La última encuesta CEP trajo algunas buenas noticias para aquellos que creemos que la gente no es tan tonta como algunos suelen imaginar. Por el contrario, es mucho más sensata, razonable y ponderada de lo que muchos quisieran.
Partamos por la política. Continuamos en un estado de desafección política, con un 60% que no simpatiza con ninguna coalición (un 18% con la Concertación, un 12% con la Coalición por el Cambio y un 6% con el Pacto Juntos Podemos). En términos de confianza en las instituciones, las puntas siguen inalterables: Carabineros y Fuerzas Armadas lideran por arriba, y el Congreso y los partidos políticos, por abajo. Pero si en menos de dos años la confianza en Carabineros sube del 50% al 58% y en las Fuerzas Armadas se mantiene en torno al 53%, la confianza en el Congreso baja del 28% al 10%, y la de los partidos políticos, del 15% a un magro 6%. Para no herir susceptibilidades —y créanme que los parlamentarios son susceptibles— no voy a esbozar las posibles causas de esta baja persistente.
Guido Girardi e Ignacio Walker lideran las caídas significativas de evaluación de los personajes políticos. Y Camila Vallejo, con un 92% de conocimiento, esta vez entró a los top 5 de los personajes políticos más castigados, con un 37% de rechazo. Quien alguna vez viera en Fidel Castro una “luz y esperanza para Chile” está cayendo disciplinadamente en la máquina del PC. Finalmente, tal como hubiera deseado Marx, resultó ser una loba disfrazada de oveja. Y la gente lo percibe.
Pese a la desafección política, el 17% piensa que nuestra democracia funciona bien o muy bien, el 57% “reguleque”, y sólo el 20% mal o muy mal. En definitiva, una gran mayoría está conforme con lo que tenemos. Aunque el germen del populismo está rondando, la avasalladora conformidad con nuestra democracia (74%) desecha todas esas rancias utopías revolucionarias. No en vano, si hace menos de un año sólo el 28% de los chilenos pensaba que el país estaba “progresando”, hoy esta cifra alcanza a un significativo 40%. En general, la percepción respecto de cómo lo está haciendo el Gobierno en términos económicos, mejora.
En nuestra relación con la política se respira cierta sana independencia. Un contundente 48% dice no ser cercano a la izquierda, al centro o a la derecha. Sólo el 21% dice ser de izquierda, el 10% de centro y el 13% de derecha. No obstante, si los extremos políticos son acotados, pareciera que tenemos un ciudadano independiente, pero mayoritariamente de centro.
En términos ideológicos hay señales contundentes. La gran mayoría piensa que “debería premiarse el esfuerzo individual aunque se produzcan importantes diferencias de ingresos” y que “la principal responsabilidad por el sustento económico de las personas está en las personas mismas”. Es más, el 50% de los encuestados piensa que “se pueden aceptar desigualdades de ingreso, si al mismo tiempo todos los hogares mejoran su nivel de vida”.
Durante el último año de gobierno de Michelle Bachelet el 69% pensaba que el Estado debe apoyar a los más pobres “a través de programas que mejoren sus capacidades (como educación o capacitación)”, y el 27% pensaba que debía ser “a través de transferencias de dinero (bonos)”. En esta última encuesta se produjeron dos cambios significativos: quienes piensan que el Estado debe apoyar a los más pobres “a través de programas que mejoren sus capacidades (como educación o capacitación)” sube de 69% a 78%, y quienes piensan que debe ser “a través de transferencias de dinero (bonos)” baja de 27% a 18%. Este gradual y significativo cambio social —algo que ya estaba latente durante la campaña presidencial— es relevante. Podemos decir que esta tendencia a confiar aún más en las capacidades de las personas y no en un Estado benefactor es, a la vez, causa y efecto de este gobierno.
Los chilenos seguimos pensando que los tres factores más importantes para surgir en la vida son un buen nivel de educación, trabajo duro y ambición. Y respecto a la distribución del ingreso, el 39% cree que Chilees desigual con una amplia base de pobreza, y el 39% cree que Chiledebe avanzar hacia un modelo con una amplia clase media. Con todos estos resultados, ¿no estaría también usted de acuerdo?