15% si se quiere asegurar la selección de estudiantes que satisfagan los estándares académicos. Si se avanzara en un cambio más radical, el efecto más probable sería un aumento en la deserción, con grandes costos en ineficiencia y frustración. El efecto en equidad sería aparente y no real. Debe comprenderse que el problema de fondo se resuelve en la educación parvularia y escolar.
¿Qué mejoras puede tener la herramienta para que el sistema de selección sea más inclusivo?
La exploración a través del ranking ha mostrado su escasa capacidad de cambiar las cosas. No se puede, a través de artificios estadísticos, superar problemas que son profundos y que requieren de políticas de largo plazo en el nivel escolar. Con todo, se requiere un sistema de admisión más profesional, con investigación independiente que permita ir explorando instrumentos que balanceen adecuadamente predicción de desempeño académico y equidad. Pero ello no se consigue “inventando” sin adecuada experimentación, como ocurrió con el ranking y antes con la PSU, nuevos instrumentos que se levantan como balas de plata. Los cambios en educación requieren más seriedad.
Los rectores habían anunciado que el 2016 se aplicaría un “ranking puro”. Pero esta medida podría atrasarse, ¿qué le parece?
Me parece muy grave que no se avance hacia un ranking puro. El impacto de éste (ranking actual) en equidad no ha sido tal, pero si algo ha quedado en claro es que la metodología empleada discrimina en función de algo que no controlan, que es la distribución de notas de su colegio. Así, si se sigue la lógica del ranking, debería colocarse aproximadamente el mismo puntaje a estudiantes que están en la misma posición relativa de sus respectivos establecimientos. No hay ningún argumento que justifique una diferencia. Pero sabemos que en la actualidad hay diferencias de 50 hasta 80 puntos (…). Todos sabemos que eso puede hacer la diferencia para quedar en el programa y carrera elegidos.