Hoy día en Chile y en el mundo se celebran los 100 años del nacimiento de Milton Friedman. Más allá de sus clásicas contribuciones académicas a la economía, Friedman fue un férreo defensor de la libertad individual, del libre mercado y de la competencia. En una de sus provocativas cruzadas, afirmó categóricamente que la responsabilidad social de toda empresa es maximizar sus utilidades, eso sí, respetando las reglas del juego. Es decir, participando de una competencia libre, abierta y sin engaño. La esencia de un mercado competitivo es la transparencia; esto es, que la información esté disponible y no oculta.Para una empresa que transa en Bolsa, velar por esto último es fundamental. Y esto es responsabilidad del directorio.
Nuestro mercado ha evolucionado de manera positiva. Por ejemplo, si hasta hace pocos años algunos destacados inversionistas se jactaban de sus ganancias por tener buenos amigos, hoy se ha tomado conciencia sobre la gravedad del uso de información privilegiada. Hubo casos emblemáticos que nos permitieron avanzar en la dirección correcta. Después del fraude de La Polar, que dejó de manifiesto la responsabilidad personal de los directores de empresa, uno hubiera esperado cambios en esta materia. Pero al parecer no fue así. Aunque Chile y nuestro mercado han evolucionado, algunos parecen seguir pensando con esa lógica ochentera donde muchas cosas se resolvían a puertas cerradas.
Enersis ha propuesto un aumento de capital, pero aún no sabemos por qué ni para qué. Ante la falta de transparencia, el mercado y las AFP han reaccionado con furia y escepticismo. Mientras el valor de Enersis bajaba estrepitosamente en Chile, en Italia los papeles de uno de los controladores de Enersis -Enel- subían más de un 10%. Es legítimo que los controladores quieran mejorar sus ratios de endeudamiento o maximizar sus utilidades, pero no es aceptable que la información no sea entregada de manera veraz y oportuna al mercado.
Si bien se ha criticado duramente esta supuesta movida de Enersis, no se ha cuestionado el rol de sus directores. Pero nuestra Ley 18.046 es clara en cuanto a su responsabilidad.
Enersis posee siete directores bien remunerados. Cinco son chilenos y tres representan a los minoritarios. El presidente de Enersis, Pablo Irarrázaval, es además histórico presidente del directorio de la Bolsa de Comercio. Entre los directores también se encuentran el vicepresidente de la Bolsa, Leonidas Vial, y Hernán Somerville, quien también actúa como director de la Bolsa. Este episodio naturalmente no favorece a nuestra Bolsa. Además figuran Rafael Fernández y el destacado sociólogo y asesor comunicacional Eugenio Tironi.
Si recordamos que Raimundo Valenzuela, ex director de Enersis por las AFP, habría renunciado abruptamente por un asunto similar, sería interesante saber cómo reaccionaron los directores de Enersis que representan a casi el 40% de los otros accionistas. En palabra simples, si Valenzuela renunció, cabe preguntarse si esta vez los directores simplemente se tragaron el cuento. Afortunadamente, la SVS se ha hecho presente también para comprobar el deber de cuidado de los directores. Nuestro competitivo mercado, que le debe mucho a Milton Friedman, espera ansioso detalles sobre su posición.
En mayo de 2004, los empresarios españoles que lideraban Enersis y Endesa, preocupados por los problemas en el suministro de gas de Argentina, acusaban pomposamente a Chile de ser un país “menos confiable para las inversiones”. Nicolás Eyzaguirre, entonces ministro de Hacienda, les aclaró de que “este país es un ejemplo de transparencia y los señores españoles, si no les gusta cómo se hacen las cosas aquí, tienen la puerta abierta”. Acto seguido agregó: “Ya les gustaría a las empresas españolas que en España hubiese la transparencia y celeridad de la regulación que hay en Chile… somos chilenos y como tales tenemos que defender nuestro patrimonio y el derecho de los chilenos”. En el actual contexto económico, con los controladores españoles e italianos en crisis, vaya que tenía razón nuestro ministro Eyzaguirre.