Así, parece que la idea de una juventud de izquierda, antineoliberal y anti-Concertación, más que un asunto de masas, es reflejo de un grupo minoritario de jóvenes que han logrado construir exitosamente una opción política y que tienen, además, una narrativa potente y alta figuración mediática.
Existe el mito de que los jóvenes y, en particular, los estudiantes serían altamente politizados, de izquierda, profundamente antimercado y críticos de la Concertación. Si bien esta caracterización puede reflejar correctamente a ciertas élites estudiantiles, es equivocada para las grandes masas de jóvenes.
Esto es lo que argumento en un trabajo publicado recientemente (Juventud y política a 30 años del Plebiscito), usando los estudios de opinión del CEP y una encuesta que apliqué a más de 14.000 jóvenes de 49 instituciones de educación superior de todo tipo en 2016 (si bien esta no es representativa, los resultados que describo son consistentes por tipo de institución y por dependencia escolar de los jóvenes). A continuación, un breve resumen.
Primero, no hay diferencias estadísticamente significativas en el nivel de interés en la política por tramos de edad (CEP 2017). Por su parte, en la encuesta a estudiantes, alrededor de dos tercios de los encuestados dijeron estar «nada» o «algo» interesados en política.
Segundo, la identificación política de los jóvenes tampoco es distinta a la del resto de la población (CEP 2016). Entre los estudiantes, más de un 50% no se identifica con ninguna posición política y entre los que sí se identifican, lo hacen al menos tanto con la derecha como con la izquierda. La excepción son las universidades estatales, donde efectivamente la identificación con la izquierda es mayor que con la derecha, aunque todavía muy por debajo de quienes no se identifican políticamente.
Tercero, tampoco hay diferencias entre los jóvenes y el resto de la población en preguntas que buscan medir la valoración del mercado, tales como el posicionamiento entre el rol del Estado versus el de las personas en el sustento económico, o entre el rol de la igualdad versus el premio al esfuerzo individual (CEP 2016). Los resultados están fuertemente cargados hacia los polos asociados al mercado: que el sustento debe depender de las propias personas y que debe premiarse el esfuerzo individual. De hecho, en la encuesta a estudiantes, dos tercios de los jóvenes se ubican entre el centro de la escala y esos polos.
Por último, la encuesta CEP 2016 pidió evaluar a los presidentes desde 1990. Apenas se observan diferencias estadísticamente significativas por edad. Es cierto que el grupo de jóvenes de entre 25 y 34 años es ligeramente más crítico de los gobiernos de Aylwin, Frei y Lagos, pero no es el caso entre los menores de 25. Al mismo tiempo, el gobierno que el grupo 25-34 evalúa mejor es el de Sebastián Piñera I, y el que evalúa peor es el de Michelle Bachelet II. Lo más sorprendente, quizás, es que el 50% de los menores de 25 no sabe o no responde a la hora de evaluar a Aylwin: para gran parte de los jóvenes existe más bien una distancia que un desencanto.
En suma, los jóvenes y, en particular, los estudiantes son similares al resto de la población en interés, identificación y visiones relativas al mercado, y no son especialmente críticos de la Concertación. Es más, contra el mito, en general son poco políticos, bastante moderados y más bien promercado.
Así, parece que la idea de una juventud de izquierda, antineoliberal y anti-Concertación, más que un asunto de masas, es reflejo de un grupo minoritario de jóvenes que han logrado construir exitosamente una opción política y que tienen, además, una narrativa potente y alta figuración mediática. ¿Qué pasa con el espectro que va desde la centroizquierda hasta la derecha, que pareciera tener bastante apoyo entre los estudiantes y que, sin embargo, figura tan poco en la política estudiantil y juvenil? Es cierto que las nuevas camadas en la derecha y, sobre todo, Evópoli han logrado conquistar a parte de los jóvenes ya no tan jóvenes. Pero lo que no se ve ni por si acaso son los jóvenes herederos de la Concertación.
¿Será que hay algo intrínsecamente poco juvenil en la socialdemocracia moderada como vocación política? El escenario internacional sugiere que puede haber algo de esto. ¿Será que los jóvenes socialdemócratas se encuentran hoy en una trinchera más a la izquierda (RD, por ejemplo) y que van a terminar, tarde o temprano, virando hacia el centro e, incluso, rescatando del vilipendio a la coalición que nos gobernó en nuestra exitosa transición a la democracia? ¿O será que el mito del joven de ultraizquierda ha permeado al punto de desincentivar, equivocadamente, liderazgos moderados? Jóvenes líderes: puede haber un espacio vacante.