La Tercera, 1 de octubre de 2016
Opinión

La centroizquierda y su proyecto político

Harald Beyer.

La Concertación y el proyecto político que esa coalición había empujado se habían desgastado. Sobre esa base la Nueva Mayoría construyó una nueva carta de navegación.

Otra idea promovida en el proyecto político del actual gobierno, relacionada pero analíticamente distinta de la anterior, es la universalización de las políticas sociales.

El movimiento estudiantil la inspiró y una nueva élite intelectual de centroizquierda la plasmó. Casi tres años han pasado de ese tremendo resultado electoral y poco o nada queda de ese sueño. El proyecto político que intentó la Nueva Mayoría no prosperó. Seguramente algunas de sus ideas siguen vigentes, pero otras no. Entre éstas últimas, puede estar el reemplazo o eliminación de la lógica del mercado en diversos campos de la vida social, justificada porque resaltaría solo los intereses individuales en desmedro del interés general. Esta incompatibilidad es algo que, desde al menos Adam Smith en adelante, parece exagerado. El mercado tiene mucho de liberador y permite que se expresen distintos modos de vida. Entonces, no es fácil reemplazarlo enteramente por otra lógica.

Por cierto, el padre de la economía estaba consciente de que conciliar estos intereses no siempre es posible. Si no hay competencia en un mercado, por ejemplo, esa armonía se esfuma. Pero si hay discrepancia, ella se puede abordar a través del desarrollo de buenas instituciones y políticas públicas, permitiendo que surjan grises en lugar de blancos y negros. La lógica del reemplazo, en cambio, puede ser amenazante y difícilmente va a encontrar soporte político. Es posiblemente una dimensión que la centroizquierda debe revisar en la elaboración de un nuevo proyecto político.

La apuesta por la mal llamada «desmercantilización», en diversos ámbitos de la vida en común, puede estar produciéndole más costos que beneficios a la Nueva Mayoría, al promover arreglos institucionales que para una parte relevante de la población se perciben como empobrecedores antes que emancipadores.

Otra idea promovida en el proyecto político del actual gobierno, relacionada pero analíticamente distinta de la anterior, es la universalización de las políticas sociales.

La experiencia más clara de esta iniciativa es el esfuerzo por asegurar gratuidad universal en la educación superior. Ha quedado meridianamente claro que este objetivo es imposible de satisfacer como sería cualquier otro intento de universalizar otras políticas de apoyo relevantes. Esta posibilidad, como ocurre en las pocas naciones que han promovido políticas como éstas, supone un aporte tributario mucho mayor de todas las personas, pero en nuestro país un 80 por ciento de las personas no paga impuestos personales y no se observa que el mundo político esté promoviendo una mayor «inclusión tributaria». Por lo demás, como queda claro de la evidencia comparada, esas políticas no necesariamente aseguran la materialización de esos derechos. Y normativamente no está claro que sean soluciones justas.

Parece inevitable que la Nueva Mayoría tenga que reformular su proyecto político y que varios de los elementos que estuvieron en la propuesta actual deban ser reemplazados.

Para ello es indispensable una mejor lectura del proceso de modernización que ha experimentado Chile (algo que también debe hacer la coalición de centroderecha).

Siempre es posible pensar que el fracaso del proyecto político actual obedece a que no fue suficientemente «izquierdista» y que no enfatizó más, por ejemplo, la desmercantilización y la universalización de políticas sociales.

Sin embargo, es más plausible pensar que la ruta se acerca más a la que siguió la Concertación que, por un buen tiempo, pareció comprender mejor al ciudadano que estaba emergiendo del proceso modernizador experimentado por Chile.

En algún momento se produjo una desconexión que significó su derrota electoral.

Con todo, el actual proyecto de centroizquierda no ha logrado revertir esa situación e incluso la ha aumentado y una reafirmación o «radicalización» de sus elementos centrales no va a producir la ansiada conexión.