El Mercurio, 29 de diciembre de 2014
Opinión

Inquietudes que dejan los resultados de la PSU

Harald Beyer.

Los «expertos» infieren rápidamente conclusiones a partir de los puntajes nacionales. Ha aumentado la desigualdad, afirman. Al día siguiente, los resultados para todo el sistema muestran que las brechas se han reducido levemente y confirman una tendencia de los últimos años. En esas 24 horas no han faltado las propuestas para afrontar esas mayores diferencias. El caso deja una pequeña lección. Se requieren políticas educativas basadas en evidencia comprehensiva, y no en diagnósticos inco­rrectos o anteceden­tes incompletos.

76 horas. Este es el plazo que tienen los estudiantes para postular a las univer­sidades agrupadas en el sistema único de admisiones. Para ese poco más de dos por ciento de los jóvenes con puntajes promedio por sobre 700 puntos y que tienen ac­ceso a las carreras y universidades más selectivas, este proceso es un trá­mite de corta duración. Para el resto, el plazo parece extraordinariamente corto, particularmente porque son numerosas las consideraciones que deben balancear. No se encuentran en la experiencia comparada proce­sos de postulaciones tan breves.

Una de las ventajas de un sistema coordinado y centralizado de postu­laciones es la posibilidad de combi­narlo con muy buena información so­bre la naturaleza de las universidades y carreras disponibles, las acredita­ciones, sus dotaciones académicas, la disponibilidad de infraestructura, los índices históricos de reclamos, la du­ración efectiva de las carreras, los cos­tos esperados, la empleabilidad e in­gresos futuros y las deserciones, entre muchos otros aspectos. Nada de ello está accesible en la plataforma única de postulaciones. Por cierto, esa in­formación está dispersa en otros lu­gares. Pero atendidos los plazos de postulación y las ventajas de centrali­zar la información, es inaceptable que la plataforma de postulaciones no fa­cilite el proceso de decisiones. Más todavía cuando son los estudiantes o el Estado en su representación los que financian este sistema.

Nuevamente quedó en evidencia que los estudiantes de la educación municipal que logran posicionarse en la parte superior de los puntajes PSU provienen, en su inmensa mayoría, de unos pocos liceos selectivos en su admisión. Que se esté pensando en terminar con esta posibilidad sin nin­guna certeza que aquella porosidad se va a poder mantener bajo un es­quema alternativo desafía toda lógi­ca. Sin embargo, se está a días de le­gislar en esa dirección. ¡Insólito!