La Segunda, 28 de noviembre de 2017
Opinión

La debacle de la DC

Sylvia Eyzaguirre T..

El problema de fondo y de largo plazo está en la pérdida de sintonía con sus votantes históricos y con la ciudadanía.

Echarle la culpa a Carolina Goic, Mariana Aylwin o a cualquier persona en particular por la debacle electoral de la Democracia Cristiana (DC) no sólo es injusto, sino también es ser ciegos frente a la crisis que atraviesa el partido.

Miremos los datos. En 2000, la DC obtuvo 21,62 por ciento de los votos a concejales municipales; en 2012 obtuvo 13 por ciento, y el año pasado 12,75 por ciento. Este año, en la votación de consejeros regionales obtuvo 9,99 por ciento. Es decir, la DC acumula una caída de casi 12 puntos en los últimos 17 años en elecciones que, por la forma en que se han organizado los partidos, reflejan el peso electoral efectivo de cada uno.

Por cierto, el no haber ido en una misma lista con la Fuerza de la Mayoría perjudicó de forma dramática a la DC. De haberlo hecho, podría haber aumentado en casi 80 por ciento su representación en la Cámara Baja. Ceteris paribus, si la DC hubiera ido en la lista de la Fuerza de la Mayoría, no habría obtenido más senadores, pero sí diez diputados más (arrebatándoles cuatro cupos a Chile Vamos y seis a los otros partidos de la coalición). Pero, ¿es éste realmente el problema de la DC? La pérdida de escaños por la estrategia electoral desvía la mirada del problema de fondo; a saber: ¿por qué en los últimos 17 años la DC ha perdido más de la mitad de su apoyo ciudadano? ¿No será que el giro a la izquierda de ella y su coalición ha provocado la pérdida de sus votantes de centro? ¿De dónde provienen los votos que le pueden permitir a la derecha gobernar los próximos cuatro años? ¿O alguien cree que la DC se está desangrando por su flanco izquierdo?

La baja votación que obtuvo la falange en concejales, diputados y, sobre todo, en su candidatura presidencial revela que el problema de fondo y de largo plazo está en la pérdida de sintonía con sus votantes históricos y con la ciudadanía. La estrategia de separar aguas con la Nueva Mayoría y arriesgar un camino presidencial propio hoy aparece como un rotundo fracaso. Tal vez lo sea, pero por las razones equivocadas. Tiendo a pensar que este intento fracasó no porque esté mal orientado, sino porque se realizó demasiado tarde, cuando ya el daño parece prácticamente irreparable. Así las cosas, lo más probable es que la izquierda tome el control del partido y los votantes de centro terminen de emigrar de lo que alguna vez fue el partido de centro, el partido más grande de Chile. El escenario para esta nueva DC no es para nada fácil, pues en esa cancha hay muchos jugadores, que son más sexys o tienen mayor tradición de izquierda.

El resultado de esto es que deja de existir la centroizquierda y se consolida un polo de izquierda variopinto, cuya mayor dificultad será lograr la unidad.