La Tercera, 3 de julio de 2016
Opinión

La Roja versus Chile sonrojado

Leonidas Montes L..

Un medio inglés cubrió el esforzado y merecido triunfo de La Roja, refiriéndose al juego de manada de lobos que mostró Chile. Esta metáfora es también un reflejo de lo que ha sido la historia reciente de nuestro país. Hemos progresado como nunca antes. Claro que hemos tenido buenos entrenadores y jugadores esforzados, como un Gary Medel que, al cometer un error, se esfuerza al límite. Un Alexis que está en las grandes ligas y arriesga su valioso pie por el equipo y el país. Un Claudio Bravo con atajadas increíbles y un Rey Arturo que, jugando como una fiera, se farrea un penal y es inmediatamente acogido por su equipo. Ellos triunfan en el extranjero, ganan mucho dinero y juegan como un equipo manada. Hoy somos los campeones, con el mejor jugador, el mejor arquero y el goleador de la Copa América.

La historia reciente de Chile es parecida a la historia de La Roja. Es una historia de esfuerzo, competencia, trabajo en equipo y también pasión. Sin olvidar que el progreso no es sólo económico, sólo compare nuestro ingreso per cápita en los últimos 30 años frente a nuestros vecinos del barrio. Hemos sido y seguimos siendo los campeones del progreso en Latinoamérica.

Pero a ratos pareciera que Bachelet y su corte de aduladores quieren cambiar esta exitosa historia. En efecto, al reflexionar sobre el triunfo de La Roja y contrastarlo con las reformas impulsadas contra viento y marea por este gobierno, vemos que algo no calza. El relato político de la Nueva Mayoría, aquella de la humeante retroexcavadora, no coincide con la historia que nos condujo a ese gran triunfo del equipo donde también cada jugador de La Roja lucha y se esfuerza por alcanzar lo más alto. Al contrario, el discurso de muchos de nuestros líderes políticos, obnubilados por el populismo o el fracasado socialismo del siglo XXI, no coincide con lo que se necesita para destacar en cualquier ocupación u oficio. Imagínese que algunos ya proponen eliminar las tareas para los escolares. A estas alturas del partido, ¡ojalá no se les ocurra prohibirles jugar al fútbol!

Las grandes reformas del programa -la obra gruesa- encierran una mirada que se opone a la historia y el éxito de La Roja. Se pretende reconstruir lo público con un Estado poderoso que controla y decide como si sólo el Estado tuviera potestad sobre lo público. Olvidan que lo público está formado por muchos jugadores que quieren sobresalir. Y que el Estado debe guiarlos, pero sin asfixiarlos o ahogarlos. Por ejemplo, ahora el Estado fijará los aranceles y matrículas de las universidades.

La reforma educacional y laboral son buenos ejemplos de esta mirada sesentera que palpita y se expresa en la voluntad presidencial. Todo esto es también consecuencia de un diagnóstico equivocado o sesgado de nuestra realidad social y económica. Las buenas intenciones de unos pocos han propiciado una narrativa o un relato que atenta contra ese instinto de superación individual que se encarna en el trabajo y se refleja en el mérito. En vez de promover estos valores que han llevado a La Roja tan lejos, en Chile los estudiantes se toman sus colegios y universidades enceguecidos por el sueño de que todos seremos Alexis. Obnubilados por el mensaje idílico, ignoran la importancia del esfuerzo de Alexis y, lo que es peor, de su propio esfuerzo para forjar su futuro.

Cuando La Roja gana y mira el próximo Mundial, en Chile nos sonrojamos mirando a los años 60. Ya se aprobó el veto presidencial para impulsar una mala reforma laboral. Si hasta el ministro Valdés, reconociendo el impacto negativo que tendrá esta reforma, se refirió a «una victoria del equipo completo». Vaya victoria. Pero ¿tenemos, realmente, un equipo como La Roja?

El fútbol ha mejorado al alero del progreso de los últimos 30 años. Esto es fruto del esfuerzo individual de cada jugador y del trabajo en manada del equipo. Pero un Chile sonrojado quiere volver al fútbol del pasado, a ese fútbol de laucheros, ratones y fauleros. Es tiempo de recuperar el tiempo perdido. Y de volver a jugar como la línea roja del gráfico.