La Tercera, 5 de agosto de 2012
Opinión

La comedia Casen

Leonidas Montes L..

El pasado 18 de agosto un grupo de 30 destacados economistas publicaron una carta exigiendo la aclaración de cinco puntos de la Encuesta Casen. Personalmente, no quise firmar esta misiva. Al margen de las buenas intenciones públicas que nadie podría negarles a quienes promovían esta iniciativa, me pareció que detrás de ésta se respiraba un cierto sesgo político. No en vano el candidato Andrés Velasco, quien fuera ministro de Hacienda de la Presidenta Bachelet, firmó la carta y promovió el debate político. No pretendo cuestionar las dudas que pudo generar la encuesta ni el sano debate técnico que se generó, pero un candidato tiene su propia agenda. Y algunos destacados economistas, sus legítimas aspiraciones.

Esta declaración pública generó un intenso debate. Columnas y cartas iban y venían. Y como si en todo esto se midieran fuerzas entre economistas, un nuevo grupo, esta vez de 34, presentó otra declaración pública argumentando que no existían fundamentos para las críticas. Tampoco adherí a este grupo que incluía a funcionarios de gobierno. En resumen, lo que pudo haber sido un ponderado debate técnico, inevitablemente se politizó.

Aunque no podemos desconocer la sorprendente capacidad del gobierno para convertir una muy buena noticia en otra no tan buena, la precipitada celebración ante la eventual baja de la pobreza tiene sustento. Independiente del margen de error, existen sólidos motivos para celebrar en términos de generación de empleo y crecimiento económico. Eso sí, intentar, además, herir al gobierno de Bachelet en un tema que le resulta tan sensible, era innecesario.

Nadie puede negar que la Encuesta Casen ha sido una herramienta demasiado importante y útil para evaluar la efectividad de nuestras políticas sociales. La sostenida disminución de la pobreza es una prueba contundente de que lo hemos hecho bien. Pero también es claro que esta discusión ha puesto un manto de dudas sobre un instrumento que ha sido fundamental por más de 20 años. Perjudicar la credibilidad de la Casen no ayuda a nadie. Menos a los pobres.

Juan Carlos Feres, jefe Unidad de Estadísticas Sociales de la Cepal, presentó su renuncia. Y la entidad, que viene trabajando en la encuesta desde sus inicios, evalúa terminar con su colaboración. Andrés Hernando, ex jefe de la División de Estudios del Ministerio de Desarrollo Social, criticó el manejo político de la Encuesta por parte del ministro Lavín y de la Concertación. En la historia de la Casen, y esto toca a muchos que hoy rasgan vestiduras, ¿no hubo también cambios, celebraciones o explicaciones “políticas” respecto de las mediciones de la pobreza? En todo esto existe cierta hipocresía.

Durante este gobierno se instaló un equipo de profesionales de primer nivel para enfrentar los desafíos de la Casen, que no son pocos. Y si técnicamente se intentó mejorar esta herramienta, su politización estuvo a punto de matarla. Afortunadamente los Honorables no quisieron convertir todo esto en un show y en una tragedia. Celebrando el buen criterio de los parlamentarios de oposición, ahora hay que preocuparse de lo importante. A futuro, la encuesta Casen debiera depender de un Instituto Nacional de Estadísticas fortalecido, autónomo e independiente. Sólo así evitaremos especulaciones sobre manipulación de datos u otras oscuras intenciones.